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Bulletin of Spanish Studies
Hispanic Studies and Researches on Spain, Portugal and Latin America
Volume 91, 2014 - Issue 7
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ARTICLES

La profesión del noble: linaje y mérito castrense en El Aldegüela

 

Abstract

The comedia El Aldegüela, attributed to Lope de Vega, is loosely inspired by the life of Fernando García de Toledo, an illegitimate son of the third Duke of Alba, who eventually procured for Fernando the title of Great Prior of Castile and León. Insofar as it dramatizes the protagonist's rise to social prominence through a successful military career, this text can be linked to Lope's earlier work El hijo Venturoso. However, a closer examination of El Aldegüela reveals in it a different ideological approach towards the alleged natural superiority of the nobility in matters of war, and one that is more opposed to an egalitarian concept of merit based on the development of skills and on non-hereditary virtues. In contrast to El hijo Venturoso, El Aldegüela seeks to establish a compromise between these two opposing points of view. Its more conciliatory stance was probably influenced by the various proposals emerging at the period for the reform of the Spanish military, a highly debated issue in the years following the death of the third Duke of Alba.

La comedia El Aldegüela, atribuida a Lope de Vega, se inspira libremente en la vida de Fernando García de Toledo, hijo ilegítimo del tercer Duque de Alba, quien años más tarde procuró para Fernando el título de Gran Prior de Castilla y León. En la dramatización del ascenso de su protagonista a la prominencia social mediante el éxito en la carrera de las armas, el texto puede conectarse con la temprana comedia de Lope El hijo Venturoso. Sin embargo, un examen detallado de El Aldegüela permite apreciar el distinto énfasis ideológico de esta comedia en torno a la cuestión de la supuesta superioridad natural de la nobleza para la guerra, frente a la defensa más igualitaria del mérito exclusivamente basado en el desarrollo de hábitos y cualidades no heredadas. Separándose del El hijo Venturoso, El Aldegüela intenta compatibilizar los dos puntos de vista que acabo de mencionar. Esta postura se corresponde con la evolución de diversas propuestas sobre la reforma de los ejércitos españoles, un tema muy debatido tras la muerte del tercer Duque de Alba.

Notes

1 El hijo Venturoso, ed. Jesús Gómez & Paloma Cuenca, en Obras completas de Lope de Vega, ed. & prólogo de Jesús Gómez & Paloma Cuenca, 12 vols (Madrid: Turner, 1993–1995), III, 74. Sobre esta comedia, véase Jorge Checa, ‘Engendrado por la guerra: El hijo Venturoso de Lope de Vega’, Bulletin of the Comediantes, 63:1 (2011), 1–17; como se señala aquí (6–7), el doctor Huarte de San Juan usa la expresión ‘segundo nacimiento’ en alusión a la nueva identidad procurada por la realización de hechos heroicos.

2 S. Griswold Morley & Courtney Bruerton, Cronología de las comedias de Lope de Vega, trad. María Rosa Cartes (Madrid: Gredos, 1968), 412–13. Para Morley & Bruerton, la ausencia de décimas induce a pensar que se escribió antes de 1615. Fermín Sierra Martínez llega a conclusiones parecidas a través de un estudio de la métrica y en particular del empleo de versos endecasílabos, observando que la comedia se escribiría después de 1612; véase ‘Acercamiento a Lope de Vega: El Aldehuela, ¿autoría o atribución?’, en Actas del X Congreso de la Asociación Internacional de Hispanistas: Barcelona 21–26 de agosto de 1989, ed. Antonio Vilanova, 4 vols (Barcelona: Promociones y Publicaciones Universitarias, 1992), II, 1107–120. En su reciente edición de la obra bajo el título La Aldehuela y el Gran Prior de Castilla, intro., ed. & notas de Ricardo Serrano Deza (Ávila: Diputación de Ávila/Institución Gran Duque de Alba, 2007), Serrano Deza sitúa la escritura hacia 1615: ‘al principio del segundo período abulense de Lope, como capellán de San Segundo, en la Catedral de Ávila’ (30). Con respecto al nombre de la comedia, sigo el que propone Menéndez Pelayo a partir del manuscrito titulado El Aldeguela y fechado en Toledo el 6 de mayo de 1623; este primer testimonio, donde no aparece el nombre de Lope, lleva la firma de Martín Navarro y se conserva en la Biblioteca Nacional de Madrid (Ms. 16.910). En Parte cuarenta y dos de comedias nuevas nunca impresas, escogidas de los mejores ingenios de España (Madrid: Roque Rico de Miranda, 1676), la comedia se adjudica a Francisco de Villegas y se titula El hijo de la molinera y el gran prior de Castilla. En la Universidad de Liverpool se guarda también una edición suelta sin lugar de edición ni fecha, aunque su tipografía corresponde a la primera mitad del siglo XVII; aquí la obra se atribuye a Lope y lleva por título Más mal hay en el aldehuela, que se sueña. Da cuenta de este testimonio Ann L. Mackenzie, ‘Comedias de Lope Vol. II. A Unique Volume of Early comedias sueltas in Liverpool University's Sydney Jones Library’, en The Comedia in the Age of Calderón. Studies in Honour of Albert Sloman, ed., with an intro., by Ann L. Mackenzie, BHS, LXX:1 (1993), 17–35; particularmente pp. 23–24. Agradezco sinceramente a la profesora Mackenzie la última referencia.

