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Bulletin of Spanish Studies
Hispanic Studies and Researches on Spain, Portugal and Latin America
Volume 91, 2014 - Issue 3
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De los filósofos antiguos al romano Apuleyo en el Burguillos de Lope de Vega: notas de tradición clásica

Pages 335-355 | Published online: 21 Feb 2014
 

Abstract

En dos sonetos de las Rimas humanas y divinas del licenciado Tomé de Burguillos, Lope de Vega introduce referencias a elementos del mundo clásico que no han sido bien explicadas en las ediciones anotadas del poemario. En este artículo hablaremos, por una parte, de varias anécdotas referidas a filósofos griegos antiguos como Diógenes, Demócrito y Pitágoras; y, por otra, de una alusión al Asno de oro de Apuleyo donde se puede observar la continuidad con la tradición del autor ficticio.

Lope de Vega introduces into two sonnets of Rimas humanas y divinas del licenciado Tomé de Burguillos, references to elements of the classical world that have not been well explained in annotated editions of the poems. This paper discusses, on the one hand, a sonnet containing anecdotes about ancient Greek philosophers, notably, Diogenes, Democritus and Pythagoras; and on the other, a sonnet alluding to The Golden Ass of Apuleius, in which is observable Lope's interest in continuing the tradition of the fictitious author.

Notes

1 Lope de Vega, Rimas humanas y divinas del licenciado Tomé de Burguillos, ed., intro. y notas de Macarena Cuiñas Gómez, Letras Hispánicas 618 (Madrid: Cátedra, 2008), 413.

2 Lope de Vega, Rimas humanas y divinas del Licenciado Tomé de Burguillos, ed., intro. y notas de Juan Manuel Rozas y Jesús Cañas Murillo, Clásicos Castalia 280 (Madrid: Castalia, 2005), 326.

3 Lope de Vega, Rimas humanas y divinas del Licenciado Tomé de Burguillos y La Gatomaquia, ed. y estudio preliminar de Antonio Carreño, Biblioteca Hispánica 38 (Salamanca: Almar, 2002), 350.

4 Lope de Vega, Rimas humanas y divinas, ed. Cuiñas, 413.

5 Lope de Vega, Rimas humanas y divinas, ed. Cuiñas, 414.

6 Diógenes Laercio, Vidas de los filósofos cínicos, trad. Carlos García Gual, El Libro de Bolsillo, Biblioteca Temática, Clásicos de Grecia y Roma 8255 (Madrid: Alianza Editorial, 2009 [1a ed. 1987]), 111. El volumen se abre con el estudio del propio García Gual titulado La secta del perro.

7 Diógenes Laercio, Vidas de los filósofos cínicos, trad. García Gual, 109–10.

8 Lope de Vega, Obras poéticas, ed., intro. y notas de José Manuel Blecua, Clásicos Universales Planeta 66 (Barcelona: Planeta, 1989 [1a ed. 1983]), 1423. El volumen incluye los libros Rimas, Rimas sacras, La Filomena, La Circe y Rimas humanas y divinas del licenciado Tomé de Burguillos.

9 Lope de Vega, Rimas humanas y divinas, ed. Carreño, 350.

10 Lope de Vega, Rimas humanas y divinas, ed. Rozas y Cañas Murillo, 326.

11 Véase Juan Pérez de Moya, Philosofía secreta de la gentilidad, ed. Carlos Clavería, Letras Hispánicas 404 (Madrid: Cátedra, 1995), 556.

12 Diógenes Laercio, Vidas de los filósofos cínicos, trad. García Gual, 94.

13 Diógenes Laercio, Vidas de los filósofos cínicos, trad. García Gual, 124. Diógenes Laercio ya había contado la misma anécdota poco antes: ‘Una vez que se masturbaba en medio del ágora, comentó; “¡Ojalá fuera posible frotarse también el vientre para no tener hambre!” ’ (114).

14 Diógenes Laercio, Vidas de los filósofos cínicos, trad. García Gual, 126.

15 Diógenes Laercio, Vidas de los filósofos cínicos, trad. García Gual, 108, Footnotenota 32.

16 Diógenes Laercio, Vidas de los filósofos cínicos, trad. García Gual, 138.

17 Camilo José Cela, Diccionario del erotismo, 2 vols (Barcelona: Grijalbo, 1988), II, 805.

18 Poesía erótica del Siglo de Oro, ed. y notas de Pierre Alzieu, Robert Jammes y Yvan Lissorgues (Barcelona: Crítica, 2000 [1a ed. 1984]), 138.

