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El Cabildo Catedralicio y los Jueces Adjuntos en Lima Colonial (1601–1611)

Pages 331-361 | Published online: 13 Dec 2011
 

Notes

1. Toribio de Mogrovejo fue beatificado el 28 de junio de 1679 por el papa Inocencio XI. Cuarenta y siete años despues, el 10 de diciembre de 1726, fue canonizado por Gregorio XIII (1572–1585) (García Irigoyen, Santo Toribio, 1906). Sobre la vida ilustre del arzobispo limeño, véase León Pinelo Citation1653, ff. 185–206; Lorea Citation1679; Echave y Assu Citation1688.

2. Para el arzobispado de Lima, véase el estudio de Ganster Citation1974; Ganster Citation1991, 149–62. Para el arzobispado del Cuzco, véase el trabajo de Guibovich Pérez 1991, 151–73. Para el arzobispado de Charcas, véase la tesis doctoral de Draper 2000.

3. El cabildo catedralicio, como cuerpo colegiado, se mantenía a pesar de las ausencias de los arzobispos (Mazín Gómez et al. Citation1991, 17). Como señala Pérez Puente: ‘ellos [los capitulares], más que cualquier arzobispo, conocían la arquidiócesis, el funcionamiento de la catedral, su gobierno, su liturgia, su administración […] El tiempo de permanencia dentro del cabildo resulta de suma importancia, pues habla de la continuidad de un estilo de gobierno y administración, de transmisión de saberes, de conservación de tradiciones, y de igual forma, de la posibilidad de dirigir y pertenecer a grupos solidarios’ (2005, 84–85). Véase también Kamen 1993, 115–16.

4. El grado de colegialidad (de colligere, reunir, juntar) que se establecía entre los capitulares marcaba, según Oscar Mazín, la cohesión del cuerpo de la iglesia diocesana. Por el contrario, la formación de bandos o facciones representaba el contrapunto de la colegialidad de sus miembros, a menudo motivada por la ausencia del arzobispo (Mazín Gómez 1996, 35–36).

5. Don Pedro Muñiz y Molina (Baeza, 1545–Lima, 1616) llegó a la Ciudad de los Reyes en 1568 acompañado de su familia. En 1575 participó en una Junta consultiva convocada por el virrey Francisco de Toledo en la que se trataba de justificar la utilización del trabajo de los indios para la industria minera en atención al bien común (Lohmann Villena Citation1949, 95–96). Fue arcediano de la catedral del Cuzco, así como prior y vicario del arzobispado. En 1581 asistió al Tercer Concilio Limense como arcediano del Cuzco. Dos años más tarde fue nombrado procurador de la iglesia de Quito, pero su intención no era otra que volver a la capital. Y así fue. En 1587 el Conde de Villar lo nombró visitador y protector de la Universidad de San Marcos, en la cual se había doctorado a principios de la década de 1570 y de la cual era catedrático de prima, así como calificador del Santo Oficio. En 1594 fue nombrado deán y vicario general de la catedral de Lima. Su salud era precaria pero ello no le impidió hacer una gran fortuna. Entre 1598–1599 ejerció como rector de la Universidad, cargo que volvió a desempeñar entre 1614–1615. Tuvo otros cargos y menciones especiales, como las de provisor y vicario general de la sede vacante de Lima en 1606, que justifican el calificativo que le dio el arzobispo Toribio de Mogrovejo de hombre ‘muy docto’ (Mendiburu 1885, 5:387–88; García Irigoyen 1906, 1:228–29; Eguiguren Citation1940, 1:164; 264–67; Fox Citation1962, 73–74).

6. El doctor Bartolomé Martínez era natural de Badajoz. Licenciado en teología, fue capellán del colegio de Santa María de Sevilla. El 18 de enero de 1553 fue admitido como arcediano del cabildo catedralicio de Lima (1553–1575), gobernando la diócesis don Jerónimo de Loayza, primer arzobispo de Lima. En 1581 le correspondió recibir al segundo arzobispo de Lima, Toribio Alfonso de Mogrovejo, a quien asesoró durante su visita a la provincia. Fue procurador del Tercer Concilio Limense en representación del cabildo y en 1587 fue nombrado obispo de Panamá. Siguiendo el ejemplo del prelado limeño, fue el primero que visitó la diócesis panameña (1590). En 1593 fue designado como arzobispo del Nuevo Reino de Granada. Murió en Cartagena de Indias en 1594 (Mendiburu 1885, 5:209–10; García Irigoyen 1906, 1:50–51; Olmedo Jiménez Citation1992, 21).

7. Según lo establecido por el Concilio de Trento (sesión 23, Cap. XII), ‘los arcedianos, que se llaman los ojos del obispo […] sean maestros en teología o doctores o licenciados en derecho canónigo; distíngase con tal integridad de costumbres que con razón pueda decirse que forman el Senado de la iglesia’ (Richard Citation1793–1796, 9:219).

8. En 1593, Vosmediano participó en un interrogatorio de seis preguntas a favor de la candidatura del doctor Cipriano de Medina y Vega, sobrino del doctor Feliciano de la Vega Padilla, canónigo y futuro provisor del cabildo, para la cátedra de Vísperas de Cánones de la Universidad de San Marcos (Eguiguren Citation1940, 1:385–87). Posteriormente, Medina fue promovido como oidor de la Audiencia de Lima (León Pinelo Citation1653, f. 349).

9. Don Cristóbal Medel fue nombrado canónigo el 23 de diciembre de 1569 y tesorero en 1592. Anteriormente el cargo lo había ocupado durante 25 años el canónigo Alonso Gómez (1552–1574) (Olmedo Jiménez Citation1992, 21). Véase también García Irigoyen 1906, 1:51.

