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El sujeto exiliado y la construcción de la memoria colectiva en Quanta, quanta guerra… de Mercè Rodoreda

Pages 48-62 | Published online: 08 Jul 2010
 

Abstract

Considering Michel de Certeau's ideas about spatial stories, my objective is to analyze the exiled subject and the construction of collective memory (in Maurice Halbwachs's terms) in Mercè Rodoreda's Quanta, quanta guerra… (1980). I first analyze the exiled subject taking into account how the novel, in the tradition of the Bildungsroman, narrates the travel story of its protagonist, Adrià Guinart, from his departure from home to his return as the mythic hero in search of a truth, or as the picaresque antihero of the Quest-Romance. Concurrently, I study the construction of collective memory from the protagonist's individual memory, as he passes from infancy—when he runs away from home to go to war—to adulthood—when the war ends—where he undergoes a wide range of experiences to become a man.

Acknowledgments

Alfredo J. Sosa-Velasco, assistant professor and John Wesley and Anna Hodgin Hanes fellow of Spanish in the Department of Romance Languages and Literatures at the University of North Carolina at Chapel Hill, specializes in nineteenth-, twentieth-, and twenty-first-century peninsular Spanish literature. His areas of research include art, narrative, theater, cultural studies, film studies, queer studies, and literary theory. He has published articles on Spanish and Latin American literature and culture in journals such as Dieciocho, Romance Quarterly, Hispanic Research Journal, and Latin American Theater Review, among others.

Notes

1. Un primer estudio sobre el tema del exilio en la narrativa de Rodoreda es el artículo de Geraldine C. Nichols “Exile, Gender, and Mercè Rodoreda.” En este trabajo, Nichols analiza el exilio como una experiencia de género en diferentes relatos de la escritora catalana: “Nit i boira,” “Cop de lluna,” “Fil a l'agulla,” “Orleáns, 3 quilòmetres,” “Nocturn,” “El mirall,” “Paràlisi,” y “La meva Cristina.”

2. El estudio de Gene Steven Forrest es un análisis del mito y de sus paradigmas universales que hacen posible ver la guerra a través de un discurso poético que transciende la realidad empírica y la restringe a los confines del contexto histórico en el que la historia es vista desde adentro, en términos de la percepción individual de los eventos mismos. Por su parte, el trabajo de Janet Pérez examina la novela de Rodoreda a la luz del Quest-Romance como rito de pasaje o iniciación de los monomitos masculinos internalizados como búsqueda del ser y de la identidad, relacionando los mitos del héroe solar con las especificidades de la novela y con los orígenes del Quest-Romance. Para otras lecturas complementarias de Quanta, quanta guerra…, consúltense los análisis de Cabré y González.

3. En palabras de Xavier Solé y Rosé Tintó, en su estudio del significado y la función de símbolos como el cuchillo y las estrellas en la narrativa de Rodoreda, la conquista de la propia identidad-memoria que representan las estrellas como símbolo hace posible el recuentro de uno mismo con la memoria individual, que es el alma, con la memoria colectiva, que es la historia, y con la memoria universal, que es el Sol Dios (218).

4. Como muchos de sus protagonistas/narradores, Rodoreda fue una ferviente amante de las flores y de los jardines, los cuales llegan a convertirse además en metáfora de la escritura (Nichols 407).

5. Para efectos de este ensayo, entiendo por memoria colectiva una noción socialmente construida, como afirma Maurice Halbwachs, en tanto son los individuos que forman parte de grupos los que recuerdan o recrean el pasado: “While the collective memory endures and draws strength from its base in a coherent body of people, it is individuals as group members who remember” (22). Junto a esta memoria colectiva, se halla también la memoria histórica y la memoria autobiográfica. La primera es la memoria del actor social a través de sus fuentes escritas o de otro tipo, como la fotografía. La segunda es la memoria de los eventos que el sujeto ha experimentado en el pasado.

