Abstract
La correspondencia completa, ahora disponible, entre Freud y Abraham conduce a una re-evaluación de la significación del trabajo de este último. El autor propone la tesis de que las observaciones clínicas de Karl Abraham sobre la ambivalencia de las relaciones objetales y de los aspectos sádico-destructivos de la oralidad tienen un influencia importante en los avances de la teoría psicoanalítica. El problema de la fantasía del Hombre de los Lobos y la cuestión sobre la relevancia patogénica de los traumas tempranos, reales o meramente imaginados, llevaron a Freud a dudar de la validez de su teoría. Intentó repetidas veces resolver este problema usando la teoría de la libido, pero fracasó por su concepción problemática de la erótica oral. El efecto patogénico de los traumas pre-simbólicos no pueden ser demostrados científicamente, porque el cerebro aún no está desarrollado en la etapa temprana del niño. Consecuentemente, no pudo lograrse evidencia empírica contundente para una teoría científica de la neurosis. Se hizo necesaria una revisión de la teoría de la pulsión. Gracias a las contribuciones clínicas de Abraham y otras evidencias provenientes de la patologia, Freud fue, con alguna reserva, forzado a modificar su idea de la erótica oral asignándole un estatus de una fase meramente ficticia de organización oral. Una solución surgió por vía del reconocimiento de la agresión y destrucción no eróticas, abriendo la teoría de la libido a revisiones fundamentales. Llevado por el deseo de desarrollar una teoría científica, Freud inicialmente tuvo que asumir, en su primera teoría de las pulsiones, una visión causal-determinista sobre la Función Psíquica. Su tercera revisión de la teoría de las pulsiones, que incluyó la hipótesis de la pulsión de muerte en Más allá del principio del placer, incorporó el aspecto hermenéutico de la teoría psicoanalítica, que previamente se hallaba apenas implícito en su teoría. Futuros trabajos sobre la hipótesis de la pulsión de muerte por parte de Melanie Klein y sus sucesores abandonaron los principios económico-cuantitativos y causales-deterministas y, en cambio, se centraron en la utilidad práctica de la teoría psicoanalítica.