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Bulletin of Spanish Studies
Hispanic Studies and Researches on Spain, Portugal and Latin America
Volume 86, 2009 - Issue 5
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ARTICLES

De Alcalá Galiano a Rodríguez Correa: la poesía subjetiva española entre dos prólogos (1834–1877)

Pages 605-626 | Published online: 06 Jun 2009
 

Notes

1El matiz de la ‘plena conciencia’ me evita la confrontación con críticos como Sebold o Carnero y tampoco contradice los evidentes rasgos protorrománticos que podemos encontrar en Cadalso o Meléndez. Por citar una única referencia bibliográfica significativa, en cuanto estado de la cuestión, véase el resumen de posiciones de los dos primeros en sus colaboraciones para Historia de la literatura española, VIII. Siglo XIX (I), dir. Víctor García de la Concha, coord. Guillermo Carnero (Madrid: Espasa-Calpe, 1997); especialmente en el apartado introductorio del propio coordinador, ‘El Romanticismo, entre dos siglos’, xxxviii–xli, y en la bibliografía adjunta.

2Véase, por ejemplo, la opinión de Caldera: ‘Forse solo Alcalá Galiano (dopo aver affermato che, se Rivas disobbedisce alle regole tradizionali, ne applica tuttavia altre) tenterà di formulare una nuova poetica’ (Ermanno Caldera, Primi manifesti del romanticismo spagnolo [Pisa: Univ. di Pisa, 1962], 69).

3‘Los cabezas y dogmatizadores de ambas parcialidades [clásicos y románticos] blasonan de origen más antiguo; pero aunque las composiciones de épocas menos recientes puedan ser clasificadas con arreglo a las nuevas doctrinas, todavía es cierto que los autores y críticos de los siglos pasados no conocieron estas divisiones, y que si entre ellos hubo escritores románticos, lo eran al modo del famoso monsieur Jourdain de Molière, que estuvo cuarenta años haciendo prosa sin saberlo’ (Antonio Alcalá Galiano, ‘Prólogo’ a Ángel de Saavedra, El moro expósito [Paris, 1834]. Recogido en El romanticismo español. Documentos, ed. Ricardo Navas-Ruiz [Salamanca: Anaya, 1971], 107–28 [p. 108]). Todas las citas posteriores de este autor, en el texto principal o en las notas, van referidas a esta edición.

4En el Cádiz de principios de siglo, Alcalá había fundado junto a José Joaquín de Mora, principal contradictor de Böhl, una Academia de Bellas Letras, de expresivo nombre. Bastante más tarde, ya en el exilio inglés, como el mismo Alcalá, el antes clasicista Mora sería autor de la primera traducción completa de una obra de Walter Scott. Véase Vicente Llorens, Liberales y románticos. Una emigración española en Inglaterra (1823–1834) (Madrid: Castalia, 1968).

5Para seguir la evolución de Alcalá Galiano, sigue siendo útil el estudio de Carlos García Barrón, La obra crítica y literaria de don Antonio Alcalá Galiano (Madrid: Gredos, 1970).

6Es el caso de Derek Flitter, cuya tesis acerca del carácter tradicionalista y conservador del romanticismo español descansa en gran medida sobre los textos teóricos previos al cambio político de 1833 y en la marginación, no sólo de Espronceda, sino de los primeros pasos de los autores románticos (Derek Flitter, Teoría y crítica del romanticismo español [Cambridge: Cambridge U. P., 1995]).

7Los británicos, escribe, tienen la poesía más rica entre las modernas ‘precisamente porque abandonando los autores reglas erróneas y no cuidándose de ser clásicos ni románticos, han venido a ser lo que eran los clásicos antiguos en sus días y lo que deben ser en todo tiempo los poetas’ (Alcalá Galiano, 122).

8Georg W. F. Hegel, Estética, trad. Alfredo Llanos, 8 vols (Buenos Aires: Siglo Veinte, 1985), VIII, 109. Para una valoración más detallada del pensamiento de Hegel en relación a esta materia, véase mi trabajo ‘La construcción de la subjetividad lírica desde los itinerarios inversos de Blanco White y de Böhl de Faber’, Bulletin Hispanique, 110:2 (2008), 487–511.

9Susan Kirkpatrick, Las románticas. Escritoras y subjetividad en España, 1835–1850 (Madrid: Cátedra/Univ. de Valencia/Instituto de la Mujer, 1991), 55.

10Antonio Ros de Olano, ‘El diablo mundo. Poema de don José de Espronceda’, en José de Espronceda, El estudiante de Salamanca. El diablo mundo, ed. Robert Marrast (Madrid: Castalia, 1982), 159–68 (p. 164).