3 Aunque Morley y Bruerton incluyen la obra entre las ‘comedias de autenticidad dudosa’, afirman que la versificación ‘tiene todas las características de ser auténtica’ (Cronología, 413). Menéndez Pelayo no dudó en atribuir la comedia a Lope; véase ‘Observaciones preliminares’, en Obras de Lope de Vega, XXV: Crónicas y leyendas dramáticas de España [X], 6a ed., BAE 223 (Madrid: Ediciones Atlas, 1969), 88–101 (p. 88). Niega esta idea Augusto A. Portuondo, ‘¿Escribió Lope de Vega La aldehuela y el gran prior?’, Hispanófila, 47 (1973), 39–45. El análisis métrico de Sierra Martínez refuerza la autoría de Lope. Serrano Deza insiste en la misma posibilidad con argumentos de carácter léxico e histórico (‘Introducción’, La Aldehuela, ed. Serrano Deza, 28–30).

4 Comenta brevemente esta anécdota William S. Maltby, El Gran Duque de Alba: un siglo de España y de Europa (1507–1582), trad. Eva Rodríguez Halffter (Madrid: Turner, 1985), 30–31. Maltby refiere al artículo de Berwick y Alba (Duque de Alba), ‘Biografía de Doña María Enríquez, mujer del gran duque de Alba’, Boletín de la Real Academia de la Historia, 121 (1947), 7–39.

5 Véase Santiago Fernández Conti, ‘El prior don Hernando de Toledo, capitán de Felipe II y de sus consejos de estado y guerra’, en Il perfetto capitano, immagini e realtà (secoli XV–XVII): atti dei seminari di studi Georgetown University a Villa ‘Le Balze’, Istituto di Studi Rinascimentali di Ferrara 1995–1997, ed. Marcello Fantoni (Roma: Bulzoni, 2001), 87–134.

6 Fernández Conti, ‘El prior don Hernando de Toledo’, 88.

7 ‘Ved que vuestro esclavo soy; / tened lástima de mí’, ante lo cual se pregunta María, consciente de sus diferencias sociales: ‘¿Si el Duque me quiere bien? / Mas ¿cómo, si no es mi igual?’ (121a). Estas y las siguientes citas en el texto y en las notas se refieren a la edición de Marcelino Menéndez Pelayo en Obras de Lope de Vega, XXVI: Crónicas y leyendas dramáticas de España [XI], 6a ed., BAE 224 (Madrid: Ediciones Atlas, 1969), la cual reproduce la que aparece en Obras dramáticas de Lope de Vega, publicadas por la Real Academia Española, volumen XII (1901). La numeración corresponde a las páginas al no venir numerados los versos.

