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Las obras de las crónicas de Alfonso III: Crónica de Alfonso II sobre el final de los reyes godos, Leyenda de Covadonga, Crónica de Sebastián de Salamanca y Crónica de Ordoño I

Pages 249-265 | Received 11 Jan 2015, Accepted 12 Feb 2015, Published online: 28 May 2015
 

Abstract

The process by which the Chronicle of Alfonso III was composed is still unresolved despite the various proposals that have been put forward within the historiography of chronicles since the late nineteenth century; here, after an analysis of the content and editing of the work, a hypothesis that primarily seeks a deep and innovative thinking on the subject is presented. According to this, the chronicles of Alfonso III (Rotensis and Ad Sebastianum) are the result of a long process of textual composition and ideological reformulation during the ninth century in the Kingdom of Asturias. In both texts we can perceive several older chronicles that were joined sequentially as text blocks to compose the Chronicle of Ordoño I, the direct antecedent of the twin chronicles of the Great King. Among those historiographical works there are two written at the beginning of the ninth century during the reign of King Alfonso II: the Chronicle of Alfonso II about the end of the Gothic kings and the Chronicle of Sebastian of Salamanca, with an addition from the time of King Ramiro I (r. 842–850). Besides these, we identify the Legend of Covadonga, an oral tradition that was put in writing in the reign of King Ordoño I (r. 850–866).

Notes

1Las significativas diferencias de contenido y estilo entre la Rotense y la Ad Sebastianum me llevan a interpretarlas, no como simples versiones o redacciones de una misma crónica, sino como dos crónicas independientes, aunque deriven de una misma crónica, la Crónica de Ordoño I. Véase apartado 4 de este artículo.

2Barrau-Dihigo, “Une rédaction inédite du Pseudo-Sebastian de Salamanque.”

3García Villada, Crónica de Alfonso III; Barrau-Dihigo, “Remarques sur la Chronique dite d'Alfonso III;” Blázquez, “Estudios de historia y crítica medioevales;” Sánchez-Albornoz, “La redacción original de la Crónica de Alfonso III”; Gómez-Moreno, “Las primeras crónicas de la Reconquista;” Menéndez Pidal, “La historiografía medieval;” Ubieto Arteta, Crónica de Alfonso III; Díaz y Díaz, “La historiografía hispana;” Prelog, Die Chronik Alfons' III; Gil Fernández, “Introducción;” Bonnaz, Chroniques asturiennes.

4Sánchez-Albornoz, “El relato de Alfonso III,” 2, 69–70.

5Gómez-Moreno, “Las primeras crónicas de la Reconquista”, 586–7.

6Su existencia fue defendida por Claudio Sánchez-Albornoz (“¿Una crónica asturiana perdida?” y “Una crónica asturiana perdida de tiempos de Alfonso II”) y apoyada por el filólogo Stero, por el codicólogo Díaz y Díaz y, más recientemente, por el historiador Solano Fernández-Sordo (Stero, “El latín de la Crónica de Alfonso III,” 132–4; Díaz y Díaz, “La historiografía hispana,” 215–6; Solano Fernández-Sordo, “La ideología del Reino de Asturias,” 118).

7Menéndez Pidal, Reliquias, XXX–XXXIII.

8Stero, “El latín de la Crónica de Alfonso III,” 130–5.

9Ubieto Arteta, Crónica de Alfonso III, 12–5.

10La Crónica de Sebastián de Salamanca corresponde a la crónica perdida de Alfonso II.

11Ninguna de las dos crónicas de Alfonso III ha mantenido de forma íntegra las obras de las que se conforman, por lo que solo podemos percibir su presencia y su extensión textual por ciertas evidencias.

12Esta carta no fue copiada en la Crónica rotense porque, a diferencia de la Crónica ad Sebastianum, siempre pretende dar uniformidad y coherencia a todo el relato.

13Barrau-Dihigo, “Remarques sur la Chronique dite d'Alfonso III,” 326.

14Ubieto Arteta, Crónica de Alfonso III, 12.

