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Entre Castilla y Portugal. El patronazgo de Vasco Fernández de Toledo (†1362)

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Pages 341-363 | Received 19 Dec 2017, Accepted 29 Apr 2018, Published online: 15 May 2018
 

RESUMEN

El arzobispo Vasco, o Blas, Fernández de Toledo fue una de las personalidades eclesiásticas más relevantes del siglo XIV en la Corona de Castilla. Miembro de una familia aristocrática bien relacionada con la monarquía, Vasco Fernández fue deán de la catedral de Toledo y accedió al episcopado palentino en 1343. A partir de aquí, su cursus honorum le llevó a ocupar el arzobispado de Toledo en 1353 pero, a pesar del brillante papel que jugó en la sede primada, tuvo que abandonarla por motivos políticos y trasladarse a Portugal. La presente investigación profundiza en el análisis de su trayectoria, lo que ha permitido clarificar algunos aspectos muy confusos sobre la estancia en aquel reino de uno de los obispos expulsados de Castilla por Pedro I. Al mismo tiempo se hace una evaluación del patronazgo ejercido por el prelado en las sedes catedralicias y en los conventos con los que tuvo mayor relación, como punto de partida para el estudio de un fenómeno transfronterizo basado en las relaciones Iglesia-Monarquía.

ORCID

María Victoria Herráez http://orcid.org/0000-0002-0387-1878

María Dolores Teijeira http://orcid.org/0000-0003-3178-4306

Notes

1 López de Ayala, Crónica de Pedro I, cap. XXI, 509.

2 El arzobispo firmaba con su nombre latino –“Blasius”-, pero era conocido como Vasco y así figura en la mayor parte de las fuentes, incluso en su lápida, por lo que hemos optado por utilizar este nombre.

3 Tuvo tres hermanos mayores, todos ligados a la corte. El primero era Gómez Pérez (†1351), alguacil de Toledo, caballero de la Banda y despensero mayor de Pedro I, padre del futuro arzobispo compostelano Suero Gómez; el segundo, Pedro Suárez Vázquez (†1355?), fue ayo de Pedro I y su consejero y camarero mayor; el tercero era Gutierre Fernández (†1360), guarda mayor, repostero mayor y camarero mayor del rey, miembro de su Consejo Real y su consejero privado, hasta el punto de gobernar el reino, junto con su hermano Pedro, durante la enfermedad del rey. Díaz Martín, Los oficiales de Pedro I; Morollón Hernández, “Caballeros toledanos,” 24–31.

4 En su testamento habla de sus tiempos de estudiante en estas ciudades, cuando unos compañeros le habrían empeñado unos libros que el quiere devolverles: A García Fernández, clérigo de la catedral de Santiago, muerto en Montpellier, un breviario “pintado de la regla de Sant Yago”, a un Juan Alfonso, de cuyo nombre no parece muy seguro, clérigo de Córdoba, unas decretales glosadas en parte, y a un inglés compañero en Tolosa, cuyo nombre no recordaba, una “Suma de Azón”.

5 Foucher, L’invention des frontiéres, 25, reconoce que la Iglesia tiene una vocación ideológica transfronteriza, pero se organiza a través de Iglesias nacionales, ya que el creyente se relaciona con su territorio y debe estar localizado. Soto Rábanos, “La frontera en la ideología eclesial,” opina que en la Baja Edad Media la Iglesia aún no había reconocido espacios geopolíticos diferenciados hasta el punto de reflejarlo en su ordenamiento jurídico, pero en la práctica esas demarcaciones nacionales y fronterizas se tuvieron en cuenta y mediatizaron las actuaciones del poder eclesial. Concluye que la Iglesia se resistía a la consideración de la frontera como elemento decisivo en sus determinaciones de ámbito eclesial y que fueron la presión de las autoridades locales y los hechos consumados los factores que decidieron la reestructuración eclesiástica en Portugal y Castilla.

6 Reglero de la Fuente, “La Iglesia de Palencia,” 23. Entre otros, podemos citar en la catedral de Palencia a los portugueses Gerardo (1307–1313) y Gómez (1313–1319), probablemente ascendidos a la prelatura por la intervención del papa Clemente V.

