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El gobierno del cuerpo

Baltasar del Alcázar y los regímenes sanitarios del Renacimiento

Pages 183-198 | Published online: 09 Jun 2011
 

Abstract

Identified as a carnavalesque space for the subversion of social codes and for the projection of personal anxieties, Baltasar del Alcázar's (1530–1606) joyous poetry is built at the margins of authorized medical discourses. Colloquial in verse and tone, the poem “Cena jocosa” contests corrective and disciplinarian advice contained in its contemporary health guides, proposing a carefree enjoyment of the table. This happens at a time in the history of medicine when dietary choices were endowed with a profound ethical sense, and also at a time in the history of the Spanish empire when the bodily government announced models for state administration and patterns for rhetorical assimilation. This article explores the poem “Cena jocosa” in light of the hygienic discourse of health guides and, by extension, the late medieval regimina principorum and classical symposiac literature, the two poetical traditions that nourished Renaissance health guides.

Notes

Entre los títulos contemporáneos a Alcázar más representativos de cada grupo, y sólo para dar una idea de la trascendencia del discurso médico, dejando a un lado los tratados sanitarios que mencionaré más adelante: Discurso sobre la curación y preservación de la pestilencia (1556) de Andrés Laguna, Información y curación de la peste de Zaragoza (1565) de Juan Tomás Porcell; Remedios preservativos y curativos para en tiempo de peste (1597) de Miguel Martínez de Leyva; Libro de la peste (1598) de Luis Mercado; Cirugía universal (1581) de Juan Fragoso; Compendio de Chirurgia (1575) de Francisco Díaz; Primera y segunda parte de la cirugía universal y particular del cuerpo humano (1581) de Juan Calvo; la traducción de Dioscórides (1554, 1563) de Laguna; Discursos de las cosas aromáticas (1572) de Fragoso, Diálogo llamado pharmacodilosis (1574) de Nicolás Monardes; Examen de ingenios para las ciencias (1575) de Juan Huarte de San Juan (que alcanzaría una difusión asombrosa a nivel europeo); República original sacada del cuerpo humano (1587) de Juan Merola, Nueva filosofía de la naturaleza del hombre (1587) de Oliva Sabuco de Nantes; y Introducción al símbolo de la fe (1583) (con sus trece capítulos anatómicos). Para una información más pormenorizada de cada obra, véase el estudio de Granjel (Historia).

Por ejemplo, el Padre Pineda, en su diálogo veintitrés (Diálogos familiares, 1589) advertía sobre los límites difusos entre el comer para el sostenimiento del cuerpo y el comer para el fomento de la gula, convirtiendo así en pecado lo que los médicos desaconsejaban por ser poco saludable (Granjel, “El cuidado” XII). Por su parte, Álvarez Miraval, en su Conservación de la salud del cuerpo y del alma (1597; 1601), afirmaría que los “destemplados y glotones… estan llenos de grande copia de humores crudos, los quales debilitan la firmeza del cuerpo, y las potencias y virtudes del alma, pues se corrompe el ingenio y el alma esta muy lexos de la contemplacion de las cosas divinas” (Álvarez folio 80), de manera que la alimentación afecta a la relación del hombre con lo transcendente.

Con variaciones de contenido, esta obra de Lobera se volvería a publicar en 1542 como Vergel de sanidad, y más tarde se incluiría en su Libro del regimiento de salud (1551) (Granjel, “El cuidado” V).

Un estudio no publicado de María Luz López Terrada explica que la obra de Núñez es en realidad la traducción y el préstamo de dos obras anteriores. Este libro primero al que nos referimos es una traducción de algunos capítulos del texto del humanista Jean Baptiste Bruyerin De re cibaria libri XX, omnium ciborum genera, omnium gentium moribus, et usu probata complectens… (1560), mientras que el resto del libro (exceptuando algunos capítulos) es la traducción y el resumen de una obra de Antonio Gazio, la Florida corona que ad sanitatis hominum conservationem ac longam vitam perducendam sunt per necessaria continens (1491). Esto explicaría la diferente concepción teórica de ambas partes de la obra, ya que el primer libro, de corte claramente humanista, abunda en citas clásicas, mientras que los libros dedicados a la descripción de las cualidades cibales pertenecen a la anterior tradición del galenismo arabizado, abundando en citas de autores médicos árabes. La única parte original de la obra es el “Tractado del uso de las mugeres”.