15La adjudicación de toda la Crónica de Alfonso III al obispo Sebastián de Salamanca procede de la edición de la obra por Enrique Flórez en el siglo XVIII, probablemente tras la desacertada interpretación del prólogo de la Crónica del obispo Pelayo de Oviedo, en la que se indicaba que cierto obispo Sebastián de Salamanca redactó una crónica que comprendía desde Pelayo hasta Alfonso II. Posteriormente, en el siglo XX, autores como Fidel Fita, Zacarías García Villada, Antonio Blázquez o Claudio Sánchez-Albornoz mantuvieron la identificación de Sebastián como obispo y determinaron que se trataba de Sebastián de Orense, único obispo coetáneo a Alfonso III con ese nombre (Fidel Fita, “Sebastián, obispo de Arcávica y de Orense,” 332–6; García Villada, Crónica de Alfonso III, 11; Blázquez, “Las redacciones de la Crónica atribuida a Alfonso III,” 261–3; Sánchez-Albornoz, “La redacción original de la Crónica de Alfonso III,” 47–66).

16Como veremos en el apartado 3, correspondiente a la Crónica de Sebastián de Salamanca.

17Sobre esta versión de la Historia Gothorum léase Gil Fernández, “Introducción”, 76–7.

18Migne, Patrologia Latina, vol. 83, col. 1118.

19Pertz, Monumenta Germaniae Historica: Scriptorum, 1: 290.

20Amancio Isla Frez, al igual que yo, no lo interpreta de forma neogótica (Isla Frez, “Consideraciones sobre la monarquía astur,” 156; “Monarchy and Neogothicism,” 41). En cambio, Carlos de Ayala considera que preanuncia la ideología de la restauración del orden godo (Ayala Martínez, Sacerdocio y Reino en la España Altomedieval, 131–3).

21“Sed quia te offendit eorum prepotens iactantia in era dcc cl viiiiª simul cum rege Roderico regni amisit gloria. Merito etenim arabicum sustinuit gladium. Ex qua peste tua dextera Christe famulum tuum eruisti Pelagium. Qui >in< principis sublimatus potentia, uictorialiter dimicans hostes perculit et christianorum asturumque gentem uictor sublimando defendit.” (Sanz Fuentes, “Transcripción,” 87–8).

22Interpreto en la narración de este documento que la invasión árabe no alcanzó a Pelayo porque estuvo dirigida exclusivamente contra los pecadores, evitando Dios que pagaran justos (astures) por pecadores (godos) entre todos los cristianos. Aquí no concibo que Pelayo se escapara de entre los godos, tal y como se narra en las crónicas de la segunda mitad del siglo IX.

23Esto se detallará más adelante, en el apartado 3 de este artículo.

24Gil Fernández, Crónicas asturianas. Todas las referencias a párrafos de las crónicas de Alfonso III y de la Crónica albeldense son tomadas de esta edición.

25Besga Marroquín, “La estancia de Alfonso II en el monasterio de Samos”. Según un documento de donación de Ordoño II al monasterio de Samos fechado en el año 922, Alfonso II fue acogido en dicho cenobio siendo niño. Armando Besga Marroquín deduce que debió ocurrir tras el asesinato de su padre, Fruela I, y que en Samos adquirió su modélica forma de vida cristiana, sus conocimientos teológicos y su devoción por san Julián y santa Basilisa, a los que dedicó una basílica en Oviedo.

26En cursiva las autodenominaciones de Alfonso II en su propia obra: “Pro qua nobis per Dulcidium presbiterem notuisti” (Crónica ad Sebastianum, 1a), “et nos quidem ex eo tempore, sicut ab antiquis et a predecessoribus nostris audiuimus et uera esse cognouimus, tibi breuiter intimabimus” (Crónica ad Sebastianum, 1a), “Nos uero antea prosapiem generis eius nunciauimus quam regni eius exordia disponamus” (Crónica rotense, 6), “De Ruderico uero rege, cuius iam mentionem fecimus, non certum cognouimus interitum eius” (Crónica rotense, 7), “Rudis namque nostris temporibus quum Uiseo ciuitas et suburbana eius a nobis populata esset” (Crónica ad Sebastianum, 7).