10. En una carta a Felipe II, con fecha en el Callao, 16 de abril de 1598, el virrey Luis de Velasco le comunicaba que la renta de la catedral ascendía hasta 60.000 pesos ensayados (Levillier Citation1926, 14:95). El dato lo confirma el mismo Toribio de Mogrovejo, en cuyo Memorial de 1598 escrito al papa Sixto V le notificaba que ‘la renta de los diezmos suele ser de sesenta a sesenta y cuatro mil pesos ensayados, conforme los van creciendo o disminuyendo’ (Cobo 1956, 2:459). Véase también García Irigoyen 1906, 1:78–79; 2:243; Vargas Ugarte 1959, 2:180; Dussel 1983, 1/1:456.

11. Las dos primeras canonjías (magistral y doctoral) fueron establecidas por el papa Sixto IV a finales del siglo XV, mientras que las dos últimas (lector y penitenciaria) fueron normalizadas durante el Concilio de Trento (Nalle 1992, 76).

12. Según la carta que escribieron los miembros del Cabildo al Presidente del Consejo de Indias, dicho salario era salario e insuficiente para sustentarse de acuerdo a su dignidad, acusando al arzobispo Mogrovejo de apropiarse de los derechos de los entierros y oficios funerales, así como de otras prebendas (‘Carta del Cabildo Eclesiástico al Presidente del Consejo de Indias sobre canongias y prebendas’, con fecha en Lima, 25 de mayo de 1592. Archivo General de Indias [en adelante, AGI], Lima, 310, citado en Lissón Chaves 1944, 3:674–75).

13. Era hijo legítimo de don Alonso González de Ávila y de doña Ana Ruiz de Marchena (García Irigoyen 1906, 1:270).

14. Como apunta Mazín, los racioneros no solían celebrar misas, pues no siempre eran presbíteros (Mazín 1996, 134).

15. Como señala Aguirre Salvador, las canonjías de oficio no sólo eran designadas por los monarcas, sino por un complejo proceso de selección en el que participaban, además de los obispos y prebendados, las autoridades virreinales, el claustro doctoral de la universidad así como el Consejo de Indias (Aguirre Salvador Citation2008, 75–114). Para el caso del cabildo eclesiástico de Chuquisaca y los conflictos con los prelados por el control del clero diocesano, véase Draper 2000, 19.

16. Véase también Pérez Puente 2005, 64. El profesor Mazín destaca la ruptura del sentido de corresponsabilidad al analizar los conflictos de autoridades acaecidos en 1583 entre los canónigos de la diócesis de Valladolid (actual Morelia) de Michoacán, en ausencia del obispo agustino fray Juan de Medina Rincón (1996, 88–93).

17. En 1549, en ausencia del arzobispo Vasco de Quiroga, Zurnero era provisor del obispado de Michoacán. En 1571, ya en el cabildo catedralicio de la capital mexicana, el arcediano Zurnero consiguó que declarasen incompetente al arzobispo Montúfar debido a una larga enfermedad. Mientras el cabildo catedralicio estuvo bajo su control, Moya lo definió como ‘tan señoreado’ (Poole 1987, 46–47).

18. A partir de 1570 se inició el predominio de los criollos y de los clérigos avecindados en la Nueva España. Como señala Óscar Mazín, fue la Corona quien promovió esa tendencia ‘al premiar los servicios de los conquistadores y de los primeros pobladores en sus dominios novo hispanos’ (Mazín Gómez 1996, 20). A partir de 1585, cinco años después del traslado de la sede del obispado de Pátzcuaro a Guayangareo-Valladolid, el cabildo eclesiástico de Valladolid (actual Morelia) integraba una mayor proporción de criollos (Ibidem: 103).

19. Este era un problema antiguo. Como es sabido, el diezmo o impuesto eclesiástico sobre la décima parte de la producción anual agrícola o ganadera de los feligreses, era la fuente básica de riqueza de las finanzas eclesiásticas. En el Libro Primero de Actas del Cabildo de la Catedral de Lima (Art. XXX, 15 de abril de 1572) aparecen diversos pleitos contra los capitulares sobre la administración de los diezmos (Olmedo Jiménez Citation1992, 101–2).

20. Para un estudio exhaustivo sobre la labor del III Concilio Limense, véase también Durán, Citation1982.

21. Muchos cabildos catedralicios adolecían del mismo problema. Durante su visita al cabildo eclesiástico de Charcas (1614), el arzobispo Alonso de Peralta (1612–1615) denunciócasos de concubinato, simonía y peculado entre sus canónigos (AGI, Charcas, 135, citado en Draper 2000, 47–52). En España, el doctor don Francisco de Morcillo, canónigo lector, fue acusado concubinato, de favorecer indebidamente a su hija ilegítima y de desatender sus deberes en la catedral (Nalle 1992, 80). Para corregir estas faltas de índole moral, la pena de excomunión significaba no sólo la expulsión de la iglesia, sino también la muerte social del excomulgado.

22. ‘Testimonio de autos seguidos en dicha Audiencia a instancia del Deán y Cabildo de Lima sobre las constituciones sinodales hechas y mandadas publicar y observar por el arzobispo don Toribio Mogrovejo acerca de los diezmos de su arzobispado’ (A. de Lima. Leg. 310. 1586–1587, en Lissón Chaves 1944, 3:469–80); ‘Carta del Cabildo Eclesiástico a S.M. querellándose contra el arzobispo por pleitos y vejaciones’ (AGI, Audiencia de Lima, Leg. 310, 30/04/1590, en Lissón Chaves 1944, 3:543–48).

23. ‘Auto del Concilio III de Lima, estableciendo la obligación para los prebendados, dignidades y racioneros, de asistir al coro en todas las horas y misa mayor’, Lima, 12 de julio de 1583 (Levillier Citation1919, 216–17). Existe también copia en el ‘Auto del Concilio III de Lima, la asistencia al coro de prebendados, dignidades y racioneros’, en Lima, 13 de julio de 1583 (Lissón Chaves 1944, 3:229–30).

