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El deseo y el cocuyo: Sobre lo cubano en la poesía de Gertrudis Gómez de Avellaneda

Pages 44-55 | Published online: 04 Jun 2015
 

Abstract

This paper offers an approach to a unique representation of Cuba in the poetry of Gertrudis Gómez de Avellaneda. Specifically, it takes two poems as fundamental referents marking two essential moments in Avellaneda´s life. The first, ‘Al partir’, is a sonnet of 1836, when Avellaneda left Cuba for Spain. The second, ‘A un cocuyo’, is one of the poems that Avellaneda writes in Cuba upon her return to the island in 1859, after a twenty-three-year absence. This analysis explores the construction of Cuba in the poetry of Avellaneda, particularly the presence of Cuban ‘spirits’ in these two poems, and their relationship.

Notes

Este artículo forma parte del trabajo del Proyecto de Investigación ‘Las poetas hispanoamericanas: identidades, feminismos, poéticas (s. XIX–XXI)’ (FEM 2013–22041P), financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad de España.

1. Resumo, muy brevemente, dichos cuestionamientos y negaciones. En 1859 y a propósito del regreso a Cuba de Avellaneda, el poeta y creador del siboneyismo, José Fornaris, escribe un soneto donde acusa a la escritora de ingratitud y de traición a su tierra natal; habría que precisar que el ‘verdugo’ al que hace referencia el poema de Fornaris no es otro que el esposo de la escritora, el militar Domingo Verdugo, nombrado gobernador de Cienfuegos — y posteriormente de Cárdenas y de Pinar del Río — por la Corona española: ‘Hoy vuelve a Cuba, pero a Dios le plugo / Que la ingrata torcaz camagüeyana / Tornara esclava en brazos de un verdugo’ (Escoto, Citation1911: 10). Por otra parte, en 1875 en una reseña sobre los libros de varias poetisas hispanoamericanas, José Martí ponía en duda la feminidad de la escritora y también su americanismo; para Martí, Avellaneda era ‘un hombre altivo, a veces fiero’, y despojada, como consecuencia de esta supuesta virilidad, de las cualidades necesarias para representar a ‘las poetisas americanas’ (Martí, Citation1977: 136). Ya en el siglo XX, Cintio Vitier considerará a Avellaneda incapaz de captar la naturaleza o el alma cubana: ‘no descubrimos en ella […] una captación íntima, por humilde que sea, de lo cubano en la naturaleza o en el alma’ (1958: 110). En 1981 y por lo tanto ya dentro del período revolucionario cubano, posterior a 1959, el crítico José Antonio Portuondo la ubica en ‘un limbo sin ecos’ como escritora, debido a ‘su no compromiso, su no querer comprometerse, su situación indecisa’ respecto a Cuba y la independencia de la isla (Citation1981: 208). Aunque estos cuestionamientos y reproches se han atenuado sin duda en el siglo XXI dentro de Cuba, no puede decirse que hayan desaparecido totalmente. Así, por ejemplo, Susana Montero, una de las más relevantes estudiosas contemporáneas de Avellaneda, escribe sobre la escritora en la más reciente Historia de la literatura cubana: ‘Cuba, en su poesía, se expresa como una permanente presencia afectiva y como una paradisíaca realidad geográfica que alimenta su nostalgia en la lejanía, pero no va más allá de esto, no intenta la búsqueda de lo esencial cubano […] No alcanza a ser la expresión de esa entidad nacional histórica que identifica en el plano ideotemático la lírica cubana de esos años’ (Montero, Citation2002: 251).

2. Un dato curioso que nos sirve para constatar la vigencia de Avellaneda como símbolo de la lejanía, y su incidencia en la escritura de los autores cubanos del XX, integrantes del exilio y la diáspora, es su aparición como personaje en una de las últimas novelas publicadas por Reinaldo Arenas, El color del verano (1991). En la obra de Arenas, paródica y absolutamente irreverente, Avellaneda es la protagonista del primer capítulo del libro, titulado ‘La fuga de la Avellaneda. Obra ligera en un acto (de repudio)’; en el capítulo, ubicado en 1999, aparece la escritora, que ha sido resucitada en homenaje al tirano de Cuba, Fifo, para celebrar sus 50 años en el poder. Avellaneda, sin embargo, opta, en esta nueva circunstancia, por tomar la misma decisión que en el XIX: partir de Cuba; esta vez a bordo de una lancha con rumbo a la Florida.

3. Este poema ha sido comentado y discutido por la crítica debido a los cambios que la autora introduce en la segunda y definitiva versión, publicada en 1869. Emilio Cotarelo y Mori, uno de los principales estudiosos de Gómez de Avellaneda, califica dichos cambios como ‘superchería’ (Cotarelo, Citation1930: 85), pues de ser un canto a la Reina, en la versión de 1843, el texto se convierte en canto a la libertad de Cuba. (Un desarrollo mayor sobre este poema y sus cambios y alteraciones pueden verse en el capítulo de Milena Rodríguez Gutiérrez ‘La reina y la libertad: reflexiones en torno al poema “A S. M. la Reina, cuando la declaración de su mayoría”, de Gertrudis Gómez de Avellaneda’, incluido en Entre el cacharro doméstico y la Vía Láctea. Poetas cubanas e hispanoamericanas).

4. Una relación detallada de las publicaciones de la escritora durante su estancia en Cuba entre 1859 y 1864 puede encontrarse en la edición de José Augusto Escoto de 1911 (cfr. Escoto, pp. 68–71).

5. Los datos son recogidos por Escoto, quien indica el tomo: 1º y la página: 8. (Escoto, Citation1911: 70). Emilio Cotarelo y Mori añade que el poema fue impreso en el número 9. (Cotarelo, Citation1930: 357).

6. Leemos, por ejemplo, en ‘Los cocuyos’, de Luaces: ‘Si agita vuestra jaula / al toque de oraciones, / ya sé que tras la reja / me espera a media noche. / Que es Lola inteligente / y sabe en ocasiones / hacer de vuestra lumbre / telégrafo de amores’ (Luaces, Citation1981: 47).

7. La importancia decisiva del tabaco como elemento conformador de la cubanía puede rastrearse en el ensayo de Fernando Ortiz Contrapunteo cubano del tabaco y el azúcar (1940).

8. Como las demás voces de este poema, los cocuyos cantan y celebran a Cuba: ‘También nosotros, que estrellas / Fuimos de un ignoto cielo, / Y descendimos al suelo / Cuando ella el suelo pisó, / Hoy lanzamos con orgullo el resplandor que te asombra, / Porque abrillante la alfombra / De la tierra en que nació’ (Gómez de Avellaneda, Citation1869: 363).

9. Hay versos en estos dos poemas donde puede leerse una especie de elaboración aun en ciernes de esas correspondencias baudelerianas que aparecerán en ‘A un cocuyo’. Versos como los siguientes de ‘El genio de la melancolía’: ‘Yo soy quien abriendo las puertas de ocaso / Al sol le prepara su lecho en cristales; / Yo soy quien recoge sus luces postreras / Que acarician las tibias esferas […] Yo soy quien exhala perfumes süaves / Que guardan las flores en púdico seno’ (Gómez de Avellaneda, Citation1850: 325–26), o como estos otros de ‘Los reales sitios’: ‘Y aromas, y bailes, y amores y risas, / En dulces insomnios disfrutan las bellas, / En tanto que vuelan balsámicas brisas, / Y en tanto que el cielo se puebla de estrellas’. (Gómez de Avellaneda, Citation1850: 290).

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