Abstract
En 1931 un asesino desconocido que ataca a niñas pequeñas (Peter Lorre) aterroriza a la ciudad de Berlín. Vemos cómo atrae a una nueva víctima, Elsie Beckmann, que va camino a su casa después de la escuela: mientras silba una melodía de Grieg, le compra a un mendigo ciego un globo para la pequeña. Cuando se encuentra el cadáver, la policía desarrolla una gran movilización orientada a buscar al asesino serial en el submundo de los delincuentes. Mientras tanto, la población, cada vez más aterrorizada, empieza a ver al criminal en cada ciudadano. Como las redadas e incursiones en los lugares más sórdidos de la ciudad perturban las actividades de los gangsters, los líderes del crimen organizado, conducidos por Schränker (Gustav Gründgens) inician también una cacería del asesino solitario, que es llevada a cabo por los mendigos. Cada rincón de la ciudad es catalogado y cribado por la doble actividad de la policía y los gangsters. El ‘monstruo’, un antiguo paciente psiquiátrico, de modales suaves e inofensivos, es localizado finalmente a través de dos vías paralelas: la pista de un paquete de cigarrillos le permite al inspector Lohmann (Otto Wernicke) descubrir dónde vive, a la vez que el anciano ciego reconoce la melodía que silbaba el asesino. Un joven delincuente estampa en la espalda del abrigo del criminal una M dibujada con tiza en su mano. De esa manera lo atrapan los gangsters, lo maniatan y lo someten a una especie de juicio. Están a punto de lincharlo cuando irrumpe la policía.