24. Esta Consueta de Santo Toribio consta de 60 folios y estuvo vigente a lo largo de tres siglos (Busse Cárdenas y López Sánchez 2000, 30).

25. El licenciado Miguel de Salinas actuó como provisor y vicario general del arzobispado de Lima en sustitución del que fuera confesor del arzobispo Mogrovejo, el doctor limeño don Juan de la Roca, quien fue promovido como juez ordinario de la Inquisición y obispo de Popayán (1599–1605). A consecuencia de ello, Salinas se convirtió en el principal agente administrativo del arzobispo y en uno de sus hombres de confianza, siendo enviado a varias provincias como Visitador General en comisión y vicario en la ciudad de Trujillo. Intervino como testigo en la publicación del Cuarto Concilio Limense (15/3/1591). Fue también Inquisidor y Rector de la Universidad Mayor de San Marcos (1602; 1604) (García Irigoyen 1906, 1:140; Mendiburu 1876, 2:173–74, 383; Milla Batres 1986, 8:173).

26. El 2 de junio de 1592 Toribio le escribió una carta de recomendación en la que ensalzaba sus méritos para optar a una de las canongías o dignidades del Cabildo eclesiástico de Lima (Lissón Chaves 1944, 3:675).

27. Cuando el arzobispo de Valencia, don Juan de Ribera, intentó regular las ausencias del coro, reducidas de cuatro a tres meses por el Concilio de Trento, los capitulares apelaron a la Sagrada Congregación de Ritos, en Roma, que falló a su favor en 1576 (Ehlers 2006, 60).

28. Es poco lo que se sabe de la vida de don Antonio de Molina. Fue teólogo consultor del arzobispo Mogrovejo junto al jesuita José de Acosta en el Tercer Concilio Limense (García Irigoyen 1906, 1:71–72; Rodríguez Valencia 1957, 2:95). En agosto de 1583 Molina fue nombrado canónigo de la catedral y rector de la Universidad Mayor de San Marcos, siendo designado nuevamente en 1587 y 1590. Posteriormente, en 1606, Molina fue ascendido a la dignidad de chantre (Eguiguren Citation1940, 1:248).

29. ‘Carta del arzobispo de Los Reyes (Santo Toribio) a S.M. sobre que el maestrescuela enseñe gramática y el chantre canto a los mozos del coro’ (Lima, 30 de abril de 1602) (Lissón Chaves 1946, 3:447–48).

30. Natural de Lima, el canónigo Bartolomé Menacho era hijo don Juan García Menacho y doña Catalina Gómez. Se graduó de licenciado en la Universidad de San Marcos. Fue secretario del Tercer (1583) y Cuarto Concilio Limense (1591) y secretario de cámara del arzobispado. Autorizó como testigo la publicación del Quinto Concilio Limense (1601). En una carta de recomendación escrita a Felipe II, con fecha en Lima, 27 de mayo de 1591, el arzobispo Mogrovejo lo consideraba una ‘persona virtuosa y muy recogido que merece mucho’ (Lissón Chaves 1944, 3:626; AGI, Lima 207, Exp. 17, f. 2r; AGI, Indiferente General, 741, Exp. 270, f. 3r–v). En 1613 fue elegido juez sinodal. En 1631 solicitó que se abriesen informaciones sobre la vida y virtudes del arzobispo Toribio de Mogrovejo. Falleció en 1640 (Mendiburu 1880, 5:235; García Irigoyen 1906, 1:70–71; Rodríguez Valencia 1957, 2:95; Milla Batres 1986, 6:85; Dammert Bellido 1996, 309).

31. Como señala Antonio San Cristóbal, ‘la gran sacristía de los prebendados y su sala adjunta habilitada posteriormente como sala capitular del Cabildo son las únicas construcciones que [todavía hoy] perduran de la primera etapa de la Catedral anterior al terremoto de 1609’ (San Cristóbal Sebastián Citation1997, 35).

32. Declaración de Amador de Mazuecos ante el licenciado Luis Álvarez, notario público (Archivo Capitular de Lima [en adelante, ACL], Procesos de Jueces Adjuntos, 1603–1719. vol. 1, f. 7v); Declaración de Juan de Riberos al licenciado Luis Álvarez, notario público (ACL, Procesos Jueces Adjuntos, 1603–1719, f. 8v); Declaración de Diego Hernández de Medina al licenciado Luis Álvarez, notario público (ACL, Procesos Jueces Adjuntos, 1603–1719, f. 9r). Según la erección del arzobispado de Lima, la iglesia catedral debía contar con seis muchachos para el coro, y seis para el servicio de la iglesia (García Irigoyen 1906, 1:243).

33. Amador de Mazuecos era probablemente hijo de Gonzalo de Mazuecos, quien se embarcó en Sevilla el 11 de febrero de 1569 con destino a Chile en compañía de su hermano, Francisco Caro. Eran hijos legítimos de Amador de Mazuecos y María Díaz (AGI, Catálogo de Pasajeros a Indias, L.5, E.2021).

34. Juan de Riberos era natural de la villa de Garrovillas, en Extremadura. Era hijo legítimo de Diego Martín Rincón y María de Riberos. En su testamento dejó como herederos a sus hijos, Juan, Diego y María de Riberos (‘Bienes de difuntos: Juan de Riberos’ AGI, Contratación, 429, N 2, R.3, 1r–89v).

35. El doctor Aguilar nació en Lima en 1562, Se graduó en Teología en la Universidad Mayor de San Marcos, de la que fue rector en 1606. En 1611 obtuvo la dignidad de tesorero del cabildo metropolitano de Lima (Eguiguren Citation1940, 1:393; Milla Batres 1986, 3:218).

