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El rey que fue animal: sobre la invención del otro en Calderón, Dostoievski y Coetzee

Pages 211-226 | Published online: 12 Sep 2012
 

Abstract

The aim of this article carries a comparison between Calderón and Dostoevsky, their semblances and differences. First, I study a relationship toward otherness which is, in both cases, problematic and modern. Departing from Segismundo's complaints when he is imprisoned (saying that he is living a life “worse than animals live”) I analyze two kinds of misunderstandings: a white blindness that respects the Other's difference, and the evil inside its unconcealment. Finally, I discuss Coetzee's Dostoevsky (in The Master of Petersburg) in relation to some of the thesis outlined previously: the necessity of respect when dealing with the space of the other, either in its human form or in a non-human presentation.

Notes

En el titulo, “El rey que fue animal: sobre la invención del otro en Calderón, Dostoievski y Coetzee,” utilizo “otro” con minúscula para referir a las diversas formas de alteridad que encuentre a lo largo de la lectura de los textos de Calderón, Dostoievski y Coetzee: la animal, la literaria-artística, la femenina, la natural, etc. Con mayúscula referiré a un “archiotro” u otredad teológica y absoluta.

1Para comprender, en su contexto, la influencia del drama barroco en general en los novelistas decimonónicos, véase George Steiner 133 y ss. En concreto, la repercusión internacional de la obra calderoniana se debe a August Wilhelm Schlegel, quien tradujo esta obra en un volumen que contenía cuatro más de Calderón, titulado Spanisches Theater (1803–1809; 2 vol.). Cf. Werner Brügemann para la contextualización de la obra de Calderón en el círculo romántico alemán; así como el libro de Sebastián Neumeister para una amplia bibliografía sobre el tema, 22 y ss. A continuación, sigo algunos conceptos de la deconstrucción expuestos por Jacques Derrida en Psyche. Inventions of the Other, especialmente 15, 39 y 146.

2Uso los términos “alegoría” e “ironía” según quedan definidos en el ensayo de Paul de Man, “The Rhetoric of Temporality” 225–26.

3La alteridad es insondable pero opino, con Derek Attridge, que ésta presenta momentáneos y luminosos puertos de entrada a su conocimiento (aunque éste sea especular) 30: donde se define la alteridad de algunas obras como una fissure [that] is created in that discourse through which it makes itself felt”.

4Recuerdo aquí el argumento de la obra calderoniana: En la más famosa comedia de Calderón, Segismundo es un príncipe destronado por su padre, Basilio, quien ha leído en los astros la deshonra que su hijo traería al pueblo de Polonia. Encerrado en una prisión al margen del trato humano, Segismundo conocerá a Rosaura en traje de hombre, de quien se enamorará de oídas. La trama se complica hasta que el momento más dramático de la obra se alcanza a través de la prueba a la que Basilio somete a su hijo, en la Jornada segunda; drogado y devuelto a su linaje de príncipe en palacio, Segismundo actuará furiosamente, agrediendo a sus súbditos e iguales, faltando al respeto a Rosaura incluso, y a su padre el rey. Devuelto a su prisión bajo el pretexto de que ese linaje recobrado no había sido más que un sueño, Segismundo será finalmente liberado por las facciones rebeldes partidarias del auténtico heredero, en contra de Astolfo, duque de Moscovia.

5Remito concretamente, para estas interpretaciones sobre el otro a partir de la “hospitalidad”, o el “resentimiento”, a Jacques Derrida, Adiós a Emmanuel Lévinas. Palabra de acogida; y Max Scheler.

6Jack Weiner, “España en el Diario” 1547. Cf. Wasiolek 144; Peace.

7La mejor introducción a la extensa obra de Mijaíl Bajtín (sólo mínimamente disponible en traducciones) es la de Tzvtan Todorov. Seguimos, asimismo, el trabajo de Iris M. Zavala. Consideramos un trabajo seminal—por el vínculo implícito que crea con la obra de E. Lévinas—el capítulo de Nora Catelli, “Bajtín y lo femenino”, en En la era de la intimidad. El espacio autobiográfico 298–313.

