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Catalina de Erauso: Peripecias de una Monja en la Guerra del Arauco1

Catalina de Erauso: Unexpected Events of a Nun during the Araucanian War

 

RESUMEN

La trayectoria vital de la Monja Alférez, Catalina de Erauso, no pasó desapercibida entre los autores de su época, existiendo registros de su actividad en la Historia general de Chile de Diego de Rosales, así como en varias relaciones de sucesos (publicadas en España y México); del mismo modo, el interés se extendió a los autores de ficción, como Juan Pérez de Montalbán, quien escribió una comedia sobre la vida de la monja. Este panorama literario e histórico se completa con una supuesta autobiografía de Catalina Erauso. A partir de esta copiosa bibliografía, se estudiará el modo en que se ha construido el personaje de la Monja Alférez durante el periodo específico en que participa en la Guerra del Arauco chileno.

ABSTRACT

The life and experiences of the Lieutenant Nun, Catalina de Erauso, were not unnoticed amongst the authors of the 17th century; there are some records of her activity in the Historia general de Chile by Diego de Rosales, alongside with several accounts of events (relaciones de sucesos) that were published in Mexico and Spain. Moreover, the attention to Erauso was extended to the fictional authors, such as Juan Pérez de Montalbán, who wrote a comedy about the nun’s life. This literary and historical state of the art is filled out with a supposed autobiography of Catalina de Erauso. From this abundant bibliography, we will examine the way in which the character of the Lieutenant Nun has been constructed during the specific period while she takes part of the Araucanian War in Chile.

Notes

1 Esta investigación ha sido posible gracias a una beca para Jóvenes Profesores e Investigadores (JPI) otorgada por Santander Universidades, que me permitió realizar una estancia en la Universidad Pontificia Católica de Chile, con la profesora Sarissa Carneiro, entre junio–agosto de 2015.

2 En la Autobiografía menciona el año de 1585 como fecha de su nacimiento; el resto de los datos sí se pueden extraer de las primeras páginas de este escrito, del capítulo primero titulado “Su patria, padres, nacimiento, educación, fuga y correrías por varias partes de España” (Esteban Citation2002: 93-98).

3 Es posible encontrar trabajos precursores al artículo de Segas en la propia bibliografía de su artículo: Armas Wilson, Castro Morales y Mataix la caracterizan como amazona, Martín y Pancrazio como travesti, etc. pero todos ellos partiendo del hecho de que Catalina era una mujer psicológicamente de acuerdo con su género, que para poder ejercitar su instinto guerrero necesita vestirse como hombre; también la considera como una mujer encubierta Víctor Rocha (Citation2003), en su estudio sobre la identidad en la colonia. Asimismo, Areta Marigó concibe la transformación de Erauso como “conversión cosmética de mujer en hombre, fascinación por la máscara, el camuflaje…” (1999: 241), que según mi punto de vista llena de superficialidad la concepción de los profundos cambios que tuvieron lugar durante la adolescencia y juventud de Catalina A este respecto, en dos de las obras más extensas acerca de la Monja Alférez (las dos ediciones su “autobiografía”) encontramos lo siguiente: ninguna mención por parte de Valbona, cuya principal inquietud en el estudio introductorio son las cuestiones filológicas; Esteban sigue la corriente predominante que concibe a Catalina de Erauso como una monja disfrazada (Erauso Citation2002: 43–53).

4 Hablamos de sexo como un rasgo determinado por nacimiento, relacionado con cuestiones biológicas y fisiológicas; el género estaría vinculado con la visión y sentimiento de pertenencia al ámbito masculino o femenino, desde un punto de vista psicológico, del sujeto en cuestión.