19 Tomo el texto de Cela, Diccionario del erotismo, 457 (entrada ‘fabricar hombres’).

20 Lope de Vega, Rimas humanas y divinas, ed. Rozas y Cañas Murillo, 326.

21 Ciceronis Tusculanarum disputationum libri V, ed. Otto Heine, 2 vols (Stuttgart: B. G. Teubner, 1957), II, 156. En todas las citas en latín regularizo el uso de ‘u’ y ‘v’ según sean vocal o consonante, respectivamente.

22 M. Tullii Ciceronis De finibus bonorum et malorum libri quinque, ed. Nicolaus Madvigius (Hildesheim: Georg Olms Verlagsbuchhandlung, 1963), 761–62.

23 Aulo Gelio, Noches áticas, ed. y trad. Amparo Gaos Schmidt, Bibliotheca Scriptorum Graecorum et Romanorum Mexicana, 3 vols (México D. F.: Univ. Nacional Autónoma de México, 2002), II, 163–64:

Por cuál causa y de qué modo se privó Demócrito a sí mismo de las luces de los ojos: sobre ese asunto, versos de Laberio hechos de modo sumamente puro y elegante. En los monumentos de la historia griega está escrito que el filósofo Demócrito, varón más que otros venerable y dotado de antigua autoridad, por su propia voluntad se privó de las luces de los ojos, porque consideraba que las meditaciones y reflexiones de su mente serían más vívidas y exactas para contemplar las normas de la naturaleza, si las liberaba de las seducciones de la vista y de los impedimentos de los ojos. Este acto suyo y el modo mismo con el cual fácilmente se infligió la ceguera con ingeniosidad sutilísima, los describe el poeta Laberio en el mimo que intituló El cordelero, en versos hechos muy refinada y artísticamente, pero inventó otra causa de aquella ceguera voluntaria, y no sin habilidad la adaptó al asunto que trataba entonces. En efecto, el personaje que en Laberio dice esto, es el de un rico hombre joven. Los versos de Laberio son:

Demócrito de Abdera filósofo físico,
colocó un escudo frente al orto de Hiperión,
para poder cegar sus ojos con el resplandor del bronce.
De ese modo con los rayos del sol destruyó la fuerza de su vista,
para no ver que a los ciudadanos malos bien les iba.
Así quiero yo que el resplandor de mi refulgente dinero
prive de luz al final de mi vida,
para no ver que en el boato vive mi bribón hijo.

24 Plutarco, Morales de Plutarcho traduzidos de lengua griega en castellana (Salamanca: en casa de Alexandro de Canova, 1571), CLXXVIII. Transcribo el texto, modernizando la ortografía y la puntuación, según la digitalización de uno de los ejemplares conservados en la Biblioteca Histórica de la Universidad Complutense de Madrid (se puede consultar en línea a través del catálogo de esta biblioteca). La expresión ‘cerrar a piedra lodo’ es equivalente a ‘tapiar a piedra y lodo’, que recoge el Diccionario de Autoridades (1739): ‘frase metafórica con que se da a entender que una cosa se cierra tan del todo que no se puede romper’ (modernizo ortografía y puntuación).

25 ‘At Christianus salvis oculis feminas non videt; animo adversus libidinem caecus est’ (Tertullian, Apology, De spectaculis, trans. T. R. Glover [London/Cambridge, MA: Harvard U. P., 1960 (1a ed. 1931)], 202).

26 Diógenes Laercio, Vidas y opiniones de los filósofos ilustres, trad. Luis-Andrés Bredlow (Zamora: Lucina, 2010), 305.

27 Lope de Vega, Rimas humanas y divinas, ed. Cuiñas, 104–05.

28 Macarena Cuiñas Gómez, ‘En torno a la portada del Burguillos’, Lectura y Signo, 3:1 (2008), 117–30 (p. 120). En pág. 119 se recoge la bibliografía principal que ha abordado el problema de la existencia real del licenciado Tomé de Burguillos.