8Véase Augusto Ponzio, quien comenta la fundamental ruptura de la empatía o comprensión de la experiencia estética en Bajtín (42). Cf. Laín Entralgo ed. cit. 168 y ss. La idea contenida en estas líneas la extraigo de Derek Attridge, a quien debo la lectura de algunos borradores (29).

9F. M. Dostoievski. Los hermanos Karamazov 395. Cf. El comentario que hace de este pasaje J. M. Coetzee en Diario de un mal año 236–238.

10Joaquín Casalduero 174.

11Frank 440 y ss. para la historia de Los demonios. Un resumen detallado de la acción de la novela puede leerse en el libro de la doctora M Teresa Cañas, Dostoievski y el suicidio, 42–48.

12Para un comentario diáfano y profundo de esta obra véase Victor Terras, a quien sigo en líneas generales (89 y ss).

13En otro lugar escribe que “Calderón, Shakespeare y Racine se han colocado en las cumbres inalcanzables La sinceridad de las pasiones, la veracidad de los sentimientos y virtuales circunstancias –he aquí lo que un intelecto exige a un dramaturgo”, en A. Pushkin 11 y 10 resp.

14Cf. Frank 105, donde propone una lectura de la reglas de interpretación implícitas a Crimen y castigo, con las mismas advertencias de fracaso en su seguimiento erróneo: “Built into the narrative of Crime and Punishment is thus a view of how it should be read, a hermeneutic of its interpretation” (103).

15Cf. Reinhard Lauth, Dostoievski 225. Para esta relación entre realidad y ficción en las obras de Hamlet y Segismundo, véase el artículo de Henry W. Sullivan.

16Según esta “sympathetic imagination” la Elisabeth Costello inventada por Coetzee se pregunta por los límites de la compasión: así podemos no sentir el vacío de la nada, pero tal vez sí el sufrimiento de una ostra o de un murciélago. V. Sam Durrant.

17Diamond 50. Ella hace estas reflexiones a partir de la lectura de la actitud de la Costello de Coetzee. Me inspiro en Derrida para algunas de estas reflexiones: El monolingüismo del Otro.

18Sebastian Neumeister apunta esta fractura por medio del uso de la imaginación mitológica, una discrepancia de la soledad dogmática cristiana que nosotros extendemos a la obra más célebre de Calderón. En Mito y ostentación clásica, ed. cit., 82.

19Francisco Ayala 662. Sobre el ataque al racionalismo en La vida es sueño, véase J. D. García Bacca 227–254. Shatov, el personaje más noble de Los demonios, observa asimismo el fracaso de la razón en un parlamento que no puedo dejar de citar por extenso: “En la vida de los pueblos, la ciencia y la razón (siempre, ahora y desde el comienzo de los tiempos) han cumplido un menester secundario y auxiliar; y lo seguirán cumpliendo por los siglos de los siglos. Los pueblos se forman y mueven por otro género de fuerza que los compele y rige, pero cuyo origen es desconocido e inexplicable. Esa fuerza es la del anhelo infatigable de llegar hasta el fin, a la vez que se niega que haya un fin. Es la fuerza de la continua e invariable afirmación de su existencia y la negación de la muerte. Es el espíritu de la vida, o, como dice la Escritura, “los ríos de agua viva” con cuya posibilidad de secarse nos amenaza el Apocalipsis. Es un principio estético, como dicen los filósofos, un principio ético con el cual lo identifican. La “búsqueda de Dios”, como yo lo llamo de modo más sencillo. [ ] Cuanto más poderoso es un pueblo, más individual es su Dios. Nunca ha habido todavía un pueblo sin religión, es decir, sin noción del bien y del mal. Cada pueblo tiene su propia noción del bien y del mal y su propio bien y mal. Cuando entre muchos pueblos surgen nociones comunes del bien y del mal, esos pueblos mueren, y hasta la diferencia entre el bien y el mal empieza a borrarse y acaba por desaparecer. Nunca ha podido la razón definir el bien y el mal; al contrario, los ha mezclado de manera vergonzosa y lamentable” (292).