8 A diferencia sobre todo de lo que ocurre en las llamadas ‘comedias de comendador’ de Lope y Tirso, el asedio sexual a una villana no tiene lugar aquí con violencia física, método expresamente rechazado por el propio Duque pese a las incitaciones de su criado Floro: ‘Quien busca gusto por fuerza / no tiene perfecto amor’ (116b). Se trata, pues, de una relación consentida que no enfrenta abiertamente al señor con sus vasallos ni se ejerce sobre una novia o una recién casada, por lo cual la obra carece de las alusiones condenatorias al derecho de pernada detectables en otros textos; véase el ‘Estudio preliminar’ de Noël Salomon a Fuente Ovejuna, intro., ed. & notas de Donald McGrady (Barcelona: Crítica, 1993), ix–xxii (p. xxi). En cuanto a la imagen de los campesinos, El Aldegüela se decanta en varios casos hacia el modelo del ‘villano cómico’ o ridículo, sin que falten reminiscencias del ‘villano pintoresco y lírico’. No hay en cambio figuras verdaderamente ejemplares y dignas dentro de la aldea, con la posible excepción de María—aunque es verdad que esta no se siente identificada con su grupo. De hecho, en la jornada segunda los aldeanos persiguen a Fernando con rencor y brutalidad, y se les tilda de ‘villanos viles, / armados de hierro y miedo’ (151b). Sigo la tipología de personajes campesinos propuesta por el mismo Salomon en Lo villano en el teatro del Siglo de Oro, trad. Beatriz Chenot (Madrid: Castalia, 1985).

9 El tema de los maliciosos rumores aldeanos con el que se cierra su primera jornada aparece también recogido en Don Quijote 1, capítulo 46, donde se formula el mismo refrán que da título a la comedia: ‘Más mal hay en el aldigüela del que se suena’; en la ‘Introducción’ a su edición citada de la comedia, Serrano Deza documenta más dichos similares desde la Celestina, aunque la mención de la aldea en este contexto no parece darse hasta el siglo XVII (15).

10 Para las conexiones de El hijo Venturoso con la imagen del ser humano desarrollada en la Oratio de Pico della Mirandola, véase Checa, ‘Engendrado por la guerra’, particularmente pp. 4–5.

11 Varios trabajos de Pierre Bourdieu estudian en profundidad el concepto de habitus como disposición inculcada a distintos grupos sociales para prevalecer en determinadas esferas. Para un buen análisis general de esta noción en el sociólogo francés, véase David Swartz, Culture and Power: The Sociology of Pierre Bourdieu (Chicago: Univ. of Chicago Press, 1997), particularmente pp. 95–116. La implementación de hábitos es tanto más efectiva cuando estos se hacen pasar por condiciones naturales, incluso para el sujeto o grupo que los incorpora—introduciéndose con ello un elemento de lo que Bourdieu llama self-deception. Este principio ayuda a entender cómo la antigua nobleza tradicional puede naturalizar sus prácticas distintivas, reforzando frecuentemente la literatura dicho proceso. Entre otros textos donde Bourdieu se ocupa de los mecanismos de auto-engaño, destacaré ‘La economía de los bienes simbólicos’, en Bourdieu, Razones prácticas: sobre la sociología de la acción, trad. Thomas Kauff (Barcelona: Anagrama, 1997), 159–98.

12 Ya Menéndez Pelayo llamó la atención sobre el paralelismo con don Juan de Austria (‘Observaciones preliminares’, Obras de Lope de Vega, XXV, 89); así se sugiere la proximidad de Fernando con un modelo heroico muy vivo en el Siglo de Oro. El episodio de don Juan de Austria y el toro aparece destacado por Juan Rufo en el Canto V de la Austríada (1584), obra publicada en Poemas épicos, ed. Cayetano Rosell, BAE 17 & 19, 2 vols (Madrid: Rivadeneyra, 1851 y 1864); el poema figura en el volumen 19.

13 En la comedia más tardía de Lope Pobreza no es vileza, escrita probablemente entre 1623 y 1625, se repite la situación de un joven noble que, por problemas con la justicia causados por su excesiva fogosidad, debe huir a Flandes, donde se incorpora al ejército y supera las limitaciones endogámicas de su lugar de origen mediante el servicio bélico a la monarquía.

14 Pregunta la Duquesa a Fernando: ‘¿Los ministros de justicia, / por tan liviana ocasión, / maltratáis de esta manera, / sin respeto ni temor?’ (148a). En su respuesta Fernando concluye que, cuando falla la ley, la justicia debe ser reclamada por la fuerza: ‘[…] Armas habrá que le libren / cuando justicia faltó’ (148b).

