Abstract
En este artículo se presenta el proceso de implementación de algunas prácticas para la evaluación del progreso del candidato con el fin de fomentar el valor educativo de las mismas, dado que una amplia serie de retos intra-psíquicos viene a sumarse a las diversas complejidades que traen consigo los requisitos para formarse como psicoanalista. Cuatro prácticas integralmente interrelacionadas permiten reconocer la sensibilidad inherente a las vivencias de los candidatos durante la formación en general, y de ser evaluados en particular. Al ser aplicadas en conjunto, el proceso evaluativo del Instituto se transforma en una experiencia más cuidadosa, promoviendo además una actitud psicoanalítica, y disminuye la intrusión de las respuestas personales del evaluador. La primera práctica consiste en definir y hacer uso de un criterio concertado para la inmersión clínica, cuyo fundamento se establece con la demostración del desarrollo y profundización de un proceso analítico, así como también del progreso del candidato en la adquisición de habilidades psicoanalíticas. La segunda consiste en la instauración amplia en el Instituto de la aplicación de directrices para evaluación del progreso y de la graduación del candidato, que son claramente explicadas a todos los candidatos y profesores. La tercera es una comunicación puntual y transparente entre los candidatos, sus supervisores, y consejeros de progresión, en donde prime un sentido de colaboración en torno a los principales avances del candidato. La cuarta es llevar a cabo un proceso de revisión sistemático y en profundidad sobre los progresos del candidato dentro del marco de una relación de consejería que permita revisar y hacer un balance personal de todos estos elementos. La implementación y el impacto educativo de estas prácticas son tomadas en consideración en el caso de un candidato.
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