11Remito al lector, para este aspecto crucial de la recepción becqueriana, a los trabajos de Rafael Montesinos, especialmente su Bécquer. Biografía e imagen (Barcelona: RM, 1977), y de Robert Pageard, Bécquer. Leyenda y realidad (Madrid: Espasa-Calpe, 1990). También, como ampliación de estas ideas, puede consultarse mi artículo: ‘Bécquer. Estética del borrador’, Bulletin Hispanique, 99 (1997), 437–55, o la introducción a la edición electrónica de las Rimas, en el Centro Virtual Cervantes: Gustavo Adolfo Bécquer, Rimas, ed. Luis Caparrós, <http://cvc.cervantes.es/obref/rimas/> (consultado el 8 de mayo de 2009).

12Ramón Rodríguez Correa, ‘Gustavo Adolfo Bécquer’, en Obras de G. A. Bécquer (Madrid: Imprenta de T. Fortanet, 1871), vii–xxxv. Todas las referencias posteriores a este texto del autor, en el cuerpo del artículo o en nota, remiten a esta edición, de la que existe versión en línea: Rimas, ed. Luis Caparrós Esperante ([Alcalá de Henares]: Instituto Cervantes, Centro Virtual Cervantes), <http://cvc.cervantes.es/obref/rimas/apendices/prologo.htm> (consultado el 8 de mayo de 2009).

13Michel Foucault, Un diálogo sobre el poder y otras conversaciones (Madrid: Alianza Editorial, 2001), 156.

14Agustín Durán, Discurso sobre el influjo que ha tenido la crítica moderna en la decadencia del teatro antiguo español y sobre el modo con que debe ser considerado para juzgar convenientemente de su mérito peculiar (Madrid: Imprenta de Ortega y Compañía, 1828); en El romanticismo español, ed. Navas-Ruiz, 54–100 (p. 95). Para la figura de Durán y para el análisis de sus ideas, es imprescindible el trabajo de David T. Gies, Agustín Durán, A Biography and Literary Appreciation (London: Tamesis Books, 1975).

15De una parte, Correa señala que ‘como galanura de forma, pureza de dicción y corrección de estilo hay muchos que le aventajen, y éstos son los que deben imitarse siempre’. De la otra, añade: ‘Pero lo imposible de imitar en Bécquer es su propio espíritu, su manera de ver, como dicen los pintores, su idiosincracia, como lo llaman los naturalistas’ (Correa, 1877, ix). La consideración de Bécquer como poeta descuidado en la forma sería habitual en los años posteriores, incluso entre sus defensores. Como en el caso anterior, todas las citas de Correa que corresponden a esta segunda edición, en el cuerpo del artículo o en las notas, siguen el texto publicado en: Ramón Rodríguez Correa, ‘Al lector’, en Obras de G. A. Bécquer, I, 2a ed. (Madrid: Fernando Fe, 1877), v–xi. Existe versión en línea: Rimas, ed. Luis Caparrós Esperante ([Alcalá de Henares]: Instituto Cervantes, Centro Virtual Cervantes), <http://cvc.cervantes.es/obref/rimas/apendices/prologo01.htm> (consultado el 8 de mayo de 2009).

16Marcelino Menéndez Pelayo, Estudios y discursos de crítica histórica y literaria, 7 vols (Madrid: CSIC, 1942), VII, 274.

17‘Estado actual de la poesía lírica en España’, Revista Europea, 143, 19 de noviembre de 1876, pp. 671–72; 144 (26 de noviembre de 1876), 703–04; 145 (3 de diciembre de 1876), 735–36; 147 (17 de diciembre de 1876), 146–48; 148 (24 de diciembre de 1876), 801–10. La revista está ahora digitalizada y puede consultarse en línea: Ateneo de Madrid. Biblioteca Digital, <http://www.ateneodemadrid.net/biblioteca_digital/RevistaEuropea.htm> (consultado el 8 de mayo de 2009).

18Interviene Correa, con buen tino y sin dejar de recordar aquella ‘hipocresía de la forma’ que había denunciado ya en 1871:

Para el orador, la poesía lírica es subjetiva, siendo el poeta el vaso delicado donde se encierra la esencia de lo subjetivo. La forma y el fondo no son antagónicos, como por algunos se pretende. En España sobre todo, no es posible tener dos ideas sin ponerlas inmediatamente la una enfrente de la otra. La escuela clásica u objetiva (que se cuida principalmente de la forma), y la romántica o subjetiva (que atiende con mayor esmero al fondo), han reñido batalla entre nosotros desde el tiempo de las famosas escuelas sevillana y castellana. Realmente en España ha existido siempre el vicio de la forma. Todos saben las ridiculeces en que han incurrido los poetas gongoristas. Estos predominios del fondo o de la forma son siempre viciosos. Sin fondo no es posible que haya forma, y viceversa, pues ambos elementos están tan compenetrados, que es totalmente imposible abstraerlos. Creo al mismo tiempo que debe existir completa libertad en la forma, y que no debemos rendir un culto servil al lenguaje poético tradicional. (Revista Europea, 147, 17 de diciembre de 1876, p. 799)