36. Según Lohmann Villena, ‘[los colegiales] Durante el período lectivo, en invierno, se levantaban a las 5:45 de la mañana; seguían oraciones y misa, así como un frugal desayuno (que algunas veces, dada la escasez de fondos, se reducía a medio panecillo). Luego acudían a la catedral a asistir a los prebendados como monaguillos. A las 9 estaban de vuelta en el Seminario, en donde durante dos horas recibían clases de gramática latina o estudiaban privadamente’ (Lohmann Villena Citation1989, 18).

37. Juan de Solórzano Castillo y Diego Hernández de Medina, colegiales del Seminario, ante Lucas de Morales, notario público (ACL, Procesos Jueces Adjuntos, 1603–1719, f. 17v). Igualmente, el colegial Alonso Mejía de Aliaga afirmaba que el maestrescuela don Juan Díaz amenazó al seminarista Juan de Solórzano por haber vuelto al Seminario, sentenciándole que ‘había de estar colgado en tres palos porques sois revoltoso y facineroso’ (ACL, Procesos Jueces Adjuntos, 1603–1719, f. 20v).

38. Alonso Mejía de Aliaga, colegial, ante Lucas de Morales, notario público (ACL, Procesos Jueces Adjuntos, 1603–1719, ff. 19v–20r).

39. Juan de Solórzano Castillo y Diego Hernández de Medina, colegiales del Seminario, ante Lucas de Morales, notario público (ACL, Proceso sobre Jueces Adjuntos, 1603–1719, f. 17v); Alonso Mejía de Aliaga, colegial, ante Lucas de Morales, notario público (ACL, Proceso sobre Jueces Adjuntos, 1603–1719, f. 21r). Véase también la declaración del colegial Francisco de Ayarza, quien había oído decir al maestrescuela que ‘Dios ha de mandar mal y caramente a su Señoría el haber fundado el dicho Colegio [Seminario] porque es cueva de ladrones y otras cosas feas que no se pueden decir’ (ACL, Proceso sobre Jueces Adjuntos, 1603–1719, f. 25r).

40. Miguel de Salinas ante Luis Álvarez, notario público. Lima, 27 de diciembre de 1601 (ACL, Proceso sobre Jueces Adjuntos, 1603–1719, f. 9v).

41. Juan de Palomares era hijo del corregidor de Guíalas, don Juan de Palomares (13/11/1579) (Bromley Seminario y Lee 1942, 9:133–42).

42. Juan de Palomares, presbítero, ante Luis Álvarez, notario público. Lima, 29 de diciembre de 1601 (ACL, Proceso sobre Jueces Adjuntos, 1603–1719, f. 10r–v); Francisco de Garibavana, presbítero, ante Luis Álvarez, notario público. Lima, 29 de diciembre de 1601 (ACL, Proceso sobre Jueces Adjuntos, 1603–1719, f. 10v).

43. Miguel de Salinas ante Luis Álvarez, notario público. Lima, 29 de diciembre de 1601 (ACL, Proceso sobre Jueces Adjuntos, 1603–1719, ff. 10v–11r).

44. Juan Suárez de Toledo, presbítero, ante Luis Álvarez, notario público. Lima, 31 de diciembre de 1601 (ACL, Proceso sobre Jueces Adjuntos, 1603–1719, ff. 10v–11r); Francisco de Buendía, presbítero, ante Luis Álvarez, notario público. Lima, 31 de diciembre de 1601 (ACL, Proceso sobre Jueces Adjuntos, 1603–1719, ff. 15r–17r).

45. Miguel de Salinas ante Luis Álvarez, notario público. Lima, 29 de diciembre de 1601 (ACL, Proceso sobre Jueces Adjuntos, 1603–1719, ff. 11v–12r).

46. El primer arzobispo de Lima, Jerónimo de Loayza, murió el 26 de octubre de 1575 y no fue hasta 1581 que llegó el nuevo prelado, Toribio Alfonso de Mogrovejo.

47. Para una pequeña semblanza del jesuita Fernando González de Mendoza, obispo electo del Cuzco en 1608, véase Mendiburu 1880, 5:256–57; Milla Batres 1986, 4:227; 6:99; Burrieza 2007, 402–14.

48. A pesar de las disposiciones tridentinas, la fundación de los primeros seminarios conciliares no se produjo en la ciudad de México hasta 1697 (Pérez Puente 2005, 156).

49. ‘Cartas del licenciado Avendaño sobre el Seminario y el Concilio’, con fecha en Lima, 26 de marzo de 1590–1591 (AGI, Lima, 93, citado en Lissón Chaves 1944, 3:593–97). En 1653, León Pinelo señalaba que el Colegio quedó fundado y con el titulo de Santo Toribio. Llegó a tener cuarenta becas, ‘que después se limitaron a veinte y quatro. Su traje es, ropa parda, y beca morada’ (1653, f. 111).

50. Guzmán fue el primer rector del colegio Seminario. En 1595 fue nombrado canónigo de la catedral, y tras la muerte del arzobispo, ejerció diversos cargos. En 1608 ejerció como rector de la Universidad de San Marcos (cargó que volvió a ejercer en 1624, 1637 y 1638). Entre 1609 y 1625 desempeño el cargo de tesorero (junto a don Cristóbal Medel, fallecido el 8 de julio de 1609), y en 1634, el de chantre del cabildo catedral. Murió en 1638 mientras ejercía el cargo de provisor y vicario general del arzobispo Arias de Ugarte (García Irigoyen 1906, 2:42; Soto Rábanos 1987, XXXVI).