29 Lope de Vega, Rimas humanas y divinas, ed. Cuiñas, 171.

30 Lope de Vega, Obras poéticas, ed. Blecua, 1352.

31 Lope de Vega, Rimas humanas y divinas, ed. Carreño, 179.

32 Lope de Vega, Rimas humanas y divinas, ed. Rozas y Cañas Murillo, 163.

33 Lope de Vega, Rimas humanas y divinas, ed. Cuiñas, 172. Llama la atención la falta de puntuación de esta nota, que acumula oraciones de relativo sin distinguir entre explicativas y especificativas.

34 Carlos García Gual, en Apuleyo, El asno de oro, intro. de Carlos García Gual, trad. Diego López de Cortegana, El Libro de Bolsillo 1296 (Madrid: Alianza Editorial, 1988), 13, explica la posible filiación entre todas estas narraciones:

el argumento de la novela no fue una invención de Apuleyo, sino que parece haberlo tomado de la narración hoy perdida de un tal Lucio de Patras; un relato que ya tenía la forma autobiográfica y del que tenemos una versión mucho más corta en griego atribuida a Luciano. Esa novela breve que se atribuye a Luciano (y que no es probable que redactara el gran satírico contemporáneo de Apuleyo, sino algún aprovechado imitador de su estilo) ofrece en una forma abreviada la misma historia fantástica que Apuleyo desarrolla—pasando de dos a once los libros del texto—y a la que dota de un nuevo final. El argumento general y algunos episodios son idénticos en las Metamorfosis y en Lucio o el asno del Pseudo-Luciano. El docto patriarca Focio (s. IX) cuenta que había leído el texto de Lucio y lo contrastaba con el opúsculo satírico y cómico atribuido a Luciano, que consideraba un[a] parodia, en clave de humor, de aquél. Apuleyo (a quien el patriarca bizantino ignora) habría desarrollado la narración compuesta por episodios menores hasta convertirla en una amplia novela, con un tono religioso que acaso apuntaba en el original, pero que él acentuó con enorme intensidad, añadiendo como colofón el libro final de la novela.

35 Apuleyo, El asno de oro, trad. Lisardo Rubio Fernández, Biblioteca Clásica Gredos 9 (Madrid: Gredos, 1978), 17. Es bien sabido que Apuleyo se manejaba con soltura tanto en latín como en griego.

36 Véanse Enrico Cocchia, Romanzo e realtà nella vita e nell'attività letteraria di Lucio Apuleio (Catania: Francesco Battiato, 1915); Enrico Cocchia, ‘Della relazione che intercede secondo Fozio tra Lucio di Patrae e Luciano. Contributo alla critica apuleiana’, Rivista di Filologia e di Istruzione Classica, 47 (1919), 358–65; Ben Edwin Perry, The Metamorphoses Ascribed to Lucius of Patrae, Its Content, Nature and Authorship (Princeton: Princeton U. P., 1920); Albin Lesky, ‘Apuleius von Madaura und Lukios von Patrai’, Hermes, 76 (1941), 43–50; P. G. Walsh, The Roman Novel: The ‘Satyricon’ of Petronius and the ‘Metamorphoses’ of Apuleius (Cambridge: Cambridge U. P., 1970), 147 y ss; G. Bianco, La fonte greca delle ‘Metamorfosi’ di Apuleio (Brescia: Paideia, 1971); Hugh J. Mason, ‘Fabula Graecanica: Apuleius and His Greek Sources’ (1999), en Aspects of Apuleius' Golden Ass: A Collection of Original Papers, ed. B. L. Hijmans y R. Th. van der Paardt (Groningen: Bouma's Boekhuis, 1978), 1–15 (puede leerse también en Oxford Readings in the Roman Novel, ed. S. J. Harrison [Oxford/New York: Oxford U. P., 1999], 217–36); Hugh J. Mason, ‘Greek and Latin Versions of the Ass-Story’, Aufstieg und Niedergang der römischen Welt, II, 34:2 (1994), 1665–707.