27En cursiva las alusiones al lector único, Sebastián de Salamanca: “Notum tibi sit de istoria Gotorum, pro qua nobis per Dulcidium presbiterem notuisti” (Crónica ad Sebastianum, 1a), “tibi breuiter intimabimus” (Crónica ad Sebastianum, 1a), “Sed si plenius cognoscere uis” (Crónica ad Sebastianum, 1), “beatum Iulianum metropolitanum legito” (Crónica ad Sebastianum, 1a). Ya fueron detectadas por García Villada, “Notas sobre la Crónica de Alfonso III”.

28Por poner un ejemplo en el párrafo 15, que como comentaré más adelante constituye un añadido de la Crónica de Ordoño I en el texto original de la Crónica de Sebastián de Salamanca, el cronista habla de sí mismo en primera persona del singular en la redacción de la Crónica rotense (“Nec hoc miraculum silebo, quod uerius factum esse cognosco”) o en impersonal en el redactado de la Crónica ad Sebastianum (“Nec hoc stupendum miraculum pretermittendum est, quod hora discessionis eius certissime actum est”), mientras que se dirige a todos sus lectores en segunda persona del plural tanto en la Crónica rotense (“Hoc uerum esse cognoscite et nec fabulosum putetis”) como en la Crónica ad Sebastianum (“Hoc uerum esse prorsus cognoscite nec fabulosum dictum putetis”).

29Como se ha localizado en Gil Fernández, Crónicas asturianas, 119, en el párrafo 5 de esta crónica aparecen referencias a Mt 24, 12; Núm 8, 5 y ss.; Éx 19, 22; Lev 21, 23; y Mt 5, 23. Las tres últimas fueron tomadas de Epístolas de Cipriano de Cartago, LXVII, 1.

30Como se ha identificado en Gil Fernández, Crónicas asturianas, 121, en el párrafo 7 de esta crónica se recoge una sentencia de Pasión de san Tirso, 54. Resulta interesante el uso de esta obra teniendo en cuenta que Alfonso II erigió una basílica en honor a este santo.

31En la Crónica albeldense, XIV, 33, se conserva un pasaje que contiene la leyenda de la muerte del supuesto padre de Pelayo, el duque Fávila, a manos de Witiza y también la historia de la expulsión de Toledo del futuro caudillo de los astures por parte del mismo rey en cuanto obtuvo el trono de los godos.

32Makkī y Corriente, Crónica de los emires Alḥakam I y ‘Abdarraḥmān II, 285.

33Pertz, Monumenta Germaniae Historica. Scriptorum, 1: 184

34Pertz, Monumenta Germaniae Historica. Scriptorum, 1: 185

35“Araues tamen regionem simul et regno opresso plures gladio interfecerunt, relicos uero pacis federe blandiendo siui subiugauerunt. Urbs Quoque Toletana, cunctarum gentium uictris, Ismaeliticis triumfis uicta subcubuit et eis subiugata deseruit.” (Crónica rotense, 8). El texto de la Crónica ad Sebastianum cambia algunas palabras y elimina la segunda frase.

36“Et quia derelinquerunt Dominum ne seruirent ei in iustitia et ueritatem, derelecti sunt a Domino ne auitarent terram desiderauilem” (Crónica rotense, 7). La Crónica ad Sebastianum no lo copió de la Crónica de Ordoño I.

37“Arabes tamen regionem simul cum regno possessam, omnis decor Gotice gentis pabore uel ferro periit. [ … ] et quia derelinquerunt precepta Domini et sacrorum canonum instituta, dereliquid illos Dominus ne possiderant desiderauilem terram. [ … ] Urbs quoque Toletana cunctarumque gentium uictrix Ismaeliticis triumfis uicta subcumbuit eisque subiecta deseruit” (Crónica albeldense, XVII, 3a).

38En mi opinión, el Códice Rotense conserva el capítulo XVII al completo, a diferencia de RAH Emilianense 39 y el Códice Albeldense, que derivan de una copia común en la que esta parte habría sido eliminada.