7 Arranz Guzmán, “Elecciones episcopales,” defiende que los hechos protagonizados por Pedro I con respecto al mundo eclesiástico no fueron tan diferentes de los de otros monarcas, pero los historiadores contrarios a él los han magnificado. López Ferreiro, Historia de la Iglesia de Santiago, Vol. VI, 170–75 narra detalladamente el asesinato de Suero Gómez, a manos de unos caballeros banderizos, a partir de la Crónica de Pedro I.

8 La diócesis de Coímbra fue gobernada durante casi 50 años seguidos por prelados castellanos obligados a exiliarse en Portugal por razones políticas. A los tres citados anteriormente: Pedro Gómez Barroso, Vasco Fernández de Toledo (con la salvedad que se tratará en este estudio) y Pedro Tenorio, podemos sumar el nombre de Juan García Manrique, arzobispo compostelano exiliado en 1402, bajo el reinado de Enrique III. Morujao, “Bispos em tempos de guerra.”

9 Archivo Capitular de Toledo (ACT), Doc. A.8.C.1.6. El original había sido redactado en Alcalá de Henares el 15 de marzo de 1320 (1321 si es el año de la Encarnación) y la copia fue firmada en Toledo el 27 de abril de 1335. En el reverso del pergamino, en la segunda mitad del siglo XIV, se escribió un regesto que cita únicamente a don Gonzalo Pérez Gudiel (†1299) como artífice del empeño, pero don Juan de Aragón se refiere en plural a sus predecesores cuando habla de los objetos que habían estado en Montpellier. Es cierto que don Gonzalo debió de atesorar muchos libros de gran calidad durante sus estancias en el extranjero y, como había adquirido grandes deudas en Italia, pudo haberse visto forzado a empeñar algunos ejemplares. Hernández y Linehan, The Mozarabic Cardinal, 475 y siguientes.

10 Gonzálvez Ruiz (coord.), La catedral primada, 438–39.

11 Reinhardt y Gonzálvez Ruiz, Catálogo de los códices bíblicos, 277–78. Entre las obras de Zafont se encuentra Distinctiones Biblicae (Biblioteca Capitular de Toledo (BCT), Ms. 10–12).

12 Hernández, Los cartularios de Toledo, 785, n° 518.

13 Con ella estaba en Burgos en 1351, según López de Ayala, Crónica de Pedro I, cap. VI, 41.

14 Jardin, “María de Portugal.”

15 Crónica de Alfonso el onceno, I, 308. Vaca Lorenzo, “D. Vasco,” 443.

16 Reglero de la Fuente, “La Iglesia de Palencia,” 41–42.

17 San Martín Payo, “La más antigua estadística.”

18 García y García, Synodicon Hispanum, 368.

19 García y García, Synodicon Hispanum, 385–86.

20 Archivo de la Catedral de Palencia (ACP), Doc. 535; Pulgar, Teatro clerical, III, 37–43.

21 Vaca Lorenzo, “D. Vasco,” 437–62.

22 Reglero de la Fuente, “La iglesia catedral de Palencia,” 147, nota 141, cita solamente los dos primeros cargos; sin embargo, en una carta sobre un censo de propiedades del cabildo toledano, de febrero de 1355, figura como canciller mayor de Castilla y de la reina doña María (ACT, Doc. E.7.K.1.11).

23 Finalmente, acordaron que entregara 4000 florines pero Vasco solo llegó a pagar 1000 (Reglero de la Fuente, “La Iglesia catedral de Palencia,” 128).

24 La ceremonia de colocación de la primera piedra tuvo lugar el 1 de junio de 1321, pero en realidad ya en 1318 el obispo Gómez Peláez y el cabildo palentino habían acordado la construcción de un nuevo edificio, aduciendo el mal estado de la iglesia románica (ACP, Histórico, Doc. 837, fol. 48r). Martínez, “La lenta construcción,” 202.

25 Fernández de Madrid, Silva Palentina, 335; San Martín Payo, “Inscripciones,” 50; San Martín Payo, “La capilla,” 164–65; Alonso Ramírez y Palacios Casademunt, “Inscripciones medievales,” 175.

26 Pulgar, Teatro clerical, III, 50 y 210.

27 El 16 de enero de 1288 Gonzalo Pérez ya dispuso ser enterrado ante el altar de la Virgen del coro, según consta en el ms. 13022, fol. 174 de la Biblioteca Nacional (BNE). Citado por Gaibrois de Ballesteros, Historia del reinado, II, 54, nota 1; Fernández Alonso, “El sepulcro del cardenal,” 492.