6. Para Certeau, la historia de viaje marca las fronteras; las multiplica en término de interacciones (cosas, animals, seres humanos); divide lugares como predicados (simple, tonto, ambicioso) y movimientos (avanzada, retirada, exilio, regreso). La paradoja de la frontera es que se crea por contactos, los puntos de diferenciación entre dos cuerpos ocupan puntos comunes. La conjunción y la disyunción son inseparables en ella. La frontera tiene un rol de mediación; crea tanto comunicación como separación; establece un borde sólo al decir que éste puede cruzarse, habiendo llegado al otro lado. Es un espacio “in between” (“Spatial Stories” 126–27).

7. Todas las traducciones de las citas del catalán al castellano son mías.

8. Cabe apuntar aquí que la experiencia de los catalanes que se exiliaron tras la guerra civil no fue igual que la del resto de los españoles, como afirma Rafael Tasis a propósito de los catalanes en 1939: “per als espanyols l'enfonsament de la República i àdhuc la submissió a una política estrangera autoritària, no representa la mort de llur esperit ni de llur idioma. Han perdut la llibertat, però no han perdut res més. Mentre que nosaltres, els catalans, ho hem perdut tot” [para los españoles el hundimiento de la República y aun la sumisión a una política extranjera autoritaria, no representa la muerte de su espíritu ni de su idioma. Han perdido la libertad, pero no han perdido nada más. Mientras que nosotros, los catalanes, lo hemos perdido todo] (citado en Nichols 406). Además, como añade Albert Manent en su trabajo La literatura catalana a l'exili, “[c]onvé subratllar que per a un intel. lectual català el desastre de 1939 seria molt superior que el de qualsevol altre expatriat: sense biblioteca, sense tribunes normals d’expressió, amb un públic hipotètic, exclusivant de refugiats…” [conviene subrayar que para un intelectual catalán el desastre de 1939 sería muy superior que para cualquier otro expatriado: sin biblioteca, sin tribunas normales de expresión, con un público hipotético, exclusivamente de refugiados] (citado en Nichols 406).

9. Como afirma Forrest, Rodoreda sustituye en la novela el patrón genérico del mito para mostrar el exilio permanente de la identidad y de la patria producto de la guerra civil: “Rodoreda's new ‘journeyman,’ unlike the mythical seeker of heroic monomyth or striving pilgrim of moral allegory, is the exile wanderer, doomed to a perpetual ‘limbo’ of incomprenhensible alienation and loneliness or, in Lawrence Langer's words, ‘the victim as survivor and the survivor as continuing victim'” (372–73).

10. Hacia el final de la novela, Adrià le dice al pescador: “Me’n vaig anar de casa per veure pobles, per conèixer gent i perquè la meva mare m'havia aborrit …i res no hauria pogut aturar-me. I també per a anar a fer la guerra; tot i que l'he vista de la vora no puc dir que l'hagi viscuda perquè tant com he pogut n’he anat fugint” [Me marché de mi casa para ver pueblos, para conocer gente y porque mi madre me aborrecía …y nada hubiera podido detenerme. Y también para ir a la guerra; aunque la haya visto de cerca no puedo decir que la haya vivido porque le he rehuido cuanto he podido] (228).

11. Si bien se podría argumentar que la novela de Rodoreda se refiere a la guerra en su sentido más universal (cualquier guerra), es imposible desligarla de la producción literaria de la escritora, ya que no sólo sus otras novelas tienen como trasfondo la historia de Cataluña, sino que la obra misma está escrita en catalán, por lo que la referencia a la guerra civil española es más que sostenible. Para Pérez, “the war of Quanta, quanta guerra transcends the Spanish Civil war, but it undeniably subsumes it” (431).

12. Para Certeau, la creación de la ciudad que se establece a través del discurso utópico y urbanístico se define por tres operaciones: 1) la creación de un espacio propio (organización racional que debe reprimir toda polución física, mental y política); 2) la sustitución de un no-tiempo o de un sistema sincrónico por las resistencias indiscernibles y tercas de la tradición (estrategias unívocas que deben sustituir las tácticas de los usuarios quienes se aprovechan de las oportunidades y reproducen lo oscuro de la historia); y 3) la creación de un sujeto universal y anónimo (que es la ciudad misma, con su modelo político, el Estado hobbsiano que le dota de todas las funciones y predicados diseminados y localizados en los sujetos, grupos, asociaciones e individuos (“Walking in the City” 94).