51. En 1592, la gruesa de los diezmos ascendía a un total de 21.060 pesos ensayados. A las cinco dignidades les correspondía un salario de 1.820 pesos ensayados y 8 reales; a los canónigos, 1.238 pesos ensayados y 10 reales y 3 cuartillos; a los racioneros 619 pesos ensayados y 5 reales y la mitad de tres cuartillos, además de los novenos de las iglesias y hospitales así como algunas capellanías, memorias, aniversarios y misas de cofradías y entierros (‘Real Cédula al Virrey del Perú sobre los racioneros de aquella diócesis’, con fecha en 19 de agosto de 1598, en Lissón Chaves 1946, 4:247–48). Véase también AGI, Lima, 310, citado en Lissón Chaves 1944, 3:674–75.

52. Efectivamente, fueron los primeros, pero no los únicos. Según la carta que escribió el Marqués de Cañete a Felipe II, con fecha en el Callao, 12 de abril de 1596, hacía diez o doce años que Toribio cobraba a los religiosos doctrineros ‘la parte que les cabe pagar de sus estipendios para el seminario’ (Levillier Citation1919, 602). Algunos de ellos, principalmente dominicos y agustinos, apelaron directamente a Roma para evitar el pago de la cuota del 3% (Lissón Chaves 1944, 3:89–92, 260–63).

53. En su hagiografía sobre el arzobispo Mogrovejo nada dice León Pinelo acerca de los conflictos que tuvo con los prebendados por la erección del cabildo. Tan sólo señala las tensiones que tuvo con el Virrey García Hurtado de Mendoza, evitando pronunciarse sobre otros asuntos que pudieran empañar la reputación del prelado (León Pinelo Citation1653, ff. 91–111).

54. La respuesta de Felipe II fue asimismo enérgica. El 30 de noviembre de 1591 dictó una Real Cédula ordenando al Virrey que se abstuviese de dichos nombramientos, declarando en otra cédula, de fecha 20 de mayo de 1592, que el gobierno y administración del colegio seminario correspondían al arzobispo Mogrovejo (Mendiburu 1880, 4:318).

55. No olvidemos que el hermano del Virrey, el padre Hurtado de Mendoza, fue nombrado rector del colegio de San Pablo en enero de 1592, sustituyendo al padre Juan Sebastián de la Parra, que había sido ascendido al cargo de provincial (Mendiburu 1885, 5:256).

56. Véase también Vargas Ugarte Citation1969, 15–16; Coello 2006, 123–75. El 27 de marzo de 1591 Toribio escribió a Felipe II quejándose de la intromisión del Virrey en asuntos de jurisdicción eclesiástica, tomando ‘lo que a ellos (los prelados) les pertenece y compete por derecho’ (‘Carta del Arzobispo de Los Reyes [Santo Toribio] dice que sobre haber quitado el Virrey el escudo de armas del Arzobispo de su casa seminario. Pretende vuelvan a él los alumnos y profesores’, con fecha en Lima, 27 de marzo de 1591 [AGI, Lima, 248 R.21, citado en Lissón Chaves 1944, 3:597–98]).

57. El Seminario de Lima se inauguró con treinta colegiales, pero los conflictos habidos entre el arzobispo y el Virrey disminuyeron su número (Rodríguez Valencia 1957, 2, 145). Para informarse sobre la situación del Seminario, las rentas de que disfrutaba y las necesidades que tenía para su sostenimiento, Felipe II escribió al arzobispo, con fecha en Toledo, 13 de junio de 1592 (García Irigoyen 1906, 2:34–35; Vargas Ugarte Citation1969, 14).

58. Si bien consideraba que obedecer la voluntad de un prebendado era la obligación de cualquier buen cristiano. Al respecto, véase la ‘Declaración de don Pedro Mauricio González de Mendoza’, con fecha en Lima, 29 de diciembre de 1601 (ACL, Proceso sobre Jueces Adjuntos, 1603–1719, f. 27r–v).

59. Don Francisco de Quiñones y Villapadierna (Valladolid, 1540–Lima, 1605) era el primo y cuñado del arzobispo Toribio Alfonso de Mogrovejo. Ejerció el cargo de mayordomo y limosnero, lo que parecía confirmar la voluntad del arzobispo de someter las pretensiones de autonomía del Cabildo, entregando la administración de las rentas episcopales a un familiar de su entera confianza (García Irigoyen 1906, 1:86). El 24 de febrero de 1599 fue nombrado gobernador y capitán general interino del reino de Chile a causa de la muerte del general don Martín García Oñez de Loyola (Mendiburu 1887, 7:16–17; Lohmann Villena Citation1992, 66). Poco después volvió a Lima y su cuñado el arzobispo escribió una carta a Felipe III, con fecha 30 de abril de 1603, solicitándole mercedes por los servicios prestados en el reino de Chile (Lissón Chaves 1946, 3:454). En 1603 el virrey Luis de Velasco lo nombró alcalde junto con don Juan Dávalos de Ribera, hijo de Don Nicolás de Ribera ‘el Viejo’, el que fuera primer alcalde de Lima y tesorero de la Hacienda Real en tiempos de Francisco Pizarro (Bromley Seminario y Lee 1943, 14:309–11).

60. José Antonio Benito (2006, xx) señala algunos nombres de los que acompañaron a Toribio en sus visitas pastorales: a los ya citados Francisco de Quiñones y Alonso de Huerta se encontrarían Bernardino de Almansa, Juan de Robles, Bartolomé Menacho, Diego Morales, Ginés de Alarcón, Alfonso Ramírez Berrio, Sancho Dávila, Bernardo Díez de Alcocer, fray Gaspar de la Torre, Juan Gutiérrez de Villapadierna, Juan de Cepeda, el negro Domingo, Diego de Rojas, fray Juan de Elías, Pedro Mesías Quintero, Juan de Cáceres Farfán, Alonso de Carrión, Juan de los Ríos, Juan Messía de Estela, Francisco de Saldaña, Gregorio de Barahona, Vicente Rodríguez, limosnero de pobres vergonzantes, y Bernardino Ramírez. Muchos de ellos testificaron a favor de su beatificación (León Pinelo Citation1653 , ff. 340–60).