5 Las razones son más por cuestión de supervivencia que por necesidades confesionales; asimismo, es destacable la compresión a nivel psicológico que demuestra el papa Urbano VIII con Catalina: si bien podría haberle castigado por vivir en hábito de varón (según el precepto en Deuteronomio, 22, 5) y pelear en guerras indianas siendo mujer, opta por ensalzar su cualidad de virgen, que junto a la relación de servicios y méritos militares, llevan al pontífice no solo a eximir a Erauso de juicio alguno (eclasiástico o civil) sino a permitirle que siga viviendo de acuerdo a sus preferencias de género. Esta cuestión se desarrolla en Mendieta Citation2010: 239–240. Pero además: “Catalina de Erauso no solo se ganó el perdón por sus faltas, sino también la estimación y la exaltación de su figura gracias a su hábil posicionamiento respecto a las leyes civiles y eclesiales vigentes tanto en el territorio español como en las colonias de ultramar” (Galindo Cruz Citation2010: 159).

6 La autora dedica un extenso capítulo a tratar este tema, “De Catalina a Antonio. Sexo y género en la Autobiografía de Catalina de Erauso” (236–285), cuyas investigaciones suscribimos.

7 Ni siquiera su propio hermano, con el que asegura haber compartido mesa durante tres años, pero quizá sea este un elemento de ficcionalidad en la Autobiografía.

8 La autora de este estudio se refiere a la autobiografía de Erauso según el título de la edición de Rima Valbona.

9 A propósito de la autobiografía durante el Siglo de Oro y etapas precedentes, dice Esteban: “Son muy pocos, sin embargo, los textos que poseemos de mujeres escritoras antes del siglo XVIII. Ese escasísimo repertorio se reduce todavía más si nos fijamos en unos determinados géneros literarios, como el de la autobiografía” (Erauso Citation2002: 54); no obstante, el editor parece desconocer la realidad literaria de producción femenina durante el XVII en España, que tan profusamente ha ilustrado Barbeito en su obra Mujeres y literatura del Siglo de Oro. Espacios profanos y conventuales. Sin ahondar en la bibliografía posterior, de este trabajo de investigación podemos extraer las siguientes conclusiones: durante ese periodo existía un importante número de mujeres escritoras (Esteban no conocía la obra de Barbeito porque aún no se había publicado, pero confirma una situación que no se ajusta a la realidad; que no se haya estudiado no quiere decir que no exista. De cualquier modo, de fecha anterior a la edición de la autobiografía de Erauso encontramos la investigación canónica de Arenal y Schlau (Citation1989), por ejemplo), y precisamente el género autobiográfico era uno de los más extendidos. Casi todas las religiosas que se mencionan en la obra de Barbeito escriben sobre su propia vida o acerca de alguna monja relevante en su congregación, en la mayoría de los casos a instancias de su confesor; por tanto, precisamente la autobiografía era una de las modalidades más frecuentes durante el Siglo de Oro.

10 La fortuna editorial del texto se detalla ampliamente en el estudio introductorio de Rima Valbona.

11 Pueden consultarse en la edición de Valbona, quien dedica una serie de anexos a compilar todos estos documentos; se trata del trabajo que más documentación acerca de Erauso nos ofrece.

12 No se trataría de una recreación literaria más, de las que encontramos abundantes ejemplos por el interés que ha suscitado el personaje de la Monja Alférez a lo largo de los siglos, desde sus contemporáneos hasta la actualidad, sino que como propone Rima de Valbona en su edición, podría concebirse como la base literaria para la posterior escritura de la biografía (ya no existiría la posibilidad de considerarla autobiografía) de Catalina de Erauso.

13 Ha sido editada recientemente por Palmieri Citation2014.

14 La situación bélica era tan complicada que el territorio de Chile llegó a ser conocido como “Flandes Indiano”; para comprobar la construcción de esta imagen entre los cronistas de la época consultar Baraibar Citation2013. Este calificativo se emplea por el padre jesuita Diego de Rosales en su Historia General del Reino de Chile, que examinaremos más adelante.

15 Sobre la significativa presencia de esta temática en la producción dramática aurisecular puede verse Lerzundi Citation1996.

16 Catalina de Erauso fue asaeteada en el pecho, como un San Sebastián en medio del frente chileno; por tanto, buen efecto tuvo el remedio dado por aquel italiano para secarle el pecho, puesto que en la cura nadie apercibió el verdadero sexo del nuevo alférez (Erauso Citation1992: 58, nota 20).