13. Según Lena, todos sus males comenzaron al casarse con su marido cuando éste cambió y empezó a pegarle. Por el contrario, su esposo, Magí, le explica a Adrià que ella miente constantemente y que le gusta regañarle e insultarle. Los moratones son así resultado del forcejo al sujetarla cuando ésta lo ataca.

14. Halbwachs señala que la familia es otro de los modos sociales a partir de cual se constituye la memoria colectiva. Dice él al respecto: “Families are like many species of the same genus: Since each of them is distinguishable from other families, it can happen that, whether they are unaware of each other, whether they oppose or influence each other, a portion of the recollections of one family pervade the memory of one or several other families. Furthermore, since the general beliefs of a society reach family members through the mediation of those among them who are most directly involved in the collective life of the outside world, it can happen that these beliefs are either adapted to the family's traditions or, inversely, that they transform these traditions” (74).

15. Para Arendt, la violencia es “nothing more than the most flagrant manifestation of power” (35). A diferencia del poder que se apoya en la necesidad de números, la violencia puede manejarse sin ellos, pues se apoya en sus instrumentos: “The extreme form of power is All against One, the extreme form of violence is One against All. And this latter is never possible without instruments” (42).

16. Según Certeau, la frontera es “a middle place, composed of interactions and inter-views, the frontier is a sort of void, a narrative symbol of exchanges and encounters. Passing by, an architect suddenly appropriates this ‘in-between space’ and builds a great edifice on it” (“Spatial Stories” 127).

17. Dice Rodoreda: “Les coses tenen una gran importància en la narració i l'han tinguda sempre, molt abans que Robbe-Grillet escrivís Le Voyeur. A La plaça del Diamant, de coses n’hi ha moltes: l'embut, el cargol marí …I el ganivet, símbol sexual, amb què a l'acabament del llibre la Colometa escriu el seu nom a la porta de la casa on havia viscut” [Las cosas tienen una gran importancia en la narración y la han tenido siempre, mucho antes que Robbe-Grillet escribiera Le Voyeur. En La plaça del Diamant, hay muchas cosas: el embudo, el caracol marino …Y el cuchillo, símbolo sexual, con el que al final del libro Colometa escribe su nombre en la puerta de la casa donde había vivido] (La plaça del Diamant 10).

18. Si bien pudiera parecer ingenuo tomar al pie de la letra las palabras del prólogo de Rodoreda para analizar la novela como sugiere la escritora, hay que tener en cuenta el valor que tienen sus palabras, pues Rodoreda poco habló de su producción literaria, concedió entrevistas o prologó sus obras. No debe, por tanto, desestimarse la importancia del prólogo de Quanta, quanta guerra.… Además, el prólogo constituye un metatexto de la novela misma con intertextos que se refieren a otras creaciones artísticas: “El manuscrito encontrado en Zaragoza” (novela de Jan Potocki y película de Wojcieh J. Has), “Can et Abel” (poema de Charles Baudelaire) y la referencia a las obras completas del novelista Pierre Teilhar de Chardain.

19. Según Halbwachs, la memoria histórica es aquella que se mantiene viva a través de las conmemoraciones y festividades, que sirve para dramatizar la participación ciudadana, como la fiesta de independencia de un país. Por su parte, la memoria autobiográfica es la de los eventos que se han vivido personalmente en el pasado, que sirve para reforzar los lazos entre los participantes y que pueden construir la experiencia colectiva. Aunque tiende a debilitarse en el tiempo, se refuerza periódicamente a través del contacto con otros con quienes se comparten una misma experiencia.

20. El viejo que le había regalado el escapulario a Adrià le había dicho que la vida y él son repeticiones: “La vida, si no ho saps, recorda-ho, és una repetició. ¿Per què no vols que els homes quan parlen es repeteixin? Perquè em cansa. Tampoc no t’hauries d’agradar tu que no ets altre cosa que una repetició. Ja fa anys que no m'agrado. Em faig nosa” [La vida, si no lo sabes recuérdalo, es una repetición. ¿Por qué no quieres que los hombres cuando hablan se repitan? Porque me hastía] (78–79).

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