28 Weise, Spanische Plastik, II, 70–72, ya habla de la influencia que ejerció la Virgen Blanca sobre los escultores trecentistas activos en Toledo. Se desconoce la procedencia de la imagen del Museo Marés, pero, sin duda, su origen estaría en el foco toledano. Español Bertran, “Mare de Deu,” 243–44.

29 Español Bertran, “Mare de Deu,” 243–44. La Virgen Blanca de Palencia es de alabastro policromado y mide 135 cms de altura. Weise, Spanische Plastik, I, 31–33, y II, 70–72; Vasallo Toranzo, “La Virgen Blanca,” 75–76.

30 Gonzálvez Ruiz, “La biblioteca capitular,” 36–50.

31 Archivio Segreto Vaticano, Registro de Avignon, T. II, fol. 54. Eubel, Hierarchia Catholica, 487.

32 Arranz Guzmán, “Elecciones episcopales,” 421–61.

33 ACT, Inventarios, 17 (Doc. X.12.B.1.10.) y 18 (Doc. X.12.B.1.9.). En realidad es el mismo inventario, en el documento original y en copia simple.

34 Existen varias copias, entre ellas, BCT, Ms. 23–17, fols. 1r.-26v. y BNE, Ms. 6260, fol. 1r.-23v. Lop Otín, “La catedral de Toledo,” 361 y 367–68.

35 Nickson, Toledo Cathedral, 101.

36 El 19 de febrero de 1355, don Vasco escribió al deán, al arcediano de Talavera, al capiscol, al tesorero y al vicario una carta por la que les autorizaba a dar en censo o enfiteusis propiedades del cabildo “porque tienen mucho que mantener”. El día 28 del mismo mes el cabildo daba a Fernand Alonso el solar y el mesón situados en la colación de San Justo (ACT, Doc. E.7.K.1.11).

37 Herráez Ortega y Domínguez Sánchez, La actividad artística.

38 Díaz Martín, Itinerario de Pedro I, 99. Debió de ser a finales de julio o comienzos de agosto. A mediados de julio el rey estaba en Almazán y de allí fue a Guadalajara, desde donde envió las órdenes para que don Vasco abandonase Castilla. Se quedó unos días en Toledo, durante los cuales hizo detener a su tesorero Samuel Levi, y el 7 de agosto sabemos que ya estaba en Sevilla.

39 Estando el rey en Guadalajara envió a Matheos Fernández, chanciller mayor del sello de la poridat, y a Pedro López de Ayala, su alguacil mayor, a Toledo “e quando llegaron a la cibdad fallaron al Arzobispo de grand mañana que oia Misa en la capilla de la su posada, e desque la Misa fue dicha fabló con el Arzobispo Matheos Ferrández (…) e díxole como el Rey le facía saber, que como el sopiera que Gutier Ferrández su hermano le quería deservir, que el le mandara matar: e que era cierto que Gutier Ferrández nunca ficiera ninguna cosa sin consejo del dicho Arzobispo su hermano; e pues así era que al Rey non placia que el dicho Arzobispo estuviese en el su Regno, nin en la su cibdad de Toledo, e que se fuese para el Regno de Portogal et non partiese dende para otra parte alguna sin su licencia e mandamiento”. López de Ayala, Crónica de Pedro I, 320–21.

40 López de Ayala, Crónica de Pedro I, 320–21: “e luego partió de su casa, e non le consintió el dicho Matheos Ferrández tomar solamente un libro, nin otra ropa salvo la que traía vestida. E salió el Arzobispo de la cibdad de Toledo luego antes de comer por la puente de Sant Martín, e tomó su camino para Portogal, según el rey lo mandara. (…) E fue el Arzobispo ese día a comer a tres leguas de Toledo, e aquel día mesmo en la tarde llegó a Toledo el Rey, e mandó tomar todos los bienes que fallaron al Arzobispo, e poner embargo en todas las rentas de su Arzobispado, e fueron presos todos los Mayordomos del Arzobispo, así clérigos como legos, e dellos fueron puestos a tormento por saber el Rey dellos si tenían algo del Arzobispo más de lo que avían fallado públicamente”.

41 ACT, Doc. X.12.B.1.14. Dice expresamente que lo hacen “por algunas / grandes neçessidades en que estamos”.

42 Eubel, Hierarchia Catholica, 487.

43 Se conservan el testamento original y el codicilo en ACT, Docs. A.8.1.5 y A.8.1.6 respectivamente, y transcripción en BNE, Mss./13018, fols. 66–74.