39Ciertos investigadores han considerado que esta obra es la Crónica profética. Sin embargo, no encuentro evidencias que demuestren que el capítulo XVII de la Crónica albeldense proceda de esta fuente al igual que los capitulos XVIII y XIX, cuya dependencia textual con la Crónica profética es evidente por las referencias claras a la profecía restauradora del orden godo.

40Mommsen, Monumenta Germaniae Historica. Auctorum Antiquissimorum. Vol. XI. Chronicorum minorum saec. IV. V. VI. VII, 262–3.

41Gil Fernández, “Introducción,” 50–1.

42Sobre el origen de este relato en el siglo VIII, remito a los planteamientos de Menéndez Pidal, Reliquias de la poesía épica española, XXX–XXXIII; y Bronisch, “Ideología y realidad”.

43Fagnan, Histoire de l'Afrique et de l'Espagne, 2: 41. Pese a ser más veraz no es objetiva, ya que desprecia a los astures como personas contra las que no merecía la pena luchar en su refugio de Covadonga.

44Menéndez Pidal, Reliquias de la poesía épica española, XXX–XXXIII.

45Zabalo Zabalegui, “El número de musulmanes que atacaron Covadonga.”

46Gil Fernández, “Introducción,” 65.

47Gil Fernández, “Introducción,” 78–9.

48Evidentemente, descarto las tradicionales identificaciones de Sebastián con el obispo Sebastián de Orense, primo de Alfonso III fallecido en torno al año 883, y de Dulcidio con el presbítero Dulcidio de Toledo, diplomático que se movía entre las cortes ovetense y cordobesa a finales del siglo IX y que fue capturado siendo ya obispo de Salamanca durante la batalla de Valdejunquera, según las propuestas de Fita, “Sebastián, obispo de Arcávica y de Orense”, 332–9; García Villada, Crónica de Alfonso III, 11–2; y Blázquez, “Las redacciones de la Crónica atribuida a Alfonso III”, 261–70. Así pues, propongo una revisión de estas identificaciones teniendo presente la posibilidad de una homonimia entre personajes de principios y finales del siglo IX.

49Pelayo de Oviedo también consideraba obispo a Sebastián, al igual que a Julián Pomerio; pero esto probablemente se deba a un interés por dar mayor veracidad al relato en el que se basa su crónica y, por ello, es posible que no sea cierto.

50Tampoco se los encontraba Sánchez-Albornoz en “El relato de Alfonso III sobre Covadonga,” 70.

51Sánchez-Albornoz, “¿Una crónica asturiana perdida?,” 105–46, y “El relato de Alfonso III sobre Covadonga,” 65.

52Esto es matizable porque la semejanza textual puede deberse también a que las crónicas de Alfonso III pudieron ser fuente de la Crónica albendense. Aun así, es evidente que en esta crónica aparecen datos del reinado de Alfonso II que no proceden de las crónicas de Alfonso III, por lo que fueron tomados de la Crónica de Ordoño I, eliminados en ambas copias alfonsinas, o de la Crónica de Sebastián de Salamanca, transmitidos o no a la Crónica de Ordoño I.

53Estas denominaciones son similares a la calificación del reino en el Testamento de Alfonso II, cuyo texto incluyo en la nota 21. En la segunda mitad del siglo IX hubiera sido común referirse a ellos como godos.

54Escalona, “Family Memories,” 251–5.

55Ayala Martínez, Sacerdocio y Reino en la España Altomedieval, 140.

56Ayala Martínez, Sacerdocio y Reino en la España Altomedieval, 145.

57Gil Fernández, “Introducción,” 71.

58Ayala Martínez, Sacerdocio y Reino en la España Altomedieval, 119–21.

59El hecho de que se deje la figura del rey Mauregato en tan mal lugar demuestra que el texto sobre él fue compuesto en tiempos de Alfonso II por un fiel servidor de este, ya que en la época de Ordoño I y Alfonso III no habría un interés político en criticarlo así. Este es otro argumento que alimenta la hipótesis de que existió la Crónica de Sebastián de Salamanca.

