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El toqui Caupolicán y la prueba del tronco a la luz de un nuevo texto. Entre etnohistoria y literaturaFootnote*

Pages 3-28 | Published online: 20 Aug 2006
 

Notes

* Este trabajo es complementario de otro anterior titulado “Pedro Ordóñez de Ceballos en América: un nuevo texto en torno a la prueba del tronco (Araucana, canto II)”, presentado en la Universidad de Leipzig en el marco del 13 Congreso de la Asociación de Hispanistas en Alemania, 8–11 de marzo de Citation2001, en prensa.

1 Cito siempre por la edición de Lerner Citation1993.

2 Las citas se hacen por la edición de Esteve Barba 1960.

3 Su experiencia americana se completa con los años pasados en Perú: 1556–1557 y 1559–1563.

4 En las partes segunda y tercera de La Araucana se incluyen sucesos de los años 1557–1558.

5 Su frase “quise tomallo desde el principio hasta el día de hoy” trae a la memoria el inicio de otros textos, tal por ejemplo el del Lazarillo de Tormes, 10–11: “Parescióme no tomalle por el medio, sino del principio, porque se tenga entera noticia de mi persona”.

6 Manejo la edición de Barral Gómez, Madrid, Historia 16, 1988.

7 Cito por la edición de Esteve Barba 1960.

8 Sigo la edición de Medina 1889.

9 Véanse, a los efectos, las magnas Colección de documentos inéditos para la historia de Chile colectados y publicados por José Toribio Medina (primera serie, 1888–1902, 30 vols.; segunda serie, 1956–1963, 6 vols.); y Colección de historiadores de Chile y documentos relativos a la historia nacional (1861–1953, 51 vols.).

10 Hago caso omiso de textos más tardíos como los de Vázquez de Espinosa (Compendio y descripción de las Indias, segunda parte, libro VI, h. 1630); Alonso de Ovalle (Histórica relación de Chile, 1646); Santiago de Tesillo (Guerra de Chile, 1647; Restauración de Arauco, 1665); Diego de Rosales (Historia general del reino de Chile, Flandes indiano, h. 1655), José Basilio de Rojas (Apuntes de lo acaecido en la conquista de Chile, h. 1672), etc.

11 El manuscrito se conserva en la Newberry Library de Chicago. La lujosa edición chilena de 1966, en tamaño folio, contiene el facsímil en las páginas de la izquierda, enfrentado a la derecha con la transcripción del texto, semimodernizada, que hizo Irving A. Leonard. Hay otra edición más fiable al cuidado de Leopoldo Sáez Godoy (Berlín, Colloquium, 1979). Como se ha dicho antes, nos servimos de la más asequible de Barral Gómez, Citation1988.

12 He aquí algunos de sus hitos principales: a) épica: Pedro de Oña, Arauco domado; Diego de Santisteban Osorio, Cuarta y quinta parte de La Araucana; Juan de Mendoza Monteagudo, Las guerras de Chile; Hernando Álvarez de Toledo, Purén indómito; hay que añadir la serie de romances anónimos basados en La Araucana de Ercilla; b) teatro: Lope de Vega, Arauco domado y La Araucana (auto sacramental atribuido); Ricardo de Turia, La bellígera española; Luis de Belmonte y otros ocho ingenios, Algunas hazañas de las muchas de Don García Hurtado de Mendoza, Marqués de Cañete; Gaspar de Ávila, El gobernador prudente; Francisco González de Bustos, Los españoles en Chile; c) prosa erudita: Cristóbal Suárez de Figueroa, Hechos de Don García Hurtado de Mendoza, cuarto Marqués de Cañete; d) novela: Francisco Loubaisín de la Marca, Historia tragicómica de Don Enrique de Castro; Francisco Núñez de Pineda y Bascuñán, El cautiverio feliz; Juan de Barrenechea, Restauración de la Imperial y conversión de almas infieles. Una visión aglutinadora de tan extenso corpus ofrece Lerzundi en sus trabajos de Citation1978 y Citation1996.

13 Góngora Marmolejo Citation1960, 107: “Juan Gómez, como sabía la lengua, le respondió en ella” (Historia, cap. XV).

14 Góngora Marmolejo 1960, 105: “Yo me informé de un principal y señor del valle de Chile en Santiago, que se llamaba don Alonso y servía a Valdivia de guardarropa, que hablaba en lengua española, y de mucha razón, que estuvo presente a todo” (Historia, cap. XIV).

15 Idea con la que estamos básicamente de acuerdo, siempre y cuando queramos abstraernos de la dimensión épica inherente al poema y pretendamos sujetarnos a la desnuda verdad de los hechos.

16 Sirva como muestra esta cita de fray Diego de Ocaña, comentando su propio dibujo de Caupolicán (ver la ilustración 1): “Indio del valle de Arauco. Caupolicán. Este mató al gobernador Valdivia. Este es el traje de los indios del valle de Arauco, que son más corpulentos y más fornidos que los demás” (Citation1969, 115). Fray Diego de Ocaña recorrió buena parte de Chile en el año de 1600 (1969, 123), deslizando sobre los indígenas alguna otra opinión al caso como la que sigue: “Tienen juntas y bailes y grandes borracheras, adonde tratan las cosas contra los españoles. Son indios corpulentos y espaldudos” (1969, 123).