37 Así leemos en La Ciudad de Dios (XVIII, 18): ‘A mí incluso me ocurrió estando en Italia haber oído semejantes cosas de cierta región de allí, en que mujeres de albergue, imbuidas en estas malas artes, se decía solían dar a los viandantes, que querían o podían, dentro del queso cierto ingrediente que los convertía al instante en bestias de carga para transportarles lo que necesitaran, y después de realizado esto, tornaban de nuevo a su ser. Sin embargo, no se hacía su mente bestial, sino que conservaban la razón humana, como escribió Apuleyo en su libro El asno de oro, que le ocurrió a él mismo: habiendo tomado una vez un veneno, cuenta o finge que se convirtió en asno sin perder su mente humana. Cierto que estas cosas son o falsas o tan extraordinarias que con razón no son aceptadas'; cito a partir de San Agustín, Obras completas de San Agustín. XVII. La Ciudad de Dios (2°), trad. Santos Santamaría del Río y Miguel Fuentes Lanero, 4a ed., BAC 172 (Madrid: La Editorial Católica, 1988), 443–44.

38 Carlos García Gual propone con razón que la verosimilitud del relato estaría avalada precisamente por la existencia de este arraigado conjunto de historias de misterio y brujería, entremezcladas con milagros de santones: ‘No sería, pues, algo imposible, sino tan sólo un suceso raro y misterioso el que el buen Lucio de Patras o Apuleyo de Madaura hubiera peregrinado con forma de asno hasta que Isis, la santa y milagrera diosa, compadecida de él, lo restauró a su forma humana, y todo ocurrió con la ayuda material de un ungüento y unas rosas' (Apuleyo, El asno de oro, intro. de García Gual, 23). Por otra parte, se ha puesto en duda la propia existencia de este Lucio de Patras, el autor del texto griego perdido, como señala Lisardo Rubio: ‘Es problemática la existencia de Lucio de Patras, ya que no hay la menor alusión a tal escritor fuera del texto de Focio. “Lucio” es precisamente el nombre del asno protagonista y a la vez el supuesto narrador de la propia historia: ¿no habrá confundido Focio al narrador y al autor como les pasa a los modernos que identifican a Apuleyo con el héroe de su novela, a la que atribuyen un valor personal y autobiográfico? Si el códice del patriarca carecía de nombre de autor, sería fácil equivocarse, pues el título sería “Metamorfosis de Lucio”; y este “Lucio” podría interpretarse indiferentemente como el nombre del autor de Las Metamorfosis o del personaje que las sufre’ (Apuleyo, El asno de oro, trad. Lisardo Rubio, 17).

39 ‘Como en el caso de Petronio, tampoco conocemos más que el gentilicio de Apuleyo. Se le da generalmente el praenomen de Lucius, pero tal nombre no está atestiguado nunca en las citas de los antiguos ni tiene apoyo firme en la tradición manuscrita. En realidad arranca de la novela del Asno, donde el protagonista narra su historia en primera persona, y ello ha motivado la confusión del héroe y del autor de la novela. El cognomen Theseus, que nunca se ha generalizado, también arranca de la novela (libro I 23)’ (en Apuleyo, El asno de oro, trad. Lisardo Rubio, 8, Footnotenota 3). Al final del propio libro de Apuleyo, se habla de Lucio, el protagonista, como ‘madaurense’ (XI, 27), hecho que lleva a la identificación casi automática entre autor y personaje, pues se sabe que Apuleyo era originario de Madaura. San Agustín se refiere en La Ciudad de Dios (VIII, 14) al Apuleyo filósofo como ‘platónico madaurense’, señalando así la que se consideraba su ciudad de nacimiento, Madaura, la actual Mdaurusch (Argelia), en donde, además, se ha hallado en época moderna un pedestal de estatua dedicado a él. Véanse al respecto las introducciones citadas de García Gual, 19–20, y de Lisardo Rubio, 8.

40 Luciano de Samósata, Relatos fantásticos. Relatos verídicos, Ícaromenipo o Menipo en los cielos, Cuentistas o el descreído, El gallo, Lucio o el asno, intro. de Carlos García Gual, trad. Carlos García Gual, Jaime Curbera, Marisa del Barrio y Jorge Bergua, El Libro de Bolsillo. Clásicos de Grecia y Roma 8211 (Madrid: Alianza Editorial, 1998), 220. La traducción de Lucio o el asno corresponde a Jorge Bergua.

41 Ovidio hace referencia a estos dos autores, Aristides y Sisenna en Tristia, 2, 413–14 y 443–44.

42 Apuleé, Les Métamorphoses, ed. D. S. Robertson, trad. Paul Vallette, 2a ed., 3 vols (Paris: Societé d’Édition Les Belles Lettres, 1956), I, 2–3.