44 Sánchez Sesa, “Obispos procedentes de Castilla,” 764–67. Posteriormente sería obispo de Lisboa.

45 La confusión de este obispo con su tío/tío abuelo homónimo se aclara en Beltrán de Heredia, Cartulario de la Universidad, I, 150–51.

46 López de Ayala, Crónica de Pedro I, 322, “E el Arzobispo Don Vasco partió de aquel logar donde fue el primer día, e fuese para Portogal a la cibdad de Coimbra, e allí vivió algunos días en el Monesterio de Sancto Domingo”; Cruz, Anais, 82.

47 Cacegas y Sousa, História de S. Domingos, I, 317–18 dicen que a su llegada a Coímbra preguntó por este convento para establecerse.

48 Nogueira, Libro das vidas, 124–26. Al canónigo conimbricense (†1597) le siguen la mayor parte de los episcopologios, como los de Ferreira, Catalogo; Vasconcelos, “Catálogo,” 94–96 y Cardoso, Catalogo.

49 Morujao, “Bispos em tempos de guerra,” 543–44.

50 Vaca Lorenzo, “D. Vasco,” 447.

51 Eubel, Hierarchia catholica, 235, 196, 507 y 144, cita a un Vasco de Menezes, chantre y diácono en la diócesis de Idanha, y a un Vasco Fernández que llegó en 1363 al episcopado conimbricense desde esa sede de Idanha y que después sería obispo de Lisboa y arzobispo de Braga.

52 Coelho, “Coimbra trecentista,”; Augusto, “A Baixa de Coimbra,” 131–56.

53 Cacegas y Sousa, História de S. Domingos, 283, dice que en 1227 ya estaría fundado el convento, adjudicándole su creación a Blanca, hija del rey Sancho I.

54 Gomes, “Igreja de S. Domingos,” Coelho y Matos, “Convento velho,” Gomes, “As ordens mendicantes.”

55 Coelho y Matos, “Convento velho,” 49, dicen que a principios del siglo XVII ya sólo existía el campanario y en la primera mitad del XIX se conocía la zona como Chao da Torre y era una isla plantada de moreras.

56 Coelho y Matos, “Convento velho,” 50. Fray Aparicio había sido ya testigo en su testamento. Fray Gil de Évora pudiera ser el Gil Martins que sería prior a partir de 1375.

57 Gomes, “Igreja de S. Domingos.”

58 Coelho y Matos, “Convento velho,” 49.

59 Carvalho, Antiga Egreja y los artículos aparecidos en la Gazeta de Coimbra el 6 y 8 de junio de 1918. Da, como fuente más fiable, el manuscrito de Reis, Raio da luz catholica, que no fecha.

60 O Antiquario Conimbricense 9 (marzo 1842), 67–68, recoge una carta de Vasco en la que se cuenta cómo fue en procesión con las formas hasta la catedral después de haberlas recuperado. Una segunda carta del propio prelado, que no ha podido ser localizada, añadía que el ladrón habría sido un cristiano, inducido por el judío, quién habría intentado destruir las formas quemándolas en una sartén, pero saltaban continuamente fuera y se colocaban en forma de cruz, por lo que decidió enterrarlas en un vertedero de donde las recuperaría don Vasco.

61 Coelho y Matos, “Convento velho,” nota 64. De todos modos en la catedral había ya, desde el siglo anterior, un culto importante al Corpus Christi, en un altar fundado por el obispo Aymeric d’Ebrard. Costa, “A Santissima Eucaristia,” 219, recoge varios legados en relación con este culto que, cree, pudo generar también la procesión, que ya se celebraría a fines del siglo XIII.

62 Carvalho, Antiga Egreja. A esta ermita pertenecieron el retablo pétreo realizado en 1443, hoy en el Museo Machado de Castro, y el crucifijo que los monjes de Santo Domingo llevaban a los autos de fe.

63 Este convento, que habría aprovechado uno previo de templarios, se reconstruyó a partir de 1269 gracias al apoyo económico de la infanta Constança Sanches, que donó 300 libras para la construcción de la iglesia y otras 50 para crear en ella un altar a Santa Catalina. Gomes, “Mosteiro de S. Francisco,” 389.