15 La autoridad de la viva voz refrendada por el ‘ser’ del hablante traduce en efecto un desprecio por el legalismo y la impersonalidad jurídica preconizados en el estado moderno. Alban K. Forcione ha insistido recientemente en la importancia de este conflicto en el teatro del Siglo de Oro; véase Majesty and Humanity: Kings and Their Doubles in the Political Drama of the Spanish Golden Age (New Haven: Yale U. P., 2009), especialmente pp. 141–45. Sobre la reivindicación de la calidad y autenticidad aristocrática en la fórmula ‘soy quien soy’ y expresiones equivalentes, véase José Antonio Maravall, Teatro y literatura en la sociedad barroca (Madrid: Seminarios y Ediciones, 1972), 97–104.

16 Manifestando en un diálogo del segundo acto su plebeyo terror a la ‘pólvora y balas’ (140a), Nuflo, criado de Fernando, subraya que la guerra es el espacio natural de los nobles; sin embargo, ello no impide que en el tercer acto de la comedia algunos personajes subalternos emulen el valor de sus superiores.

17 Fernando González de León, The Road to Rocroi. Class, Culture and Command in the Spanish Army of Flanders, 1567–1659 (Leiden/Boston: Brill, 2009), particularmente capítulo 4. Dicho capítulo reproduce parcialmente el artículo ‘Doctors of the Military Discipline: Technical Expertise and the Paradigm of the Spanish Soldier in the Early Modern Period’, The Sixteenth Century Journal. The Journal of Early Modern Studies, 27 (1996), 61–85.

18 González de León resume las ideas de Londoño y Escalante en conexión con el llamado género del ‘militar ideal’; véase ‘Doctors of the Military Discipline’, en The Road to Rocroi, 65–68.

19 Raquel Martín Polín ha estudiado las profundas transformaciones en la tratadística militar española de la virtud cívica preconizada en Italia por algunos humanistas; véase su ‘Estudio preliminar’, en Bernardino de Escalante, Diálogos del arte militar, ed. crítica y estudio preliminar de Raquel Martín Polín (Madrid: Ministerio de Defensa, 2002), 27–74.

20 González de León, The Road to Rocroi, 161. El Gran Memorial de 1624 ha sido modernamente publicado en Memoriales y cartas del Conde Duque de Olivares, ed., con intro. & notas, de John H. Elliott & José F. de la Peña, 2 vols (Madrid: Alfaguara, 1978), I, 25–100.

21 González de León, The Road to Rocroi, 153.

22 En la comedia juvenil de Lope, Venturoso glosa sus prometedoras cualidades a través de la imagen de una flor que, pese a su aislamiento, crece con lozanía en el campo (El hijo Venturoso, ed. Gómez & Cuenca, 46 y ss.); véase Checa, ‘Engendrado por la guerra’, 5. Durante su diálogo con la Duquesa, Fernando usa brevemente en El Aldegüela la misma imagen: ‘El campo estéril produce / acaso una hermosa flor; / y ansí de un pobre molino / tan noble ramo salió’ (148a).

23 El hijo Venturoso, ed. Gómez & Cuenca, 76.

24 Leemos en el Gran Memorial de 1624: ‘Son innumerables, señor, las razones que se ofrecen […] en poner en los cargos militares de mayor honor a hombres de fortuna, que así se pueden considerar los caballeros particulares que por su virtud llegan a ellos. Son gente experimentada, que ha pasado por los trabajos y hecho hábito dellos, que ha servido los puestos menores sin esperar dispensación por favor de lo que erraren, que cuando llegan a los puestos mayores y se les llega a encomendar esta o aquella jornada, que es su suma felicidad, la ejecutan con sabiduría cierta de que lo que erraren en ella lo ha de pagar su cabeza, estando siempre con este cuidado para el acierto, y habiéndole tenido desde que empezaron a servir, como personas que sin otro arrimo que el de su propia virtud se hayan puesto en aquellos lugares; asegúrese V. Majd. que no hay cobro igual como el que se da a lo que se pone en semejantes cabezas' (Memoriales y cartas del Conde Duque de Olivares, ed. Elliott & De la Peña, I, 58–59).