61. El padre Alonso de Huerta era maestro en la lengua de los indios y doctor en teología por la Universidad de San Marcos. Natural de Huanuco, predicaba a los indios en la iglesia catedral y era cura de la parroquia del Cercado desde 1590. El 30 de abril de 1602 presentó una información de méritos ‘para una prebenda de una de las iglesias catedrales de este Reino’ (AGI, Lima, 213, n° 13, f. 28r). Para más información sobre los oficios y méritos del padre Alonso de Huerta, véase AGI, Lima, 213, n° 13, ff. 1r–60v. Sobre los conflictos entre el padre Alonso de Huerta y los capitulares de la catedral de Lima, véase Coello 2005, 299–325.

62. Muchos canónigos, como Feliciano de la Vega Padilla, fueron rectores o catedráticos de la Universidad de San Marcos (1610–1611, 1616–1617, 1621–1623), lo que estableció importantes lazos entre el cabildo eclesiástico, los claustros doctorales y sus alumnos.

63. Como los diezmos eran escasos (Antonio Acosta nos indica que la diócesis de Lima era pobre, en comparación con la del Cuzco, ascendiendo a 3.000 pesos la suma total de diezmos para 1543), Loayza suspendió provisionalmente muchos de los oficios (Acosta Citation1996, 60). En la década de 1550 los diezmos ascendían ya a 18.700 pesos (Acosta Citation1996, 63), lo que permitió que el arzobispado pudiera contar desde muy temprano (1552) con las cinco dignidades mínimas (deán, arcediano, chantre, maestrescuela y tesorero) exigidas en el Acta de Erección de la catedral de Lima, número que mantuvo hasta 1570 (Olmedo Jiménez Citation1992, 19–20). Los cinco miembros del Cabildo fueron el deán Juan Toscano (1549–1570), de Sevilla; el arcediano Francisco de León (1543–1575), de Sevilla; el chantre Francisco de Ávila (1543–1575), de Granada; el maestrescuela Juan de Cerviago (1550–1567), de Burgos, y el tesorero Alonso Gómez (1552–1574). Asimismo los canónigos fueron tres: don Alonso Pulido (1543–1552), de Plasencia; don Juan Lozano (1543–1552), de Sevilla; y don Agustín Arias (1550–1552), de Medina del Campo. Al respecto, véase también García Irigoyen 1906, 1:48–52; Vargas Ugarte 1959, 1:162, 2:169.

64. Natural de Medina del Campo, el licenciado don Agustín Arias fue uno de los canónigos fundadores del coro de la catedral de Lima y el primer juez provisor del arzobispado en 1543. Asimismo el 27 de noviembre de 1550 fue nombrado canónigo. Sirvió como notario apostólico y secretario del I Concilio Provincial Limense (1552). Ejerció como visitador eclesiástico de la diócesis del Cuzco, siendo maltratado y preso por el obispo don Juan de Solano (Mendiburu 1874, 1:340; García Irigoyen 1906, 1:49).

65. Igualmente, los cabildos catedralicios vallisoletanos y leoneses nombraban por entonces dos jueces para la corrección y castigo de las causas criminales: uno, nombrado por el provisor, y otro, un canónigo nombrado por el cabildo (Villacorta Rodríguez Citation1974, 334–35).

66. Olmedo Jiménez refiere algunas de estas amonestaciones contra canónigos por no asistir a las reuniones del Cabildo. Este fue el caso del tesorero Alonso Gómez (12/09/1564) y del canónigo Pedro Mexía (19/9/1564), a quienes se les impuso una pena pecuniaria (Olmedo Jiménez Citation1992, 67–68).

67. El canónigo Cristóbal de León era español. En 1575 fue nombrado canónigo de la catedral y posteriormente rector de la Universidad de San Marcos. En 1599 el virrey Velasco lo describía como un ‘hombre ejemplar pío y limosnero dado a cosas espirituales’. Unos años después, en 1604, obtuvo el cargo de sochantre del coro metropolitano, recomendándolo para que sirviera dicho oficio en propiedad (García Irigoyen 1906, 2:52; Eguiguren Citation1940, 1:237; Levillier Citation1926, 14:236; Olmedo Jiménez Citation1992, 18).

68. Era limeño e hijo legítimo de don Martín Sánchez y de doña Isabel de Balboa. En 1577 fue recibido como canónigo, distinguiéndose como profesor de lengua en la Universidad de San Marcos. En 1582 asistió al Tercer Concilio Limense como uno de los procuradores del cabildo catedralicio (García Irigoyen 1906, 1:53).

69. ‘Declaración de don Pedro Mauricio González de Mendoza’, con fecha en Lima, 29 de diciembre de 1601 (ACL, Proceso sobre Jueces Adjuntos, 1603–1719, ff. 26v–28r).

70. Como es sabido, los emblemas, medallas, retratos o cédulas reales constituían formas simbólicas que sustituían a los monarcas, transmitiendo una sustancia ‘real’ a las cosas que los representaban (Louis Marin, citado en Bouza Citation1998, 64–65).

71. En 1609 se nombraron como jueces adjuntos a los canónigos don Cristóbal Medel y don Fernando Guzmán (Bermúdez Citation1903, 22).

72. Desconocemos cual fue el parecer del arzobispo en este asunto. Sabemos que por entonces estaba visitando por tercera vez su arzobispado y que en abril de 1602 regresó puntualmente a Lima para la celebración del XII Sínodo (Benito 2006, xliv–xlv).

