Abstract
A partir de la teoría de la libido y las nociones de experiencia de satisfacción y la pulsión de dominio introducida por Freud, el autor reconsidera la noción de pulsión proponiendo el siguiente modelo: la pulsión toma forma en la combinación de dos corrientes de catexis libidinal: una que sigue el camino de los ‘aparatos para obtener dominio’ (órganos de los sentidos, motricidad, etc.) y se esfuerza por apropiarse del objeto, y la otra que catectiza las zonas erógenas y la experiencia de satisfacción que se experimenta mediante la estimulación en contacto con el objeto. El resultado de esta combinación de catexis constituye una ‘representación’, cuya evocación posterior hace posible tolerar durante un cierto tiempo la ausencia de un objeto que produce satisfacción.
Sobre la base de esta concepción, el autor distingue las representaciones propiamente dichas, vehículos de satisfacción, de las imagos e imágenes traumáticas que causan una excitación que no se vincula con los caminos que siguen las pulsiones.
Este modelo posibilita conciliar los puntos de vista de los defensores de la ‘búsqueda de objeto’ y el de quienes priorizan la búsqueda del placer y, además, renovar nuestra comprensión de las relaciones de objeto, que luego pueden ser abordadas desde el ángulo de sus vinculaciones con la sexualidad infantil. La destructividad se considera en términos de “locura de dominio” y no en términos de la última hipótesis freudiana de la pulsión de muerte.