25 Bernardino de Mendoza, Comentarios de lo sucedido en las Guerras de los Países Bajos, desde el año de 1567 hasta el de 1577, estudio & ed. de Antonio Cortijo Ocaña & Ángel Gómez Moreno (Madrid: Ministerio de Defensa, 2008), 353. Los acontecimientos en torno a Mons ocupan el Libro VII.

26 Mendoza, Comentarios, ed. Cortijo Ocaña & Gómez Moreno, 372.

27 En este sentido, Mendoza destaca la inusuales complicaciones surgidas de asediar una ciudad y procurar simultáneamente el socorro de la misma: ‘Y todo esto a un mismo tiempo, que es enredo que aun para escrito parece que tiene dificultad, cuanto más para sucedido’ (Mendoza, Comentarios, ed. Cortijo Ocaña & Gómez Moreno, 373).

28 Para esta visión y sus conexiones con la emergencia del estado moderno, véase José Antonio Maravall, Estado moderno y mentalidad social, 2 vols (Madrid: Revista de Occidente, 1972), especialmente II, 532 y ss.

29 Justo Lipsio, Políticas, trad. Bernardino de Mendoza (1604), estudio preliminar & notas de Javier Peña Echeverría & Modesto Santos López (Madrid: Tecnos, 1997), 261.

30 En la misma dirección, la comedia indica que el líder del ejército debe ser lo suficientemente versátil como para compaginar al mismo tiempo negocios diferentes. Así, el Duque de Alba lee la carta sobre la concesión del Priorato mientras conversa con su hijo (159b–160b). En El sitio de Bredá, Calderón de la Barca le atribuye al general Espínola habilidades parecidas cuando en la jornada segunda escribe una carta al tiempo que conversa con un ingeniero: ‘Bien le oigo; pero escribo, / porque no perdamos tiempo’ (Pedro Calderón de la Barca, Obras completas, ed., prólogo & notas de Ángel Valbuena Briones, 3 vols [Madrid: Aguilar, 1987 (1a ed. 1966)], II, Dramas, 117 a).

31 Justo Lipsio, Políticas, trad. Mendoza, ed. Peña Echeverría & Santos, 261. En su pensamiento militar Lipsio extiende al ejército la orientación práctica hacia la acción que caracteriza su revisión del estoicismo clásico desde el tratado De constantia (1584); véase Gerhard Oestreich, Neostoicism and the Early Modern State, ed. Brigitta Oestreich & H. G. Koenisberger, trad. David McLintock (Cambridge: Cambridge U. P., 1982), 24 y 29. El mismo Oestreich (50–54) comenta las prescripciones militares de las Políticas, haciendo hincapié en sus ideas sobre la restauración de la disciplina.

32 Véase Maravall, Estado moderno y mentalidad social, II, 532–34.

33 La autonomía del ámbito militar se enfatiza aquí por el hecho de que previamente el Duque de Alba no ha tenido inconveniente en perdonarle a Fernando las infracciones de la ley que este cometió en la aldea, llevado precisamente de la amistad. Fuera del ejército, tal valor es siempre encomiable entre nobles: ‘Antes juzgo por valor / el delito referido; / que por un amigo suele / un noble perder la vida’ (161a).

34 En las comedias aúreas no es raro encontrar este tipo de visiones ticoscópicas, que recuerdan las pinturas de batallas abundantes en la época. Sobre sus usos en Calderón de la Barca, véase Santiago Fernández Mosquera, ‘Sobre la funcionalidad del relato ticoscópico en Calderón’, en Ayer y hoy de Calderón. Actas seleccionadas del Congreso Internacional celebrado en Ottawa del 4 al 8 de octubre del 2000, ed. José María Ruano de la Haza & Jesús Pérez Magallón (Madrid: Castalia, 2002), 259–75.

35 Recurren en esta parte de la comedia las expresiones relativas al cálculo del tiempo dedicado a cada actividad: ‘Pienso que es hora; despertarle quiero’ (167a); ‘Ya me parece / que es bien que yo me vaya; que el sargento / vendrá luego a mudaros’ (167a–b); ‘Id, Fernando, a descansar’ (168a); ‘Agora es tiempo’ (169a), etc. Tales alusiones podrían entenderse como una manifestación de tendencias racionalizadoras dirigidas a alcanzar resultados ‘de homogeneidad y uniformización’ (Maravall, Estado moderno y mentalidad social, II, 536).