17 “Muerto el dicho capitán Miguel de Erauso, lo enterraron en el dicho convento de San Francisco, viéndolo yo desde el coro, ¡sabe Dios con qué dolor!” (Erauso Citation2002: 118). Ambos editores de la vida de Erauso, Esteban y Valbona, comentan este evento al expresar dolor por la muerte de alguien, en este caso con razón al haber sido la culpable de la muerte de su hermano. Es fácil imaginar la belleza de la imagen de la triste Catalina viendo la escena desde el coro de San Francisco: es una representación de las dos experiencias más importantes en la vida de Erauso, la de monja y soldado; percibe desde la ubicación y anonimato de una religiosa el cuerpo muerto de su hermano, con cuya vida ella ha terminado como contendiente.

18 Valbona asegura en la anotación de la obra: “Aquí se hace preciso aclarar que Rosales es una fuente de información muy subjetiva en este tema y por lo mismo hay que aceptarla con mucha precaución” (Erauso Citation1992: 57, nota 12); tal desviación se debe a la intención del propio autor, que por fechas podría haber conocido de cerca la historia de la Monja Alférez. El padre jesuita llegó a Chile en 1629 y Erauso recorrería aquellos territorios en torno a 1620.

19 En el siglo XVII se utilizaba el término vizcaíno (en este caso el origen de Erauso es Guipúzcoa, no Vizcaya) como genérico para referirse a todos aquellos provenientes de territorios vascongados; además, el tipo vizcaíno estaba configurado por una serie de características estereotipadas según recoge el estudio de Herrero García (Citation1927) y más recientemente Castillo Martínez (Citation2008).

20 Este documento se encuentra en Erauso Citation1992: 179; la editora compila una serie de extensos apéndices documentales a certificar las diversas peripecias de la Monja Alférez. El segundo de ellos “Documentos manuscritos de la Real Academia de la Historia de Madrid cotejados con los del Archivo General de Indias” recoge las certificaciones de diversos gobernadores: Luis de Céspedes, Juan Cortés de Monroy, Francisco Pérez de Navarrete, Recio de León, etc.; este proceso necesario para completar el pedimento realizado por Erauso para obtener una pensión por sus servicios militares se recrea de forma dramática en el tercer acto de la comedia de Pérez de Montalbán.

21 Este artículo ofrece una excelente panorámica acerca de este tipo de escritos; asimismo, la profesora Sagrario López Poza inició un proyecto para estudiar y catalogar las relaciones de sucesos cuyos fecundos resultados pueden verse en su página web: http://www.bidiso.es/Relaciones/ (consultado el 10/03/2016).

22 No obstante, este artículo muestra algunas carencias cuando se afirma que todavía no se han encontrado los ejemplares de las relaciones impresos en México, 1653, por la Viuda de Bernardo Calderón (2014: 4); si mis pesquisas no me fallan, dichos textos son los reproducidos en las dos ediciones disponibles de la autobiografía de Erauso, con la ubicación en las páginas anteriormente consignadas.

23 cabezón: “En algunas prendas de vestir tradicionales, tira de tela que rodea el cuello” (DRAE n.d.).

24 Erauso Citation2002: 93, nota 2; en la autobiografía, sin embargo, afirma haber nacido en 1585.

25 También hay un episodio presente en la autobiografía que se recrea en la comedia; se trata de la disputa entre Catalina y el nuevo Cid que tuvo lugar en Cuzco; Andrès profundiza en estos aspectos (2004: 254–255) y en la relación más amplia entre la comedia y la pretendida realidad histórica de Erauso según los datos aportados en su autobiografía.

26 Una reproducción de la comedia original se encuentra digitalizada en los fondos de la Universidad de Sevilla: http://fondosdigitales.us.es/fondos/libros/5955/3/la-monja-alferez-comedia-famosa-de-ivan-perez-de-montalvan/ (consultado el 08/03/2016); en esta ocasión he manejado la edición de 1839.

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