20Utilizo el término “exterioridad” tal y como lo plantea Lévinas en Totalidad e infinito § D. También consideramos en este apartado la definición de la “exotopía” bajtiniana, la identidad de un sujeto supeditada a la asimilación desde un espacio exterior; véase T. Todorov 99 y ss.

21Cf. Enrique Moreno Castillo 68 y 71.

22Sigo la interpretación de Uri Rapp de la decadencia de la casa de Austria, según la cual los soberanos no son representativos de verdad, “interpretan su papel en vez de cumplirlo. La impresión que ofrecen es entonces fingimiento, la grandiosidad es una carga”, en Rolle, Interaktion, Spiel: Eine Einfürung in die Theatersoziologie, German, Bohlau, 1993, 154–155, citado en Sebastian Neumeister, quien enmarca el comentario de Rapp en su interesante comentario de “La fiesta, espejo del soberano” ed. cit., 296 y ss.

23Sigo a Peter Singer en esta idea, desde su “Ética más allá de los límites de la especie”. En Marta Tafalla 49.

24Así, en la antigüedad Heródoto habla de la “areté” de los animales. Para una contextualización de la comprensión del civismo y política de los animales en tiempos de Calderón, véase la lectura que hace Santiago González Escudero de la obra de Aristóteles: “Seres humanos y demás animales según Aristóteles”, en Herrera Guevara 54.

25“Se habla a veces de la ‘fiera’ crueldad del hombre, pero esto es terriblemente injusto y ofensivo para las fieras: una fiera no puede ser nunca tan cruel como el hombre, tan artística y refinadamente cruel”, Los hermanos Karamazov, ed. cit., 388.

26“The underground is the natural culmination of dreaming. [ ] Consciousness opposes itself to the world. It is alone, against it is everything”. Sigo, en general, el comentario que Konstantin Mochulsky dedicó a Dostoievski en “The Journal Epoch, Notes from Underground”, 130 y 134.

27Tal y como sugiere Vincent Descombes, “la rebelión contra la abstracción idealista sólo origina una apología abstracta de la acción y de la violencia. Se decide actuar contra el mal en general, pero, de hecho, en una situación particular –y toda situación es particular–, las mismas premisas pueden justificar cualquier decisión” (38).

28Herrera Guevara, “Mi otro significativo”, De animales y hombres 96 y 81, resp.

29Sigo el estimulante ensayo de Ursula Wolf, 165. También, en este mismo volumen, el trabajo de Marta Tafalla, “Darwin, Melville y el lugar del ser humano en la naturaleza” 131–53.

30Cf. Alicia Martín Melero. Inspiro este punto en la lectura del ensayo de Elisa Aaltola.

31Desarrollo algunas ideas de Lévinas, La realidad y su sombra, 46 y ss.

32Para un análisis detallado de esta farsa que interpretan algunos personajes dramáticos en la obra de Dostoievski, v. Victor Terras 55–56.

33J. M. Coetzee, El maestro de Petersburgo 114. Para el Nechaev de Los demonios, Peter Verkhovensky, v. Joseph Frank, 438 y ss.

34Esta postura ha sido defendida, entre otros, por Marcelino Menéndez Pelayo.

35Véase Lévinas, Sobre Maurice Blanchot.

36Cf. Juliana González para estas ideas: “El dilema del mal y la libertad: Dostoievski”, en Ética y libertad 234.

37Véase el capítulo que le dedica Bruno Forte a este tema, “Naturaleza y gracia. Dostoievski y De Lubac”, en su libro A la escucha del otro. Filosofía y revelación.La tesis que seguimos es la de Lévinas, Totalidad e infinito. Para el rechazo del billete de entrada al otro mundo, véase en la segunda parte de Los hermanos Karamazov, el capítulo “Rebelión”.

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