17 Pedro de Oña, en Arauco domado (1596), opta por idealizar a Caupolicán y convertirlo en fino amador de Fresia; Diego Santisteban Osorio, en la Cuarta y quinta parte de La Araucana (1597), sustituye, en fin, la prueba del tronco de Caupolicán por una elección con votos depositados en una bella urna de ébano, guarnecida con perlas. Las apariciones de Caupolicán en el teatro clásico no explotan esta secuencia del tronco y prefieren otras escenas más líricas como la del baño con su amada. Tan solo en El gobernador prudente, de Gaspar de Ávila, se rastrea una leve referencia al caso: “Día y medio te llevé / de ventaja con la viga / que en mis hombros / sustenté” (ver la edición de Medina Citation1915, 10).

18 Sobre la inserción de estos tres textos en la tradición araucana véanse las atinadas observaciones de Auladell Pérez Citation2004.

19 Como muestra un botón: uno de los máximos especialistas en La Araucana, M. A. Morínigo, sostiene que la elección de Caupolicán es de “carácter fabuloso” (Citation1966, 17), en lo cual abundará algo después: “La prueba del tronco para la elección de Caupolicán es, con toda justicia, una de sus más flagrantes invenciones” (Citation1979, 29).

20 Con todo, Vivar sí cita a Colocolo, aunque no como un anciano sino como otro fornido cacique que participa en la contienda del tronco y logra auparlo durante medio día (Crónica, Citation1988, 294).

21 Agradezco muy sinceramente a mi colega Mariela Insúa su infinita paciencia por facilitarme copia de éste y otros trabajos chilenos, que tan poco accesibles resultan desde el lado español.

22 Además de Casanova Citation1985, para el conocimiento de los picunches y promaucaes véase León Citation1992.

23 Ver por ejemplo Vivar, Crónica, 265–66 y 293–94; Mariño de Lobera, Crónica, 262, 272, 301, 306–7 y 330–31; Góngora Marmolejo, Historia, 102–3, 110, 135, 150, 152, 154, 163, 166, 196, 198, 211, 217, 218 y 219; González de Nájera, Desengaño, 98–100.

24 Zapater 1978, 12: “La información que [Ercilla] proporciona en el canto I sobre aspectos, especialmente militares, de la vida mapuche, es exacta, y confirmada en otras relaciones. Episodios que han sido considerados como creación poética del autor, la elección de Caupolicán, la conducta de Fresia, las arengas de Galvarino con las manos cortadas, los suicidios colectivos de guerreros mapuches para no caer en poder de los españoles, están también narrados por Gerónimo de Bibar”. Zapater estudia más abajo la cultura mapuche desde el punto de vista antropológico (1978, 50–90), deteniéndose en las atribuciones militares del toqui y en su sistema de elección (1978, 72–73), pero no observa nada similar al caso de Caupolicán.

25 Vega 1980, 1:67: “Vivar ha establecido en forma categórica la veracidad de algunos episodios de la guerra hispanoindígena considerados hasta hace poco tiempo como legendarios por la crítica. Entre estos episodios cabe recordar el de la prueba del madero para elegir al jefe de las tropas araucanas”.

26 Villalobos 1983, 2:211: “Las similitudes son accidentales y probablemente se originaron en la circunstancia, tan natural, de que los hechos más curiosos eran repetidos por los conquistadores y alcanzaban cierta difusión”; y más abajo: “Tampoco es verosímil que Ercilla se basase en Bibar. No tenía para qué hacerlo, porque los hechos coincidentes datan de la época en que estuvo en Chile, fue testigo de algunos de ellos y, además, ofrece en sus relatos mayores pormenores que el cronista”.

27 Muy interesante es la sugerencia de Barral Gómez (en su introducción al texto de Vivar 1988, 30), en el sentido de que Ercilla y Vivar coincidieron en Lima en algún momento entre los años 1559 y 1563, ocasión que bien pudieron aprovechar para intercambiarse información sobre las cosas de Chile.

28 A fuer de sinceros diremos que Antei también contempla esta variable (1989, 179), pero apenas le concede crédito.

29 Citado por Durand 1978, 384. El documento de Herrera se imprimió en Citation1852, tras la edición príncipe de la Historia de Góngora Marmolejo (Madrid, Memorial Histórico Español, IV, “Colección de documentos inéditos relativos a la conquista y población del reino de Chile”, 416–20; cita en 417).

30 Un estado de la cuestión sobre la vida y la obra de Ordóñez de Ceballos se hallará en Zugasti Citation2001 y 2003.

31 Sobre la delicada cuestión de la cronología de los viajes de Ordóñez ver Zugasti Citation2003, 111–19 y, sobre todo, Zugasti Citation2005, donde se precisan en el tiempo la mayoría de sus andanzas por América.

32 Una esquemática iniciación a su cultura y tradiciones ofrecen Sontinkama y Chávez.

33 Con todo, ni Morales Gómez (1992) ni otros estudiosos como Reichel-Dolmatoff (Citation1951) o Bischof (1982–1983) registran el alzamiento tairona de 1586, pues ninguno maneja el Viaje del mundo de Ordóñez de Ceballos.

34 En el capítulo 38 se dan noticias más recientes sobre Ordóñez: sabemos así que en agosto de 1614 viajó al Escorial a pedir mercedes al rey y que, debido al calor, su cuerpo se llenó de llagas, las cuales no sanaron hasta enero de 1615. Esta cura se atribuye a la mediación de la Virgen del Buen Suceso, cuya imagen estaba en el Hospital Real de Madrid. Ordóñez, agradecido, costea la talla de otra imagen similar de la Virgen y la coloca en el Hospital de la Misericordia de Jaén. En la parte final del capítulo se refieren varios milagros atribuidos a la Virgen del Buen Suceso.

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