36 Sobre la imagen mucho más festiva del ejército en El asalto de Mastrique, véase Jorge Checa, ‘El asalto de Mastrique: Lope de Vega y la communitas militar’, Nueva Revista de Filología Hispánica, 58:2 (2010), 583–617 (particularmente pp. 591–98). La representación propuesta en El Aldegüela se convendría más con la visión militarizada del cuerpo humano que se acentúa con la estatalización de la guerra, según observa Fernando R. de la Flor, Imago: la cultura visual y figurativa del Barroco (Madrid: Abada Editores, 2009): ‘Todo en lo militar […] camina hacia un ideal de acorazamiento (hasta la completa desaparición del fragilizado cuerpo humano). El cuerpo sin sutura, sin resquicio y sin visibilidad del otro natural que se protege con él, es el destino de este efecto que organiza las violencias regladas y estatales’ (259).

37 Sobre las connotaciones religiosas del avance por la escala militar en El hijo Venturoso, véase Checa, ‘Engendrado por la guerra’, 10–11. Con respecto a la disciplina, la obediencia y el ejercicio cotidiano en las ideas militares de Justo Lipsio, Oestreich apunta la probable huella de los principios jerárquicos y organizativos de la Compañía de Jesús, teniendo en cuenta además que Lipsio estudió con los jesuitas en Colonia y pensó algún tiempo unirse a esta orden (Neostoicism and the Early Modern State, 54). Para el valor supremo de la obediencia en la teoría y la práctica de los primeros jesuitas, consúltese Harro Höpfl, Jesuit Political Thought: The Society of Jesus and the State, c.1540–1630 (Cambridge: Cambridge U. P., 2004), 24–31. En El Aldegüela, la suerte de desclasamiento experimentado inicialmente por Fernando reforzarían los rasgos conventuales del campamento del Duque.

38 El Duque ya anticipa los primeros requisitos de esta transacción cuando le conmina a Fernando que se someta a los rigores del servicio: ‘[…] Pues es mandaros servir / tener ganas de pagaros’ (162a).

39 Los libros juegan también un papel importante en la autocreación del héroe del El hijo Venturoso, pero allí se refieren difusamente al mundo de las ‘letras’ y no específicamente a la profesión militar; véase Checa, ‘Engendrado por la guerra’, 4 y 13.

40 Como situación típica de la caballería medieval, el paso consistía en una especie de torneo en el que un caballero ocupaba un puente o camino sin permitir que otros lo atravesaran a menos que se plegaran a las demandas de aquel; véase Daniel Eisenberg, Romances of Chivalry in the Spanish Golden Age (Newark: Juan de la Cuesta, 1982), 69. Fue muy celebrado por los cronistas el llamado ‘paso honroso’ de Suero de Quiñones, noble por cierto emparentado con la Casa de Alba, quien en 1434 sostuvo durante un mes un desafío de este tipo en un puente sobre el río Órbigo.

41 Así lo supone Menéndez Pelayo (‘Observaciones preliminares’, Obras de Lope de Vega, XXV, 88). Serrano Deza aventura que el Duque (o el Fadrique) de la comedia se imaginó a partir del Fadrique real y de su padre, y que en el Fernando dramático se mezclan los verdaderos Fernando y Fadrique (‘Introducción’, La Aldehuela, ed. Serrano Deza, 25).

42 Henry Kamen se ha ocupado en efecto con alguna extensión de don Fadrique Álvarez de Toledo en El Gran Duque de Alba: Soldado de la España Imperial, trad. Amado Diéguez (Madrid: La Esfera de los Libros, 2005). Sobre sus criticables actuaciones en el saqueo y la masacre de Malinas (1572), la conquista y luego el motín de Harleem (1573) y el fracasado asedio de Alkmaar (también 1573), véase el capítulo 5. Acerca de las promesas incumplidas de matrimonio con Magdalena de Guzmán, la boda con María de Toledo y las desafortunadas secuelas de su conducta, véanse pp. 136–38 y 233–42.

43 Kamen, El Gran Duque de Alba, 280.

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