73. Uno de los requisitos para optar a una plaza consistía en redactar una relación de méritos o informaciones en las que diversos testigos de renombre alababan las aptitudes del candidato. Posteriormente se presentaba una lista de candidatos a cada una de las plazas propuestas, certificando la existencia de redes clientelares y de patronazgo entre aquellos grupos o elites de poder y sus beneficiados. Al cuestionar la autoridad del deán y el resto de capitulares sobre la elección de los aspirantes a las canonjías de oposición, el arzobispo Mogrovejo pretendía limitar el nepotismo y el tráfico de influencias que se sucedían en el seno de los cabildos metropolitanos. En su libro sobre las reformas del arzobispo Juan de Ribera, Ehlers comenta el caso del clérigo Jerónimo Gombau (1536–1597), hijo ilegítimo de un sacristán, quien obtuvo una dispensa papal para asumir una canonjía el cabildo catedralicio de Valencia a la edad de 12 años (2006, 60).

74. El doctor don Carlos Marcelo Corne, natural de Trujillo, fue un fiel seguidor de la Compañía de Jesús. Era hijo del francés don Juan Corne (o Corni). Hizo sus primeras letras en Trujillo, pero luego se trasladó a Lima a estudiar en el Colegio de San Martín, regido por los jesuitas en tiempos del padre rector Pablo José de Arriaga (futuro ideólogo de las campañas de extirpación de idolatrías, 1609–1622). Se doctoró en 1590 y posteriormente fue profesor en el Colegio jesuita de San Martín y en el Seminario fundado por Toribio de Mogrovejo, catedrático de artes en la Universidad de San Marcos y canónigo magistral de la catedral de Lima. En 1603 entró a formar parte del prestigioso cabildo metropolitano. En 1619 fue nombrado obispo de Trujillo, tomando posesión de su iglesia en marzo de 1622 (Mendiburu 1876, 2:416–17; García Irigoyen 1906, 1:67–68; Milla Batres 1986, 3:49). De acuerdo con su testamento, otorgado el 14 de octubre de 1629, el obispo donó treinta y seis esclavos negros a la Compañía de Jesús y promovió la fundación del colegio jesuita de San Salvador, en Trujillo. Para ello dispuso que de sus bienes patrimoniales se comprase la hacienda de Gazñape, situada en el valle de Chicama (Biblioteca Nacional de Lima, Ms. 743 (20/9/1620).

75. Posteriormente, el cabildo eclesiástico, que gobernaba en sede vacante tras la muerte del arzobispo Mogrovejo, escribía una carta al rey, con fecha en Lima, 28 de mayo de 1607, suplicando que mandase ‘se les afecten algunos beneficios y doctrinas en cuyas oposiciones concurran solamente los colegiales […] los beneficios que se les podrán afectar son los de la provincia de Huarochirí, que son seis, y los de Limaguana, que son dos con que se animarán grandemente a seguir la virtud y a su imitación y ejemplo los demás hijos de esta tierra’ (Lissón Chaves 1944, 4:572).

76. Para un estudio del cabildo eclesiástico limeño y sus familias en el siglo XVIII, véase Ganster Citation1991, 149–62.

77. Hacia 1620 localizamos al doctor Osorio de Contreras como un prominente vecino de la ciudad de la Plata (Draper 2000, 75).

78. Este salario fue doblado a partir de las nuevas constituciones de 1609 (Vargas Ugarte Citation1969, 18, 51).

79. Su cuerpo se verificó en 1607, un año después de su fallecimiento (Mendiburu 1885, 6:256; García Irigoyen 1906, 2:296–308; Milla Batres 1986, 4:227).

80. ‘Resumen del expediente VII sobre los seminaristas sínodos expulsados’, en (Lissón Chaves 1944, 4:575–76).

81. ‘Resumen del expediente VII …’, en Lissón Chaves 1944, 4:576.

82. ‘Expediente sobre expulsión que hizo el provisor de algunos muchachos seminaristas escandalosos. Primera carta del Cabildo a su Majestad’, en Lissón Chaves 1944, 4:573–75.

83. Hijo de don Alonso de Valencia y de doña Constanza Díaz de Santiago y Amaya, el doctor don Pedro de Valencia estudió en la Universidad de San Marcos, ejerciendo como cura parroquiano en los obispados del Cuzco y Arequipa. Mendiburu señala que era muy aficionado a la música y a las ceremonias eclesiásticas. En 1614 fue promovido al obispado de Guatemala, pero no llegó a tomar posesión. En 1617 el arzobispo Bartolomé Lobo Guerrero lo consagró como obispo de La Paz, donde ejerció hasta su muerte en 1631 (Mendiburu 1890, 8–11, 236–37; Soto Rábanos 1987, xxxv).

84. Natural de Lima, el doctor Feliciano de la Vega Padilla era hijo de don Francisco de Vega, natural de Sevilla, gobernador y capitán general de Panamá, y doña María Feliciana de Padilla y Celis. Estudió en el Colegio Real de San Felipe y San Marcos, del que fue rector en varias ocasiones (1610; 1616; 1621; 1652). Desde el 22 de abril de 1609 hasta el 12 de enero de 1622, Feliciano de la Vega ostentó el cargo de juez provisor y vicario general de la diócesis de Lima. Posteriormente, entre 1626 y 1630, se encargó nuevamente de la gestión capitular en sede vacante (García Cabrera 1994, 39). En 1631 actuó como chantre de la catedral jubilado de prima de cánones de la Universidad de San Marcos y calificador del Santo Oficio (Mendiburu 1890, 8–11, 275–77). El 9 de abril participó en el proceso ordinario de beatificación del padre Juan Sebastián de la Parra (Archivum Romanum Societatis Iesu [ARSI], Archivio della Postulazione generale, Roma, Proceso informativo Juan Sebastián de la Parra, 1631 [Testigo 62]. Feliciano de la Vega, Tomo I, E-10, n° 54, ff. 200v–6r). En 1631 fue nombrado obispo de Popayán, y tres años después, en 1634, fue trasladado al obispado de La Paz, donde permaneció hasta 1639 (Meiklejohn 1988, 83; Dammert Bellido 1995, 21–53).