Por otra parte, existe otra obra de Núñez, el Tratado de medicina, intitulado Aviso de sanidad (1569), que en muchos estudios históricos se ha venido considerando equivocadamente como la primera edición del tratado que nos ocupa (por ejemplo, en el estudio de Granjel [“El cuidado” VII]). López Terrada aclara que el Tratado de medicina es una obra diferente, y que versa, no sobre la alimentación, sino sobre otra de las sex res non naturales, la evacuación. Nótese entonces que sólo existen dos ediciones de esta obra de Núñez, la de 1572 como Aviso de sanidad, y la de 1586 como Regimiento y aviso de sanidad.

Entiéndase por neutros los enfermos aquejados por males intermitentes y pasajeros: “ni estan enfermos del todo ni se puede dezir sanos” (Méndez folio 11).

Nogales Rincón (11–15) describe estas tres tradiciones ofreciendo un panorama general de su fecundidad: la oriental (a la que pertenecen el Secretum secretorum, Calila e Dimna, Sendebar, Libro de los proverbios y Bocados de oro); la occidental (Policratus de Juan de Salisbury y De regimine principum ad regem Cypri de Tomás de Aquino); y la muy prolífica castellana (El libro de los doze sabios, Flores de filosofía y su ampliación como Libro de los cien capítulos; Castigos del rey don Sancho IV, Libro del consejo y de los consejeros de Maestro Pedro; Glosa castellana al Regimiento de Príncipes de Egidio Romano; Proverbios morales de Sem Tob; Centón del Marqués de Santillana; Proverbios de pseudo-Séneca, El vergel de los príncipes de Rodrigo Sánchez de Arévalo; Exortaçión o ynformaçión de buena e sana doctrina de Pedro de Chinchilla; Doctrinal de Príncipes de Diego de Valera; Regimiento de príncipes de Gómez Manrique; Directorio de Príncipes para el buen gobierno de España de Alonso Ramírez de Villaescusa; Dialogum inter regem et reginam de regime regni de Alonso Ortiz).

Sin olvidar tampoco productos humanistas del género y, en muchos casos, contemporáneos a las obras médicas que nos ocupan: El príncipe de Nicolás Maquiavelo y El cortesano de Baltasar Castiglione en el contexto italiano; los Diálogos de Alfonso Valdés, el Espejo de príncipes cristianos de Francisco de Monzón, la Institución de un príncipe cristiano de Felipe de la Torre; y otros autores que de forma indirecta contribuyeron al género y pertenecientes a la nueva corriente apologética subordinada a los intereses imperialistas de Carlos V: Pedro de Mexía, Miguel de Ulçurrum, Juan Luis Vives, Antonio de Guevara y Alfonso de Valdés (Díaz Martínez 306).

La tradición históricomédica ha entendido este criterio del “justo medio” como una derivación de la noción aristotélica del mesotés que habría influido en el galenismo a través de las formulaciones de Posidonio; sin embargo, esta visión es cuestionada en la actualidad, a falta de elaboraciones teóricas que apoyen o justifiquen esta conjetura (García-Ballester, Paniagua y McVaugh 479–80). Álvarez Palacio, no obstante, en un artículo publicado recientemente, sigue defendiendo la validez del concepto aristotélico para los regimina. Oates, por su parte, explica que la noción de mesotés es aplicada a la medicina y al arte en la Ética nicomaniquea de Aristóteles: “[H]e maintains that ‘excessive and defective exercise destroys the strength, and similarly drink or food which is above or below a certain amount destroys the health, while that which is proportionate both produces and increases and preserves it’“ (392), donde se hace evidente la similitud de los razonamientos del discurso médico renacentista con la formulación de Aristóteles.

Todas estas referencias aparecen diseminadas y comentadas a lo largo del estudio de Jeanneret al que me referiré a continuación.

Esta misma preocupación por la difícil conciliación de la felicidad y el control corporal, aparece claramente expresada en otro de sus poemas, “Hola, Zagalejo”, donde el yo poético invita a su interlocutor a participar del sacramento de la comunión. En tono burlesco, de nuevo, Alcázar subvierte los símbolos religiosos, expresando de nuevo la relación entre el alimento y la gratificación corporal, un alimento que satisface tanto lo físico como lo espiritual. Por otro lado, en “Preso de amores”, encontramos de nuevo una voz poética que dice hallarse presa de lo placentero: el amor/sexo (Inés) y la comida (el jamón y las berenjenas con queso); y no cualquier comida tampoco, ya que el jamón, como la morcilla en la “Cena jocosa”, tiene un valor cultural importante para el converso.

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