64 Cacegas y Sousa, História de S. Domingos; Esperança, Historia Serafica, 265. Gomes, “Mosteiro de S. Francisco,” 390.

65 López de Ayala, Crónica de Pedro I, 322: “E después que el morió, algunos parientes e amigos que el avía ganaron del Rey que el su cuerpo fuese traído a la Iglesia de Sancta María de Toledo, e fuese enterrado allí”.

66 Nogueira, Livro das vidas, 126.

67 Ver nota 43.

68 En realidad el primer beneficiario del uso de su biblioteca sería su sobrino Suero y a continuación Pedro Álvarez, “su” clérigo, pero a la muerte de ambos los libros debían volver a la iglesia toledana que podría prestarlos de manera vitalicia, todos juntos y a cambio de 150 maravedís anuales para sufragar dos aniversarios por su alma, a los religiosos que quisieran estudiar, priorizando en el préstamo a sus familiares y a los clérigos toledanos. En cualquier caso, a la muerte de cada prestatario, debían volver siempre a la primada.

69 Así lo expresa en su testamento: “et eligimus sepulturam ante altare beate Marie in choro ecclesie tolletane prope sepulturam bone memorie domini Gundissalvi quondam episcopi Albanensis et sancte romane ecclesie cardinalis versus chorum decani in quo loco per decanum, et capitulum dicte nostre ecclesie fuit nobis ecclesiastica sepultura concessa”. La inscripción de la lápida de don Gonzalo Gudiel lo identifica erróneamente con el arzobispo Gonzalo Barroso (Hernández y Linehan, The Mozarabic Cardinal, 475).

70 “La altura de las sepulturas fechas en el cuerpo de la iglesia fazen gran fealdat en las iglesias e enbargos a los seruidores dellas e a los fieles christianos que a ellas vienen. E por esta razón ordenamos que si a alguno otorgáremos sepultura dentro en la iglesia que tal sepultura sea llana e non sea más alta que la tierra e el suelo de la iglesia”. García y García, Synodicon Hispanum, 373–74.

71 Según este autor (1537–1597), canónigo obrero y bibliotecario de la primada, delante del altar de la Virgen estaban enterrados cuatro obispos: Gutierre, Gómez Manrique, Gonzalo Gudiel y Vasco, que “tenían bultos levantados y el de don Gonçalo de madera el bulto cubierto de planchas de plata (En el margen: 'está aún en la clauería'), año 1547 los quitaron cuando solaron el choro y sillas. Don Vasco no tenía bulto, sino solo una piedra blanca en el suelo”. En BNE, Mss/1529, Pérez, Archiepiscoporum Toletanorum, fol. 73r. Quizá siguiera el modelo de la sepultura de su padre en la iglesia toledana de Santa Isabel, donde todavía se conserva parcialmente la lápida inscrita de su enterramiento.

72 Ríos, 150–51, recoge dos documentos: El primero, que no se ha podido localizar en el correspondiente libro, dice que el 25 de septiembre de 1539 pagaron a los peones 64 reales y cuatro maravedís “por sacar del coro los bultos de los arzobispos y del abrir de las sepolturas y cobrir de ellas que se hallaron en el coro”. El segundo dice que el 17 de noviembre de 1541 pagaron 6750 maravedís por la compra de alabastro “para quatro bultos de obispos para el coro y para la silla pontifical” (ACT, Libro de Obra y Fábrica 835, fol.115r.). La lauda actual de Vasco lleva únicamente la inscripción “Vascus a Toleto, Archiep.(iscopus) Tol.(etanus) Hisp(aniae) Primas”, a pesar de que se barajó la posibilidad de incluir una efigie del prelado siguiendo el modelo de la pintura por la que se pagaron dos ducados y medio a Juan Correa de Vivar en 1540 (ACT, Libro de Obra y Fábrica 834, fol. 106).

73 Fernández Collado, Rodríguez González y Castañeda Tordera, Los diseños, 342, n° 494.

74 Pérez, Archiepiscoporum Toletanorum, fol. 192v., 194v. y 195v.

75 ACT, A.8.F.1.7. Gutier Gómez presentó un albalá del rey, fechado el 10 de abril, por el que mandaba a Tel Fernández que le entregara el libro rosario del prelado.

76 ACT, Libro de Obra y Fábrica 1069, fols. 18r. y v.

77 Pérez, Archiepiscoporum Toletanorum, fol. 194v.

78 BCT, 42–30, Obituario, fol. 32v.

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