20En la misma Revista Europea, 148, 24 de diciembre de 1876, p. 810. Canalejas lo había explicado ya en su Curso de literatura general cuando afirmaba que ‘el poeta lírico abarca el universo en la subjetiva vida del sentimiento’ (Francisco de Paula Canalejas, Curso de literatura general, 2 vols [Madrid: Imprenta de La Reforma, 1868–1869], II, 35).

19Esa es la conclusión de Canalejas, en su discurso final, en la citada Revista Europea, 147, 24 de diciembre de 1876, p. 807. Si bien Revilla las reducía a dos, ‘que tienen evidentemente un origen germánico’: ‘Una de estas tendencias, basada en un sentimentalismo vago y melancólico, es la representada por Gustavo Adolfo Bécquer, y la otra, que pretende cierta trascendencia filosófica, se halla bajo la dirección de Ramón Campoamor’ (Revista Europea, 143, 19 de noviembre de 1876, p. 672).

21 Revista Europea, 144, 26 de noviembre de 1876, p. 703. Otro ejemplo de esa ceguera la encontramos en la intervención de Luis Vidart, liberal como Correa, pero incapaz de asociar la concepción progresista de la poesía subjetiva a un marco contemporáneo y, lo que es más importante, intimista, personal, vivido: ‘Opina también, como el Sr. Revilla, que no deben cantarse ideales del pasado, pero juzga que en nuestros tiempos no existe un ideal tan preciso y bien definido como aquel. Esto engendra grandes dificultades para el poeta y explica por qué éste canta casi siempre el pasado’ (Revista Europea, 143, 19 de noviembre de 1876, p. 672).

24Ambas citas están tomadas de la edición digital antes citada.

22 Principios generales de literatura e Historia de la literatura española (Madrid: F. Iravedra, 1877). Las referencias posteriores remiten a su edición en línea, en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, de la Universidad de Alicante, <http://www.cervantesvirtual.com/FichaObra.html?portal=0&Ref=2791> (consultado el 8 de mayo de 2009).

23La cursiva está en el original.

26Nicomedes Pastor Díaz Corbelle, Obras completas. I. Ensayos históricos, Roma sin Papa, Álbum literario, ed. José María Castro y Calvo, BAE, 227 (Madrid: Atlas, 1969), 110. Sobre la poética de Pastor Díaz puede consultarse ahora la introducción a su Poesía completa, ed. Luis Caparrós Esperante (Alicante: Univ. de Alicante, 2006).

25En la ya citada Estética, 109.

27 Revista Europea, 144, 26 de noviembre de 1876, p. 704.

28Es esclarecedor el artículo de Joan Oleza, ‘Calderón y los liberales’, en Giornate calderoniane. Calderón 2000. Atti del Convegno Internazionale Palermo. 14–17 Dicembre 2000, ed. Enrica Cancelliere (Palermo: Flaccovio Editore, 2003), 395–418.

29 Revista Europea, 147, 17 de diciembre de 1876, p. 799.

30Ramón de Campoamor, Obras completas de Don Ramón de Campoamor, ed. U. González Serrano, V. Colorado y M. Ordóñez, 8 vols (Madrid: González Rojas, 1901–03), III, Polémicas filosóficas y literarias (1901), 202.

31Recogido en el volumen anterior, 310.

32Gustavo Adolfo Bécquer, en la citada edición electrónica del Instituto Cervantes <http://cvc.cervantes.es/obref/rimas/apendices/resena01.htm>

33Lo había señalado claramente Vidart, en el debate de 1876, Revista Europea, 143, 19 de noviembre de 1876, p. 672: ‘Respecto a la tendencia didáctica que manifiesta hoy nuestra poesía lírica, en contraposición con el excesivo romanticismo que se advierte en el teatro, cree que se debe a la diferencia de públicos. El del teatro, más apasionado que juicioso, quiere y exige cosas imposibles, acciones extraordinarias que le conmuevan hondamente, mientras que el público que lee, más restringido, y por lo común más selecto o ilustrado, gusta de cosas que se expliquen claramente y sin dificultad. Por esto, cree el orador que es más aceptable la tendencia didáctica de nuestros tiempos que la opuesta tendencia de exagerar la importancia de la forma, porque, caso de conceder más importancia a alguno de los elementos de la poesía, debe ser al fondo’.

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