Abstract
Sigmund Freud consideraba la dificultad de definir la masculinidad y la feminidad desde un punto de vista psíquico como un vacío en la teoría psicoanalítica. El autor propone considerar que la masculinidad concierne a lo centrífugo (a aquello que va hacia afuera, y, en última instancia, a aquello que uno pierde), y la feminidad, a lo centrípeto (a la apetencia de llevar al objeto hacia el propio espacio interno), ya sea que se tome en cuenta sus orígenes arcaicos o su culminación genitalizada. El par masculino/femenino se apoya en el cuerpo (y mediante la anaclisis, del espacio subjetivo), identificado con un continente que ya, desde las primeras etapas psíquicas de la vida, puede vaciarse de su propio contenido y ser llenado por un contenido ajeno: en lo masculino, el contenido es subjetivo, y en lo femenino, el contenido está relacionado con objetos. Los conflictos de ambivalencia relacionados con estos dos movimientos (deseo/angustia de penetración activa y pasiva) conducen al establecimiento de polos rígidos y lábiles en la personalidad y, posiblemente, dan lugar a soluciones obsesivas e histéricas, respectivamente. Se examinan las hipótesis del autor a la luz de los dos casos clave de histeria y neurosis obsesiva en la obra de Freud: Dora (1905) y El hombre de las ratas (1909).