43 Apuleyo, El asno de oro, trad. Lisardo Rubio, 35–36.

44 Apuleyo, El asno de oro, intro. de García Gual, 15–16.

45 Mason, ‘Fabula Graecanica’, 218.

46 ‘Hymettos Attica et Isthmos Ephyrea et Taenaros Spartiatica, glebae felices aeternum libris felicioribus conditae, mea vetus prosapia est; ibi linguam Atthidem primis pueritiae stipendiis merui. Mox in urbe Latia advena studiorum Quiritium indigenam sermonem aerumnabili labore nullo magistro praeeunte aggressus excolui. En ecce praefamur veniam, siquid exotici ac forensis sermonis rudis locutor offendero. Iam haec equidem ipsa vocis immutatio desultoriae scientiae stilo quem accessimus respondet’. Lisardo Rubio traduce así el pasaje: ‘El ático Himeto, el istmo de Efirea y el espartano Ténaro, tierras felices, celebradas para siempre por una literatura todavía más feliz, son la antigua cuna de mi raza. Allí aprendí el griego, primera conquista de mi infancia. Trasladado luego a la capital del Lacio para seguir los estudios de los ciudadanos romanos, tuve que emprender el estudio de su lengua nativa con ímprobo trabajo y sin la dirección de un maestro. Ya de antemano te pido perdón, si luego, narrador sin gracia, tropiezo y uso algún giro exótico o extraño. Por lo demás, este mismo cambio de idioma concuerda con la materia que cultivo: el arte de las metamorfosis' (texto latino y traducción tomado de las ediciones citadas, mismas páginas).

47 ‘La ficción caballeresca, aun cuando no suele ser un relato en primera persona, es considerada verdadera por personas simples, como el ventero que discute con el cura en el capítulo 32 de la primera parte. Para este ventero son tan verdaderas las historias de los caballeros Cirongilio de Tracia y Felixmarte de Hircania como las del Gran Capitán y las de García de Paredes, todas ellas avaladas por la licencia y el privilegio real con que habían sido impresas. El cura le señala que las hazañas caballerescas, siempre hiperbólicas, son falsas y disparatadas, solamente escritas para “entretener el tiempo”, a lo que el ventero replica: “A otro perro con ese hueso—respondió el ventero—. ¡Como si yo no supiese cuántas son cinco, y adónde me aprieta el zapato! No piense vuestra merced darme papilla, porque por Dios que no soy nada blanco. ¡Bueno es que quiera darme vuestra merced a entender que todo aquello que estos buenos libros dicen sea disparates y mentiras, estando impreso con licencia de los señores del Consejo Real, como si ellos fueran gente que habían de dejar imprimir tanta mentira junta, y tantas batallas, y tantos encantamientos, que quitan el juicio!” ’. Tomo el texto de Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, ed., intro. y notas de Francisco Rico, estudio preliminar de Fernando Lázaro Carreter (Barcelona: Galaxia Gutenberg-Círculo de Lectores/Centro para la Edición de los Clásicos Españoles, 2004), 408–09. La técnica del narrador-personaje que es identificado con el autor real del texto se manifiesta de manera ejemplar en La tía Julia y el escribidor (1977) de Mario Vargas Llosa, novela donde la apariencia autobiográfica llevó a que, como se sabe, la propia Julia Urquidi escribiera, a los seis años de publicarse la novela de su sobrino político y exesposo, una réplica titulada Lo que Varguitas no dijo. El peruano ha teorizado largamente sobre la verdad y la mentira del género novelístico en diversos lugares, alegando la libertad intrínseca del autor para variar a su gusto la realidad, punto de partida de toda ficción. Véase, por ejemplo, Mario Vargas Llosa, La verdad de las mentiras (Madrid: Alfaguara, 2002 [1a ed. 1990]), 15–30.

48 Tomo el texto de la edición de 1543 (modernizando la ortografía) reproducido en Apuleyo, El asno de oro, intro. de García Gual, trad. López de Cortegana, 332–34.

49 Tomo el texto, retocando la puntuación, de Antonio Vives Coll, Luciano de Samosata en España (1500–1700) (Valladolid: Univ. de La Laguna, 1959), 39. La traducción de Luciano por Herrera Maldonado publicada en 1621 no incluía Lucio o el asno, como tampoco las de Sancho Brabo de Lagunas de 1626 y 1634.

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