60Véanse notas 33 y 34.

61En relación con esto, sospecho que los saqueos de Alfonso I por toda la cuenca del río Duero son un añadido de la Crónica de Ordoño I, ya que la Crónica albeldense difiere al indicar que no pasó más allá de la orilla norte del río. De ser así, la Crónica de Sebastián de Salamanca diría algo parecido a esto último.

62Se considera que Beato de Liébana es el autor del himno jacobeo O Dei Verbum, dedicado al rey Mauregato, y que por ello pertenecía a su bando político frente al de Adosinda, esposa del fallecido rey Silo I y tía de Alfonso II. Sobre este tema, recomiendo la lectura de Isla Frez, “El adopcionismo y las evoluciones religiosas,” 978–83.

63Pertz, Monumenta Germaniae Historica: Scriptorum, 2: 451 y 611.

64Sobre la concepción del reino de Hispania y el reino cristiano en las crónicas altomedievales recomiendo la lectura de Iván Pérez Marinas en “Regnum Gothorum y regnum Hispaniae”.

65“Quinquaginta milia Sarracenorum, qui ad eum ex prouinciis Spanie aduenerant” (Crónica rotense, 22, 17–18). “Quinquaginta milia Sarracenorum, qui ad auxilium eius ab Spania confluxerant” (Crónica ad Sebastianum, 22, 15–16). Por lógica, el cronista nunca hubiera afirmado tal cosa de haber considerado que Mérida, de donde venían los sarracenos, y Galicia, a donde iban, perteneciesen a Hispania.

66David, Études historiques, 293.

67Bonnaz, Chroniques asturiennes, XCII–XCIII. Este autor ofrece más causas para la expansión del neogoticismo en estas fechas: la vinculación de Toledo cada vez más a la cultura árabe, la progresión militar hacia tierras cercanas a esta urbe, la necesidad de un elemento unificador del reino de Oviedo, y la debilidad de los carolingios.

68El linaje de Alfonso I puede ser una adición del redactor de la Crónica ad Sebastianum como expuso Escalona, “Family Memories,” 251–5.

69Las Heras, “La cita ‘Ecce quomodo tollitur iustus et nemo considerat … ’”.

70Isla Frez, Memoria, culto y monarquía hispánica, 30–2.

71Isla Frez, “Monarchy and Neogothicism,” 51–2.

72La interpretación del título de Rotense varía según ediciones de la Crónica de Alfonso III, ya que algunos investigadores han considerado que el título no hace referencia a Ordoño I, sino a Ordoño II. Me decanto por la solución más reciente historiográficamente, expuesta en Gil Fernández, “Introducción,” 75.

73Gil Fernández, “Introducción,” 65–71 y 77–8.

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Notes on contributors

Iván Pérez Marinas

Iván Pérez Marinas ([email protected]) is a PhD student in Estudios Hispánicos: Lengua, Literatura, Historia y Pensamiento, at the Universidad Autónoma de Madrid. His research focuses on Mozarabic culture in al-Andalus, society and settlement in the region between the Douro river and the Sistema Central during the Early Middle Ages, and Hispanic Christian chronicles of the same period. His publications include Sansón de Córdoba: vida y pensamiento (Madrid: La Ergástula, 2012); “Regnum Gothorum y regnum Hispaniae en las crónicas hispano-cristianas de los siglos VIII y IX: continuación, fin o traslado en el relato de la conquista árabe” in Estudios Medievales Hispánicos 2 (2013): 175−200; “Leovigildo de Córdoba: el De habitu clericorum y su trasfondo histórico” in Estudios recientes de jóvenes medievalistas, ed. Concepción Villanueva Morte et al. (Murcia: Universidad de Murcia, 2013), 137−148; and “Hafs ibn Albar al-Qūtī: el traductor mozárabe del Salterio” in Nuevas aportaciones de jóvenes medievalistas. Lleida 2014, ed. Jesús Brufal Sucurrat (Murcia: Compobell, 2014).

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