85. García Irigoyen 1906, 1:63–65. Véase también Bermúdez Citation1903, 23. Mientras que los españoles y criollos podían optar a las doctrinas rurales de indios, el arzobispo Lobo Guerrero fue partidario de la ordenación de mestizos ilegítimos para asignarlos específicamente a dichas parroquias de indios, donde apenas había posibilidades de promoción (Hyland Citation1998, 431–54).

86. Desde 1605, el arzobispo Lobo Guerrero asistía a las comedias y actos literarios que representaban los jesuitas, acompañado del presidente de la Audiencia y Gobernador y Capitán General del Nuevo Reino de Granada, don Juan de Borja, hijo natural de don Fernando de Borja y nieto del padre Francisco de Borja, tercer General de la Compañía de Jesús (Mantilla 1996, 98).

87. En opinión de Paulino Castañeda Delgado, Lobo Guerrero era ‘un arzobispo dispuesto a reformar todo lo reformable’ (citado en García Cabrera 2011, 183).

88. Al respecto, véase también la carta que escribió a Felipe III, con fecha Santa Fe, 20 de mayo de 1607, en recomendación y elogio de la Compañía de Jesús (Mantilla 1996, 217).

89. Lobo Guerrero, Constituciones Sinodales del Arzobispado de los Reyes (1613), en Lobo Guerrero y Arias de Ugarte 1987, 38–42.

90. Aunque no existen pruebas concluyentes al respecto, algunos historiadores, como Sabine Hyland (Citation1998, 431–54), sostienen que el cura de San Damián de Huarochirí era de origen mestizo y expósito. Su interés en extirpar idolatrías estaría motivado, según Hyland, por su deseo de ascender en la carrera eclesiástica. Algo que, como vimos, ocurrió cuando en 1618 fue designado como canónigo y deán del cabildo catedralicio de Charcas. Al respecto, véase Milla Batres 1986, 1:317; Coello 2008, 67–68.

91. ‘Informaciones promovidas por el arzobispo Bartolomé Lobo Guerrero sobre las doctrinas de los religiosos’ (AGI, Lima, 301), citado en Acosta Citation1984, 84.

92. Véase también García Cabrera 1994, 24–27. Recientemente, García Cabrera ha insistido en la imposibilidad de entender el gobierno del arzobispo Lobo Guerrero en el Perú sin tener en cuenta su actuación previa en el arzobispado de Nueva Granada (2011, 183–85).

93. La elección de examinadores para la provisión de los beneficios catedralicios y de examinadores sobre el conocimiento de la lengua de los naturales no se produjo hasta el 10 de julio de 1613, fecha en en que tuvo lugar la apertura del Sínodo Diocesano (Soto Rábanos 1987, xxxv).

94. Sobre el realce externo de las ceremonias otorgado por el arzobispo Lobo Guerrero en Santa Fe de Bogotá (1599–1609), véase Mantilla 1996, 61–71.

95. Como señala Mendiburu, ‘les impuso por condición que no fuese el Adviento, Cuaresma, las tres Pascuas, Octavario de Corpus, y las fiestas de la Trinidad, Asunción, Transfiguración y Apóstoles de San Pedro y San Pablo, en los cuales días debían estar presentes, y si faltaren ser multados’ (Mendiburu 1885, 6, 60). Véase también García Irigoyen 1906, 2:204–6; Bermúdez Citation1903, 25.

96. A la muerte del arzobispo Lobo Guerrero, los miembros del Cabildo eclesiástico solicitaron que el candidato fuera ‘de los que se han criado y sido prebendados en las iglesias catedrales y que sepa sus ceremonias y modo de gobierno, porque de faltar esta noticia a los Prelados se han seguido muchos inconvenientes …’ (Castañeda Delgado Citation1981, 55).

97. El 14 de julio de 1600 el papa Clemente VIII promulgó la última versión del ‘antiquísimo ceremonial de los obispos’ mediante el breve Cum novissime (Mantilla 1996, 61–62).

98. Natural de Lima, hijo de don Pedro Ortega y de doña Juliana Arias, el doctor don Pedro Ortega y Sotomayor estudió en el colegio jesuita de San Martín, donde ingresó en 1602 a los 16 años de edad. Tres años después ganó por oposición la cátedra de artes y a continuación la de Vísperas y Prima de Teología de la Universidad de San Marcos, de la que fue rector. En 1629 fue calificador del Santo Oficio y en 1644 fue nombrado obispo electo de Trujillo. Posteriormente se retiró al noviciado jesuita de San Antonio Abad, donde residió hasta su consagración el 30 de septiembre de 1646, tomando posesión de su obispado el 24 de febrero de 1647. Ese mismo año, el 14 de julio, fue designado como obispo de Arequipa, entrando en la ciudad el 2 de diciembre. En 1652 pasó al obispado del Cuzco, donde realizó muchas obras benéficas. Fallecío el 7 de agosto de 1658, siendo enterrado en el presbiterio de la iglesia de San Francisco del Cuzco, de la cual fue benefactor (Mendiburu 1885, 6:186–87; Milla Batres 1986, 6:394–95).

99. El 1 de diciembre de 1618 el sevillano Andrés García de Zurita obtuvo la canonjía teologal. Estudió en el Colegio Real de San Felipe y San Marcos, convirtiéndose en su rector en años venideros (Mendiburu 1885, 5:61; García Irigoyen 1906, 1:66–67).

100. Durante el gobierno del arzobispo Lobo Guerrero (1609–1622), el colegio Seminario SantoToribio mereció su protección. No sólo lo visitó en repetidas ocasiones, sino que reformó sus constituciones, que permanecieron vigentes hasta el siglo XIX (Mendiburu 1885, 5:61; Vargas Ugarte Citation1969, 52).

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